69La princesa Sofia se enteró antes de que el príncipe y que la mayoría de los españoles, cuando ibaen el coche para llevar a los niños al colegio, porque tenía por costumbre escuchar por radio lafrecuencia de la Policía. Cuando llegó a La Zarzuela, fue a decírselo rápidamente a Juan Carlos a sudespacho. En aquel momento le llamaban por teléfono para darle la noticia Los príncipes quisieronir enseguida al hospital, pero Armada no estaba demasiado seguro de que fuera prudente, y decidióenviar antes una "avanzadilla", en misión de exploración, porque no se sabía si era un hecho aisladoo si era una acción coordinada de manera más amplia. Al final, les dio permiso y los príncipesmarcharon en un coche que conducía el mismo Juan Carlos, aunque ya no había heridos que visitar.Después, al volver a La Zarzuela, el príncipe habló con Franco, y llegaron al acuerdo de queacudiría a presidir el entierro en representación suya, vestido con el uniforme de la Marina parahonrar al almirante.El atentado contra Carrero tenía el claro objetivo de desactivar, o como mínimo entorpecer, losmecanismos que había puesto en marcha el Régimen para facilitar la transición de poderes a JuanCarlos cuando Franco muriera; es decir, la perpetuación del mismo Régimen. Pero curiosamente,las revisiones recientes sobre la Transición se han negado a entenderlo así. Según la excéntricanueva versión que han elaborado periodistas del calibre de Victoria Prego (relanzada últimamente ala actualidad con su célebre frase "¡A por ellos!", en la Puerta del Sol de Madrid), ETAprácticamente pretendía boicotear el camino hacia la democracia, encarnada en el mismo CarreroBlanco, un demócrata de toda la vida como sabe todo el mundo y, para complicar mas la peripecia,los servicios secretos de los Estados <strong>Un</strong>idos debían haber colaborado en el atentado con ETA, pesea que los padres de la nueva versión de la historia no pueden aclarar con qué intención exactamente.Sobran comentarios críticos sobre estas versiones de martingalas palaciegas. La falta de rigor estáprotegida por la constante desinformación de los medios de comunicación, con una especialrelevancia del puro espectáculo televisivo en que los informativos se han transformado.La única cosa cierta es que la muerte de Carrero supuso un trastorno importante para los planes yaelaborados por el grupo concreto de tecnócratas monárquicos del Opus involucrados en la"Operación Lolita". Más que nada, para que Franco, ya en plena decadencia física,inexplicablemente aprovechar para hacer un cambio en la línea de gobierno, probablementeinfluenciado por su familia. Ante la sorpresa general, nombró presidente del Gobierno a CarlosArias Navarro, un falangista, cuando lo más lógico habría sido que a Carrero le sucediera elvicepresidente, Torcuato Fernández Miranda. Arias era precisamente el político responsable de lacatástrofe del atentado, como ministro de la Gobernación (Interior). Conocido popularmente con elapodo de "El carnicero de Málaga" (denominación que se había ganado en su época de represor,como fiscal militar de Málaga durante la posguerra), no se podía decir que fuese un hombreespecialmente carismático. Y nadie entendió su nombramiento. Pero tampoco la enigmática frase"no hay mal que por bien no venga", que dijo el Caudillo al referirse a la muerte de Carrero, en sudiscurso, surrealista, de fin de año. Que sus decisiones fueran comprendidas o entendidas no era unade las mayores preocupaciones de Franco.Lo único que ocurrió fue que Franco siguió los consejos de lo que se conocía como "el búnker" o"aparato del Pardo", un grupo muy próximo a él que integraban su señora, Carmen Polo; suyerno, el marqués de Villaverde; su médico, Vicente Pozuelo; y sus ayudantes, el general JoséRamón Gavilán y el capitán de Marina Antonio Urcelay. Arias Navarro representaba para ellos lagarantía de que podrían seguir allí, mandando, en el futuro. Para el grupo "Lolita" todo se derrumbó
70momentáneamente. Los seguidores del almirante fueron destituidos en cadena: Gregorio LópezBravo, José María López de Letona, Gonzalo Fernández de la Mora... Torcuato Fernández Miranda,que también pronunció un simpático discurso en aquella época, como despedida de su cargo, en elque hablaba de "nubarrones" y otros fenómenos atmosféricos que padecía España, fueprácticamente expulsado de la vida política y tuvo que refugiarse en la residencia del Banco deCrédito Local. Laureano López Rodó tuvo más suerte, con un nuevo destino en Viena, comoembajador. Pero ellos y los demás volvieron después, con la subida al trono de Juan Carlos.Por lo demás, que Arias estuviese al frente no sería tan trascendental. Quizás no era tan hábil comoFernández Miranda, lo que podría haber dificultado el cambio pacífico y sin ruptura. Pero los planesUSA siguieron adelante con él. En el entorno del príncipe no hubo cambios.El trabajo de sus colaboradores continuó en la misma línea. Y Arias, a su manera, elaboró elborrador de su propio plan de transición pacífica. El 12 de febrero de 1974 lo expuso ante las Cortesen un memorable discurso, que retardaba un poco el ritmo sobre el plan de los del Opus, pero nointroducía cambios sustanciales. Su programa, como el de aquéllos, rechazaba toda "ruptura",opción por la que se luchaba en los movimientos populares. La diferencia entre Arias y lostecnócratas estaba en el hecho que el aperturismo proyectado se basaba en la modificación de lasLeyes Fundamentales no por la vía de la reforma, como en el plan del Opus, sino por la vía de lainterpretación. Igual que la "Operación Lolita", el "Espíritu del 12 de octubre" de Arias Navarroconsistía en "vestir al muñeco" del franquismo con un nuevo disfraz, sin cambiar la esencia. Paraponer su plan en marcha, el 16 de diciembre de 1974, Arias aprobó el Estatuto de las AsociacionesPolíticas, de tan corto alcance que les pareció ridículo hasta a los mismos falangistas.Con la "Operación Lolita" o sin ella, fuese como fuese, el Régimen pudo recomponer la situaciónpolítica sin excesivos problemas tras la muerte de Carrero. Esto no quiere decir que, en unprincipio, no supusiera en efecto un momento especialmente peligroso, por el hueco momentáneode poder que implicaba, para la estabilidad. Así lo c<strong>rey</strong>eron, entre otros muchos, Trevijano y DonJuan, que vieron entonces una oportunidad, apoyándose en la oposición democrática, para provocarla ruptura con la finalidad particular, en el caso del conde de Barcelona, de recuperar la corona quehabía perdido su padre y que ahora le quería quitar su hijo.Esta vez fue Trevijano quien telefoneó a Don Juan, y no al revés, tan pronto tuvo noticias de lo quehabía pasado. Y le organizó en París, en el Hotel Meurice, una entrevista con todos los exiliados,con los intelectuales, con la gente del Ruedo Ibérico... La idea era que Don Juan hiciera unasdeclaraciones al diario francés Le Monde, la biblia del progresismo europeo, en las que semanifestara en contra de todo lo que significaba la dictadura. Naturalmente, las declaraciones eranfruto de la creatividad de Trevijano, y se resumían en doce puntos clave, que incluían la amnistía, lalegalización de todos los partidos políticos, un referéndum para decidir si se quería monarquía orepública, el reconocimiento de los derechos de las diversidades nacionales del Estado, elestablecimiento completo de las libertades y derechos civiles, la libertad sindical y de prensa, laindependencia del poder judicial y la separación entre Iglesia y Estado. Tras las declaraciones, losdiversos partidos políticos y grupos de la oposición se fueron sumando en cadena, apoyando ladeclaración, para crear una situación irreversible de ruptura con el Régimen. Todos aceptaron elproyecto. Don Juan se hizo demócrata para la ocasión y también accedió. La publicación estabaprevista para el día 28 de junio. Pero cuando ya estaba todo listo, la intervención de Juan Carlos yde los consejeros tradicionales de Don Juan estropeó el asunto en el último momento. Aunqueestaba claro que la iniciativa suponía la ruptura, a la vez que con Franco, con su hijo, Don Juan tuvo
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