129largo, fueron destacadas por toda la prensa menos, sospechosamente, por los noticiarios deTelevisión Española. Al Gobierno le sentaron como una patada en el hígado. Algunos incluso lascalificaron como "injerencias" en asuntos políticos que no le correspondían.A pesar de los pesares, en la complicada etapa política que el PSOE todavía tenía que atravesar, al<strong>rey</strong> también le tocó sufrir un poco. Al poco tiempo del asunto de Granada, pareció involucrarse élmismo en un nuevo lío mediático, provocado por el inocente Felipe González, como un pequeñoaviso del hecho de que si caían ellos caerían todos. Fue en 1992. Empezó cuando el presidente, "sinquerer", le dijo a un periodista que el <strong>rey</strong> no estaba en España. Los primeros en publicarlo fueronlos de El País, pero después toda la prensa se dio cuenta de que aquello era muy irregular, porqueno se tenía constancia oficial de su ausencia, y su firma figuraba en decretos como si no hubieraabandonado el Estado. Para complicarlo aún más, se acabó filtrando que estaba de vacaciones enSuiza... ¡con una amante! Fue un escándalo terrible, que acabó costándole la cabeza, en un juego deintrigas complicadísimo, no a Felipe sino a Sabino Femández Campo.En el mensaje de 1994, el <strong>rey</strong> volvió a hacer referencia al tema de la corrupción, pidiendo que secorrigieran "con firmeza los abusos cometidos". Tenía que salvar la cara como fuese, después deque, aparte de miembros importantes del PSOE, varios amigos íntimos (Miguel Arias, ManuelPrado, el príncipe Tchokotua, Pedro Sitges, Mario Conde...) empezaran a pasar por los juzgados. Lehabría costado poco dejarlos tirados a todos en aras de la monarquía para seguir adelante impoluto yen solitario. Pero ¡alerta!, que el PSOE de Felipe González no estaba dispuesto a bajar solo alinfierno, cosa que sí habrían aceptado algunos de sus íntimos, siguiendo el modelo de su fielArmada, por ejemplo. Y es necesario no olvidar que el mismo <strong>rey</strong> era escuchado por el CESID almenos desde 1990. En este sentido, no se sabrá nunca hasta qué punto y con qué clase de secretos elPSOE lo tenía en sus manos. En octubre de aquel año, como se supo después, el CESID le habíacaptado de forma "casual" en el sistema de boy escouts hablando desde el coche, cuando se dirigía a"una cita". "¡Vaya por Dios! A ver... A ver, qué ha dicho éste...", se alarmó Manglano cuando letrajeron la cinta. A partir de este momento, la actividad adquirió una gran importancia, traspasada aotro sector, controlado directamente por Manglano, porque "con estos bobones nunca se sabe".Mientras el <strong>rey</strong> jugaba al squash, se iba a esquiar a los Alpes o a las regatas de Mallorca, el PSOEse había dedicado, durante años, a través de los servicios secretos, a grabar y archivar susconversaciones privadas con sus amigos (Manuel Prado, Carlos Perdomo, Tchokotua...). Cuando sesupo en 1995, tuvieron que dimitir el vicepresidente del Gobierno, el ministro de Defensa NarcísSerra, Julián García Vargas; y el jefe del CESID, el general Manglano. Pero el mal ya estaba hecho.Los líos económicos se convirtieron en moneda de chantaje contra la Corona utilizados por los quetenían acceso a la información. Sobre todo cuando el PP llegó al Gobierno, el <strong>rey</strong> tuvo que dejar deestar permanentemente de vacaciones para intervenir en varios asuntos que requerían su atención,en favor del Gobierno que durante tantos años le había dado una vida regalada.
130CAPÍTULO 14: FORTUNA PERSONALEspíritu de negociadorEl <strong>rey</strong> reconoce que hizo el primer mal negocio de su vida cuando tenía cinco o seis años. Fue enLausana. <strong>Un</strong> español que había ido a visitar a su padre le regaló una pluma de oro. Justo delante delHotel Royal, donde vivían entonces, había una tienda donde los niños solían comprar caramelos ychocolate. Como "Juanito" no tenía ni un céntimo en el bolsillo, tuvo la idea luminosa de vender lapluma al portero del Hotel por cinco francos, e ir a salto de mata a gastárselos en golosinas. CuandoDon Juan se enteró, fue a ver al portero y tuvo que compensarle con diez francos para recuperar lapluma. "¡Me has hecho perder cinco francos!", riñó al hijo que, con el tiempo, le haría perdermuchísimo más. Siempre tuvo espíritu de negociador, que afloraba a la mínima ocasión. Cuando yaera adulto, continuó demostrando un talento escaso para los asuntos económicos, y hacía tratos pocoafortunados, como cuando le cambió al periodista Jaime Peñafiel, habitual en La Zarzuela, unacámara fotográfica Nikon moderna que éste tenía, por una valiosa Leika-Flex con motor propiedadde la Casa Real.Dicen quienes le conocen que desde que era niño se ha preocupado de proveerse de cierta seguridadeconómica, para librarse de los fantasmas de las penurias del pasado, cuando su pobre padre teníaque "mendigar" yates, palacios y Bentleys a los amigos para poder vivir sin renunciar a los "dryMartinis". Y se señala como un rasgo característico de su carácter una brusca obsesión compulsivapara no perderse las oportunidades que ve alrededor. El editor José Manuel Lara fue testigo en unaocasión. Hacía ya no se sabe cuántos años que perseguía al ex-secretario del <strong>rey</strong>, Sabino FemándezCampo, para conseguir con sus memorias lo que sería uno de los best sellers más importantes de lahistoria editorial española. Pero Sabino siempre lo rechazaba, alegando que "lo interesante no lopuedo contar y lo que puedo contar, no tiene ningún interés", lo que era un argumento muy honradopor su parte. De todos modos, Lara no dejaba de insistir, y un día que coincidieron en unrestaurante, se lo recordó nuevamente y llegó a ofrecerle un cheque en blanco. Y Juan Carlos, quecomía con Sabino, dijo de pronto: "Pero yo quito una parte, ¿eh?"Pese a no tener una gran agudeza para los negocios, Juan Carlos ha sabido rodearse toda la vida debuenos colaboradores que le han ayudado en este terreno; igual que otros lo han hecho en el ámbitopolítico. Al margen de que algunas operaciones poco sutiles fueron fracasos sonoros, por lo generalla cosa no le ha ido mal. La etapa del Gobierno del PSOE fue especialmente fructífera. Aunque élno figurara oficialmente, sus amigos íntimos no se quedaron fuera prácticamente de ningún granacontecimiento: Ibercorp, Expo 92, KIO, etc. Después todo les explotó en las manos. Pero, por loque se sabe, no tuvieron que devolver ni una peseta. Con talento o sin él, casi siempre utilizandomecanismos --como veremos- muy simples, Juan Carlos ha conseguido ir amasando a lo largo delos años una modesta fortuna personal, con la cual, como su vida está sometida al control de laopinión pública, no puede hacer gran cosa. De todos modos, el Estado le paga casi todos los gastos.
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