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Un rey golpe a golpe

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141Al contrario de lo que pasó con otros amigos, colaboradores, asesores financieros o como se losquiera denominar, como Javier de la Rosa o Mario Conde, la relación del <strong>rey</strong> con Manolo Prado esintocable, como si hubieran firmado alguna clase de pacto de sangre capaz de superar todos losmalos momentos; que no han faltado. El más grave, hasta ahora, ha sido el de KIO. Pero cuando lascosas se ponen realmente graves, Prado acostumbra a ponerse muy enfermo. Coincidiendo con lafase judicial del escándalo "'Tibidabo", en el que el amigo del <strong>rey</strong> estuvo imputado en unaexpansión del problema iniciado con KIO, a mediados de mayo de 1999, la enfermedad pasó poruno de sus episodios más violentos en la Clínica de la Luz de Madrid. Casi se le dio por muerto,pero revivió como lo hacía el ave Fènix de entre las cenizas, superó una tromboflebitis y se leimplantaron dos válvulas coronarias. Tras pasar unos días de recuperación en el Hotel Villamagna,donde reside habitualmente cuando está en Madrid, el 28 de mayo volvió a Sevilla.Negocios oscurosCon Manuel Prado, o con otros personas, Juan Carles se ha visto involucrado a lo largo de sus 25años de reinado en varios negocios dudosos, aunque quienes figuraban oficialmente en los papelessiempre eran sus "amigos". Se ha movido en diferentes sectores, a los que conviene pasar revistapor separado.PETRÓLEO<strong>Un</strong>a de las primeras formas conocidas que Juan Carlos de Borbón utilizó para ir ganando unpequeño capital personal fueron las comisiones del petróleo. Todavía en tiempo de Franco, hubouna crisis petrolífera que afectó a España de manera importante. Entonces Barrera de Irimo, que eraministro de Economía, se le ocurrió ir a ver al príncipe y pedirle que hiciera de intermediario con elpríncipe Fahd, de Arabia Saudí, uno de los productores de crudo más importantes, para conseguiruna rápida remesa de petróleo. Juan Carlos envió a un emisario y la respuesta fue inmediata:"Decida mi hermano el príncipe don Juan Carlos, que le enviaremos todo el petróleo que Españanecesite". A cambio de estos servicios de mediación, el príncipe cobraba una comisión, cosa que atodo el mundo le parecía muy normal. El mismo Juan Carlos ha explicado que su habilidad paratratar con los árabes se debe a que los sabe comprender mejor que nadie: "Sólo los que sabíantomárselo con paciencia llegaban a veces a hacer el negocio de su vida", dijo una vez.Probablemente el emisario real fue en aquella ocasión el mismo Manuel Prado (aunque no lo hemospodido confirmar), puesto que habitualmente era él quien se encargaba de esta clase de asuntos.Alfredo Pardo, director de flota de CEPSA, lo pudo comprobar cuando tuvo que suspender un viajea Kuwait que tenía programado para firmar un contrato multimillionario de compra de petróleo alemirato, que le dejaría un beneficio abundante de dos centavos por barril en concepto de regalíapara el comprador. Cuando ya estaba a punto de irse, le avisaron para decirle que no fuera, que lafirma del contrato sería a cargo de don Manuel Prado y Colón de Carvajal, cosa que le sorprendió.Y coincide que el entonces emir de Kuwait, el jeque Zayed, de Abu Zabi, era como Fahd, un granamigo del <strong>rey</strong>. "¡<strong>Un</strong> personaje extraordinario!”, solía decir de él Juan Carlos. Supuestamente, afinales de los setenta el Gobierno de Suárez había adoptado un acuerdo para que un porcentajepequeño de las transacciones comerciales petrolíferas realizadas por España con otras monarquías

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