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Procedimientos-de-la-Inquisicion

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Con no menor constancia <strong>la</strong> conso<strong>la</strong>ba su tia y <strong>la</strong>exhortaba á que tuviese presencia y tranquilidad <strong>de</strong>ánimo, puesto. que (le <strong>de</strong>cía) <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> pocas horas sehal<strong>la</strong>rían con Cristo en los cielos.La excelente calidad <strong>de</strong> estos procedimientos, y sobretodo <strong>de</strong> los siguientes, exige que no se agreguencomo innobles ó ba<strong>la</strong>díes al montón <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más,pues aventajan tanto á todos los procedimientos anteriores,cuanto el santo Tribunal aventajaba á los otrosvulgares y civilotes tribunales. De esta c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> procedimientos,el primero, el más secreto y el más útilpara <strong>la</strong> Inquisición, era el abuso <strong>de</strong> <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mada confesiónsacramental, abuso que, según sus mismos cánones,es un muy grave pecado. Pero al santo Tribunaltodo le era lícito. Para algo era tribunal eclesiástico.Cuando alguno <strong>de</strong> los presos caía enfermo, preguntábanlesi quería usar <strong>de</strong> <strong>la</strong> sagrada confesión, yesto con dos fines: primero, para que aprobase ó reprobase<strong>la</strong> auricu<strong>la</strong>r confesión; y segundo, para ver sien el<strong>la</strong> podían persuadirle á que <strong>de</strong> sí ó <strong>de</strong>l prójimo<strong>de</strong>c<strong>la</strong>rase alguna cosa con que el santo Tribunal tuvieraentretenimiento. Si accedía el enfermo, presentábaseleluego un clerigote acompañado <strong>de</strong> un escriba,y <strong>de</strong>jando á éste secretamente á <strong>la</strong>s puertas <strong>de</strong> <strong>la</strong>prisión en que yacía el enfermo, emprendía el clerizonte<strong>la</strong> faena <strong>de</strong> <strong>la</strong> confesión. Ya a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntando un tantoen ésta, preguntaba al pobre enfermo si estaba imbuidoen algunas opiniones heréticas, si había tratadocon algún prójimo acerca <strong>de</strong> estas mismas opiniones,por quién y cómo <strong>la</strong>s supo, etc., etc.; exhortábaleá que confesase todo esto ingenuamente, á que norece<strong>la</strong>se <strong>de</strong> él perfidia alguna , á que creyese en <strong>la</strong>splenas faculta<strong>de</strong>s que él traía <strong>de</strong> los señores inquisidorespara perdonarlo y purificarlo todo, á que, enfin, lo <strong>de</strong>scubriese todo y abriese su pecho en <strong>de</strong>scargo<strong>de</strong> su conciencia, para tranquilidad <strong>de</strong> su ánima ypara su eterna salvación. Si el penitente, débil, enfermo,triste, preso y perseguido hasta lo más íntimo <strong>de</strong>su ser, no oponía ó no tenía ya fuerzas para oponer

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