163CAPÍTULO 17: DE SABINO A CONDE, Y DE CONDE A POLANCOSabino, el censor del <strong>rey</strong>Ni el <strong>rey</strong> ni la reina fueron al entierro del hijo de Sabino Femández Campo cuando murió enaccidente de tráfico en 1994. En lugar suyo, como representación, enviaron a la persona que habíasustituido a Sabino un año antes en la jefatura de la Casa Real, Fernando Almansa. Con estafrialdad el monarca se dignó acabar sus relaciones con quien durante casi 20 años había estado a suservicio en La Zarzuela. Sabino, el "jefe", como le llamaba el <strong>rey</strong>, fue un personaje fundamental enla historia de la monarquía española, puesto que aportó habilidad política para resolver situacionesdifíciles en múltiples ocasiones, y transfirió a la Corona su propia imagen de prudencia que no secorrespondía en realidad con las decisiones que Juan Carlos tomaba por su cuenta. Sabino corregíasus deslices, ocultaba informaciones comprometedoras, dirigía los pasos que tenía que hacer…actuando casi siempre, más que como secretario, como un "tutor" y un "apagafuegos" enbarrabasadas políticas. Pero no nos engañamos: de todo esto Juan Carlos habría de estar agradecido,pero no un país al cual colaboró a engañar con el único objetivo de perpetuar el sistemamonárquico, con censura, mentiras y operaciones de lavado de imagen, en temas tan serios como el23-F.Sabino Fernández Campo inició su carrera de militar en la Guerra Civil, cuando se alistó comovoluntario --del lado de los "nacionales", claro está--, y fue alférez y teniente provisional en la"defensa" de Oviedo. Aunque estudió Derecho, ya no abandonó nunca el Ejército, donde destacópor su formación académica y, en general, por sus capacidades intelectuales. Entre 1957 y 1961tuvo uno de sus primeros destinos en la Comisión de Enlace con la Misión Americana, dondecoincidió con Alfonso Armada. Y a comienzos de los sesenta completó su formación realizando elcurso "The Economics of National Security" ('La economía de la seguridad nacional'), de laInternational College de las Fuerzas Armadas de los Estados <strong>Un</strong>idos. Años después visitó lasacademias militares norteamericanas más legendarias y prestigiosas. De 1960 a 1963 fue interventorde la Casa Militar de Franco y después tuvo varios cargos, en intendencia, en el Ministerio delEjército, junto a diferentes ministros del franquismo. El paso a cargos políticos lo dio en 1975, conel apoyo de Alfonso Armada, que le conocía desde hacía años y le recomendó para el cargo desubsecretario de la Presidencia, incluyéndolo en el equipo que el mismo Armada, Camilo Mira yAlfonso Osorio habían formado para ir preparando el acceso de Juan Carlos al trono después de queFranco muriera.Tras la muerte del dictador, con el primer Gobierno de Suárez, Sabino fue llamado --nuevamentecon la recomendación de Armada-- a la Secretaría del Ministerio de Información y Turismo. <strong>Un</strong>sitio fundamental durante los meses clave de la Transición, cuando se comenzó a desmantelar laCadena de Prensa y Radio del Movimiento y hacía falta disponer de gente muy hábil, capaz deorganizar el control sobre los medios de comunicación en un nueve contexto. El tratamiento
164informativo de temas como la amnistía política, la autoliquidación de las Cortes franquistas, elreferéndum para la reforma política, la legalización de los partidos políticos o la renuncia de DonJuan no se podía dejar en manos de cualquiera. Formó parte de la comisión gubernamentalencargada de pasar revista a la propaganda electoral en las primeras elecciones generales de 1977,para censurar cuanto hiciera falta, y su papel no fue precisamente poco beligerante. Y, por logeneral, sus encuentros y despachos tanto con el <strong>rey</strong> como con Adolfo Suárez, con respecto a latelevisión, fueron frecuentes durante esta etapa. Cuando Armada fue cesado como secretario de laCasa Real, por imposición del presidente Suárez, recomendó a Sabino para el cargo. El 31 deoctubre de 1977 tomó posesión oficialmente. De su competencia dependían en La Zarzuela elprotocolo, la intendencia, los servicios que tramitan el derecho de petición, el estudio de losprogramas de actividades, el archivo general, la programación de visitas oficiales, la preparación delos despachos con el presidente del Gobierno... es decir, prácticamente todo. Pero Sabino prestóatención sobre todo a las relaciones con los medios de comunicación, en un momento político enque, como hemos visto en los capítulos correspondientes, construir una buena imagen de lamonarquía en función de estudios de opinión era el objetivo fundamental de la Casa. La manoizquierda del secretario para tratar asuntos delicados y negociar con la prensa se hizo legendaria.Según el parecer de muchas personas, su técnica consistía en ofrecer información a cambio desilencios. "No publicas esto y te doy información sobro esto otro". Pero como trasfondo habíamucho más. Esto sólo valía para tratar con quienes ya estaban bien predispuestos, los "buenoschicos" de la prensa, que aceptaron sin problemas un "pacto entre caballeros" para no atacar lafigura del <strong>rey</strong>. Aunque la aprobación de la Constitución supuso el reconocimiento legal del derechoa la información y la libertad de expresión, los casos de censuras y sanciones por supuestas injuriasal <strong>rey</strong> se fueron sucediendo año tras año, aunque los conflictos fueron quedando relegados cada vezmás a sectores casi marginales o alternativos. Por citar sólo algunos ejemplos, el 13 de febrero de1981 fue secuestrada la revista Punto y Hora; en noviembre de 1985, la revista satírica ElCocodrilo; en noviembre de 1987 el Tribunal Supremo condenó a seis años de prisión al periodistaJuan José Faustino Fernández Pérez, de la revista Punto y Hora (aunque en el año 1990 elConstitucional suspendió la condena); y en febrero de 1990, condenó a un año al articulista IñakiAntigüedad, por la publicación de una columna titulada "¡Juan Carlos fuera!" En todos los casos elpresunto delito era el de "injurias al <strong>rey</strong>".Pero la obra clave de Sabino fue, sin duda, la manera en que solucionó el problema de lasacusaciones de José María Ruiz Mateos, tras la expropiación de Rumasa en el año 1983. Auncuando el mismo Ruiz Mateos aportaba documentación sobre pagos mediante transferencia a laCasa Real, no hubo manera de que ningún medio de comunicación se atreviera a publicarlo, ni queningún grupo político solicitara una investigación, ni nada de nada. Al parecer, para un tema tandelicado, no valía presentar denuncias por injurias e hizo falta llevar la negociación siguiendo otramodalidad. También es destacable el episodio, que ya se ha relatado, en que intervino para comprarlas cartas de la condesa Olghina de Robiland, en 1985, con el fin de evitar su publicación. Con unaedad idónea (20 años mayor que el <strong>rey</strong>), con todo lo que sabía y teniendo en cuenta además todoslos líos que le había solucionado, Sabino llegó a representar una verdadera autoridad moral en LaZarzuela , suficiente para permitirse actuar como "tutor" del monarca. Como cuando Juan Carlosvolvió en litera de unas vacaciones y Sabino le dio un respetuoso tirón de orejas dialéctico, conaquello de que "un <strong>rey</strong> sólo puede volver así de las cruzadas". Por otro lado, se preocupaba de“aconsejarle" que no se metiera en aventuras como la de dejarse regalar un barco o un reloj, etc.Sería difícil valorar hasta qué punto esta actitud de Fernández Campo sirvió para salvar a lamonarquía o, al menos, para ayudar a consolidarla. Pero a Juan Carlos llegó a cansarlo. A partir de1992, sobre todo, cuando otras influencias ya estaban bien instaladas a su alrededor, Sabino empezóa perder puntos a pasos agigantados y empezaron a trascender las discrepancias entre ellos. <strong>Un</strong>a delas primeras decisiones que el <strong>rey</strong> tomó en franca oposición a las indicaciones de Sabino fue dejarse
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