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Mayo Nº 78 - Biblioteca Virtual El Dorado

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desta manera vamos subiendo, presto daremos en la reglOn del fuego yno sé yo cómo templar esta clavija para qUe no subamos donde nos abrasemos".Todo esto lo oyen los duques y sus corifeos, con la precisión con queescuchan los técnicos de las bases de lanzamiento de los cohetes astronáuticos las observaciones del ocupante aventurero, ruso o angloamericano,Los burladores de don Quijote y Sancho acercan a los cabalgantes deClavileño estopas encendidas, hasta chamuscar las barbas del escudero,quien resiente el calor y dice:"--Que me maten si no estamos en el lugar del fuego, o bien cercaporque una gran parte de mi barba se me ha chamuscado, y estoy, señor,por descubrirrne y ver en qué parte estamos.Védase don Quijote con la autoridad del amo y con el recuerdo delríesgo a que estuvo expuesto el licenciado Torrealba cuando, en caso ¡;imilaral que ellos ahora atravesaban, fue aconsejado por el diablo a queabriese los ojos, lo cual no hizo el viajero, salvándose así de una muertecierta.<strong>El</strong> vuelo de don Quijote y Sancho en Clavileño fue, técnicamente,una aventura astronáutica, no un mero traslado de un punto a otro dela tierra, como se hacía en las alfombras mágicas y caballos mecánicosde las Mil y una Noches, Así se desprende de las observaciones de los dosviajeros sobre la región ventosa, que forma la segunda capa de la atmósfera,y la ígnea, lesiva a las barbas del gobernador de Barataria encierne.La aventura termina cuando estallan los cohetes de que iba rellenoClavileño, como un adelanto a los vuelos mOdernisimos, con la rotundadiferencia de que éstos comienzan con el llSO de cohetes como fuerza m'Jtriz,y aquel tuvo cabo con la misma explosiva invención.Es interesante el reportaje que de aquella aventura hacen criado yamo. <strong>El</strong> escudero miente a sabiendas. Crédulo y sin letras, espera quesus embustes hagan impresión en sus oyentes, y, sin enconmendare aDios ni al diablo, dice a la duquesa:"-~o, señora, sentí que íbamos, según mi señor me dijo, volando porla región del fuego, y quise descubrirme un poco los ojos; pero mi amo,a quien pedi licencia para descubrirme, no lo consintió; mas yo, que tengono sé qué briznas de curioso, y de desear saber lo que se me estorbay impide, bonitamente y sin que nadie lo viese, por junto a las naricesaparté tanto y cuanto el pañizelo que me tapaba los ojos y por ahí miréhacia la tierra, y parecióme que toda ella no era mayor que un grano demostaza, y los hombres que andaban sobre ella, poco mayores queavellanas; porque se vea cuán altos debíamos de ir entonces".A la observación de la Duquesa, de que era imposible que Sancho vieraa los hombres más grandes qUe la tierra qUe ocupaban, hubo de replicardon Quijote y apoyar Sancho que todas aquellas cosas iban "fueradel orden natural", como ocurridas en el campo de los encantamientos.Más tarde Sancho ha de asegurar qUe jugó con las Pléyades, que élllama, con el vulgo, "las siete cabrilas", de las que dijo que dos sonverdes, dos encarnadas, dos azules "y la una de mezcla", lo que provocala pregunta cargada de malicia del Duque:LCTERIA 57

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