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Un rey golpe a golpe

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113del ingreso en la OTAN fundamentalmente); tras negarse repetidamente a formar un gobierno decoalición con la oposición; tras todos los planes que habían hecho, hablando y hablando en losmedios de comunicación de una inevitable crisis institucional para preparar el terreno, con objeto dedar el "<strong>golpe</strong> de timón" previsto con la excusa de que Suárez no dimitía... Tras todo esto, laintempestiva decisión del presidente pilló al monarca por sorpresa. Su primera reacción, queofendió profundamente a Suárez, fue recurrir a Sabino para preguntarle qué tenía que hacer. Con elconsejo de su secretario, decidió tomarse un poco de tiempo, aprovechando que el congreso de laUCD que se tenía que celebrar en Mallorca se retrasaba por una huelga de controladores aéreos. Elmismo partido habría de escoger un nuevo candidato para proponerlo a las Cortes, sin prisa. Ladimisión de Suárez supuso un revés. Aparentemente, se habían quedado sin excusa para actuar.Pero los objetivos reales del <strong>golpe</strong> iban mucho más allá de conseguir un simple cambio depresidente, los planes ya estaban en marcha y ahora no se volverían atrás. Bien al contrario, sedecidió acelerarlo.Al día siguiente del anuncio público de la dimisión, Emilio Romero publicaba en el ABC unartículo en el que ya se hablaba explícitamente de la "solución Armada". El 3 de febrero el <strong>rey</strong>telefoneó a su ex-secretario para darle la noticia de su nombramiento y la enhorabuena, desde elaeropuerto de Barajas, donde esperaba que se abriera el de Vitoria para iniciar su primer viajeoficial al País Vasco (el famoso y accidentado viaje a Gernika). Este mismo día Armada tambiénhabló con el coronel Ibáñez, que acudió a Lleida personalmente desde Valencia para entrevistarsecon el general, y valorar juntos la nueva situación que se había creado tras la dimisión de Suárez. El6 de febrero los <strong>rey</strong>es, que estaban en Baqueira para descansar tras los acontecimientos de la Casade Juntas de Gernika, se citaron con Armada para cenar en un restaurante de Artíes. La cena en elrestaurante se tuvo que suspender cuando recibieron la noticia de que la madre de la reina, Federica,estaba gravísima en la clínica de la Paloma, en Madrid. En realidad, ya había muerto. Sofia saliórápidamente en helicóptero hasta Zaragoza, desde donde cogió un DC-9 con destino a Madrid. Perola entrevista del <strong>rey</strong> con Armada no podía posponerse, de manera que, independientemente de cómoestuviera su suegra, el <strong>rey</strong> se quedó a cenar con el general, una cena improvisada por la infantaElena en casa, a base de ensalada y tortilla francesa. Estuvieron juntos hasta las tres de lamadrugada. A esta hora, el mismo Juan Carlos, que conducía su coche, lo dejó en el parador delValle de Arán.Tras la celebración del II Congreso de la UCD, el día 10 el <strong>rey</strong> finalmente propuso a Calvo Soteloen las Cortes para la presidencia del Gobierno. De nuevo, se quiso reunir con Armada. Cuando éstepasó por La Zarzuela al día siguiente, para los oficios religiosos ortodoxos en memoria de la madrede la reina, a los cuales asistían familiares y amigos todas las tardes, tuvieron la ocasión de hablarbrevemente en un aparte. El <strong>rey</strong> le dijo que le interesaba mucho verlo, y lo citó para el día 13, a las10:30. Llamó a Sabino para que lo apuntara en el libro de visitas, y Sabino le advirtió de que nohabía horas libres, pero el <strong>rey</strong> insistió en el hecho de que retrasara la hora a quien hiciera falta (queen este caso fue Alfonso de Borbón, citado a aquella hora). Ninguno de los dos ha revelado nunca elcontenido de la conversación que mantuvieron en aquella cita extraordinaria. Alfonso Armadasolicitó permiso por escrito a Juan Carlos para darla a conocer como prueba que le favoreciera en sujuicio. Pero no se lo autorizaron y Armada cumplió la orden al pie de la letra.<strong>Un</strong>a vez escogido el candidato a presidente, el <strong>rey</strong> tuvo que mantener una nueva ronda de consultascon los líderes políticos, preceptiva constitucionalmente. Con González, Fraga, Carrillo... con todos

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