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Mayo Nº 78 - Biblioteca Virtual El Dorado

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pretensiones del hombre de salir de su atmósfera natural. Da a su via-Jero el nombre de Icaro como tributo al mitológico hijo de Dédalo, cuyasalas, unidas con cera a su cuerpo, derritió el calor del sol cuando ya elmozo iba llegando al cielo.Menipo hace su primer vuelo hasta la luna, para lo cual adapta asus hombros y brazos un ala de águila y otra de buitre. Vuela tres milestadios para llegar a Diana, distante ésta del sol quinientas parasangas,Allá encuentra a Empédocles, aquel que se arrojó al cráter del Etna paradar la impresión a los hombres de que había volado directamente alOlimpo. <strong>El</strong> volcán puso en evidencia su farsa al arroj al' a la tierra dUSsandalias. Empédocles, lanzado a la luna por la erupción, se acerca dMenipo para socorrerlo y señalarle el camino hada los dioses.Sería asunto de nunca acabar t.raer aquí cuanto el hombre ha creadocon su imaginación, en relación con el infinito, desde <strong>El</strong> Ramayana deValmiki, escrito mil quinientos años antes de Cristo y en el que son frecuenteslos carros que atraviesan las regiones siderales, hasta el profeta<strong>El</strong>ías, arrancado de la tierra en ígneo carruaje, y sin olvidar a Pegaso,nacido de la sangre de la Medusa decapitada por Perseo, que hizo viajedirecto al Olimpo no sin antes dar nacimiento con un golpe de coz a, lafuente de Hipocrene.Pero no se limitó el hombre a fantasear sobre planetas y astros. Consentido utiltarista, los usó para orientarse. Como bien lo recuerda Luciano,los fenicios, los más audaces navegantes de la antigüedad, estudiaronel curso de las estrellas y por ellas se guiaron en Sus largos recorridosmarinos, mucho antes de que se inventara la brújula.Esos conocimientos empiricos del mundo sideral se amplían óptimcimenteantes de que Cervantes viniera al mundo. CopérnÎCo y Galieo dedplazanel centro de nuestro universo hacia el sol, y la tierra queda convertidaen una modesta provincia del sistema solar.En el Capitulo xxix de la segunda parte del Quijote, el que relata elregocijado episodio del barco encantado, el héroe cervantino lamenta lafalta de un astrolabio "con qUe medir la altura del polo". <strong>El</strong> autor couociaperfectamente que los polos son equidistantes del ecuador y todo loque por entonces se sabía de la tierra en relación con el sol y los planetas,y sólo por una concesión humorística a las falacias populares de su tiempoconviene en que los parásitos que lleva el hombre mueren cuando éstepasa la línea ecuatoriaL.Mas no es mi propósito exponer los conocimientos que Cervantes teníadel sistema solar y nuestro planeta. sino presentar el atisbo que éltuvo de lo que el hombre de hoy habría de realizar en la conquista delespacio.Cuando, a raíz de la aventura astronáutica del norteamericano Glenn,yo leí que éste había manifestado que en el breve tiempo de dos horasy media qUe éi pasó dándole vueitas a la tierra vió salir el sol cuatro veces,recordé la exploración de don Quijote en la Cueva de Montecinos.Salido el caballero de ella procedió a relatar las cosas de maravilas yencantamientos que all había visto y tan larga fue su narración, que IÒIprimo del licenciado que había amistado con don Quijote en las bodas deCamacho no pudo menos que observar:"-Yo no sé, señor don Quijote, cómo vuesa merced en tan poco es-LOTERIA 55

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