127Gobierno. El <strong>rey</strong> no es criticable de ninguna de las maneras. El director general de la Oficina deInformación Diplomática (OID), Fernando Schwartz, pidió disculpas públicamente. Por su parte,Felipe González lamentó lo que había pasado, y el entonces ministro de Asuntos Exteriores,Fernando Morán, se irritó. Pero a quien le costó el cargo fue a Carlos Miranda, entonces directorgeneral para Asuntos de Latinoamérica. La Casa Real no se pronunció. Según las explicaciones queen aquel momento se dieron a la prensa, es habitual que los discursos de los viajes oficiales o devisita del <strong>rey</strong> se encarguen al ministerio correspondiente. En este caso, el encargo había pasado a unfuncionario de la Sección de Latinoamérica de Asuntos Exteriores. Entre la documentaciónfacilitada se hallaba el borrador del famoso artículo de Felipe González. Tras el funcionario, eldiscurso había pasado por varias manos: el director general de Latinoamérica (Carlos Miranda), elministro de Asuntos Exteriores (Fernando Morán), la Presidencia del Gobierno, y después, paraacabar, por las manos de la Casa Real, donde se revisó de nuevo y se pulió la redacción (no mucho,al parecer). Total, que todo había sido algo así como el error informático de Ana Rosa Quintana enla novela-plagio Sabor a hiel. A pesar de los pesares, parece que a nadie le llamó la atención elhecho de que el artículo de Felipe González --como se podía deducir fácilmente del episodio en elque su "borrador" aparecía en manos de un funcionario-- tampoco lo hubiera escrito él mismo. Ni sepuso en duda quién intervenía en la redacción de los discursos institucionales. Y si nadie dudó delpresidente, mucho menos del <strong>rey</strong>, que años después, en su biografía autorizada, firmada por JoséLuis de Villalonga, seguía manteniendo respecto a sus discursos, sin el menor asomo de vergüenza,que "El presidente del Gobierno sabe lo que voy a decir (no sería leal por mi parte ocultárselo), perono sabe qué términos voy a expresar... Las líneas maestras de mis mensajes son siempre obra mía.Luego las discuto aquí, en palacio, con mis colaboradores más íntimos. Después, según el tema quetengo que tratar, hago que me aconsejen juristas, sociólogos, a veces el ministro de AsuntosExteriores, incluso militantes... Pero no hay en España un speech writer como en los Estados<strong>Un</strong>idos o como en Inglaterra". Tan poca importancia dan a lo que pueda pensar la gente respeto aesta cuestión, que Sabino Fernández Campo, el secretario, ni siquiera se preocupó de "censurar"esta parte del libro, cosa que sí hizo con otros párrafos que ya hemos comentado que desaparecieronen la edición española (sobre todo los que hacen referencia al 23-F).Golpes que no fueron de EstadoA lo largo del "reinado" del PSOE, mientras el <strong>rey</strong> se divertía en Mallorca, en Baquèira, en Suiza odonde fuese, su valoración en las encuestas registraba los índices más elevados de popularidad, porencima del 80%, que crecían de manera imparable. Y los únicos inconvenientes eran los <strong>golpe</strong>s quecon "real" torpeza se daba de vez en cuando, mientras jugaba a alguno de sus juegos favoritos, quele obligaban a estar de baja durante largos períodos. Aunque esto nadie lo podría atribuir a lossocialistas. Antes, en julio de 1981, ya había tropezado con una puerta de vidrio cuando se dirigía ala piscina de La Zarzuela, y le tuvieron que escayolar un brazo. Pero después vinieron muchosaccidentes más, que no pillaban nunca al monarca trabajando. En enero de 1983, durante lasvacaciones navideñas en Gstaad, tuvo uno de los accidentes más graves. Resbaló con una placa dehielo, cosa que le produjo una fisura en la pelvis. Fue un susto importante que casi le costó untestículo. Tras ser atendido en Suiza, fue trasladado rápidamente a Madrid. Cuando SabinoFernández Campo, el secretario de la Casa Real, fue a recibirlo y lo vio postrado en la litera en quelo bajaban del avión, pálido, demacrado, despeinado.., vaya, hecho un asco, no pudo dejar deexclamar: "Señor, con todo respeto, tengo que decirle que un <strong>rey</strong> sólo puede tener ese lamentableaspecto si viene de las cruzadas". La recuperación de don Juan Carlos duró dos meses, pero le dejó
128como secuela un hematoma interno que originó una fibrosis reactiva ("brida fibrótica pelvianaperiuretral que ejerce presión sobre el uréter izquierdo"), que tuvo que ser operada dos añosdespués. En la intervención se le extirpó la fibrosis y parte del testículo izquierdo. Los médicos lerecomendaron entonces que pusiera las partes al sol para favorecer la cicatrización, y fue cuandotuvo la mala suerte de que un paparazzi le fotografiara desnudo sobre la cubierta del yate Fortuna enaguas de Mallorca, como si fuera un "naturista", cuando sólo lo hacía por prescripción facultativa.En 1988 se dio un cacharrazo cazando en Suecia. Cuando perseguía alborotado una pieza, una ramale dio un <strong>golpe</strong> en el ojo a traición. En diciembre de 1989, durante unas vacaciones en la estación deCourchevel (los Alpes franceses), otra trompada le produjo contusiones y heridas en la cara. El 28de diciembre de 1991, esquiando en Baqueira, se cayó otra vez, mientras bajaba por una pendientemuy empinada, y se hundió el disco tibial de la rodilla derecha, por lo que tuvieron que intervenirlequirúrgicamente una vez más. Tuvo que traer muletas hasta el mes de abril. La Casa Real,preocupada por el hecho de que los españoles pudieran empezar a pensar que tantos <strong>golpe</strong>s no eranuna cosa normal, difundió la versión de que el accidente había sido contra otro esquiador que cruzóel camino que seguía él. El misterioso obstáculo no fue identificado nunca, aunque las redaccionesde algunas revistas se llenaron de espontáneos que se querían atribuir el honor.El Gobierno idílico del PSOE y el Rey empezó a entrar en una zona oscura cuando los escándalosde corrupción que afectaban al Gobierno empezaron a aparecer en la prensa y acabaron salpicando ala Corona. En un primer momento, la unión no se rompió. En 1990, cuando la oleada de escándalosapenas había empezado, la Casa Real y La Moncloa se aliaron para tirar de las orejas a la prensa.Ya habían salido a la luz, en cuanto al PSOE, los primeros episodios de corrupción, especialmentelos casos de la renovación de la flota de Iberia y el asunto Juan Guerra. Y, con respecto al <strong>rey</strong>, dospublicaciones, el semanario Tribuna y el diario El Mundo, en el mes de agosto, habían osadopublicar varios reportajes críticos sobre los "líos de la corte de Mallorca", con titulares como "Asíse forran los amigos del <strong>rey</strong>".En el discurso de aquel año el <strong>rey</strong> pronunció las palabras siguientes: "Si la libertad de expresiónimplica por parte de todos la capacidad para aceptar las críticas y las opiniones diversas, el derechoa la información veraz exige de los medios de comunicación social la máxima profesionalidad yresponsabilidad en el ejercicio de su tarea. Si hay que pedir comprensión ante las críticas a quieneslas reciben, es legítimo pedir también mesura y respeto a la verdad a quienes las hacen". Suspalabras no gustaron nada a la prensa y se empezó a difundir el rumor de que el párrafo en cuestiónhabía sido una imposición de La Moncloa. Se dijo que el mismo Felipe González lo había incluidode propia mano, en contra incluso del entonces máximo responsable de la política de la Casa Real,Sabino Fernández Campo. Curiosamente, El País fue el único diario que no se sumó a las críticas almensaje navideño. Cuatro días después (el 28 de diciembre) se publicó una felicitación del <strong>rey</strong> porla celebración de los primeros 5.000 números del diario, en la que decía: "Siempre he estado segurode que, como Rey, podría contar cono 'El País' en cada ocasión en que la historia reciente lorequería, es decir, cotidianamente, en los momentos más graves y en los más livianos". Pero éste nofue el final de la historia, ni mucho menos. <strong>Un</strong>os meses después, en el transcurso de un viaje oficiala Granada, en junio de 1991 el <strong>rey</strong>, evidentemente aconsejado por otras personas, se refirió porprimera vez a la corrupción: "Es lógico que… queráis romper con la desidia y la corrupción que hanmalogrado tantas cosas en España", dijo en un contexto en el que el caso Guerra estaba muycalentito. Y sus palabras, dichas como quien no quiere la cosa en medio de un discurso bastante
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