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Mayo Nº 78 - Biblioteca Virtual El Dorado

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pacio de tiempo como ha qUe está allá abajo, haya visto tantas cosas yhablado y respondido tanto."-¿Cuánto ha que bajé?- preguntó don Quijote."-Poco más de una hora-respondió Sancho."-Eso no puede ser--replicó don Quijote-porque allá me anochecióy amaneció, y tornó a anochecer y amanecer tres veces; de modo quea mi cuenta, tres días he estado en aquellas partes remotas y escondidasa la vista nuestra."-Verdad debe de decir mi señor-dijo Sancho-; que como todaslas cosas que le han sucedido son por encantamiento, quizás lo que anosotros nos parece una hora, debe parecer allá tres dias con sus noches".Creo que no violento la lógica ni incurro en disparate al traer aquíla similtud que hay entre el astronauta contemporáneo que en sus vueltasalrededor de la tierra vió cuatro auroras en dos hOTas y media, y elfantaseador hidalgo qUe en las entrañas de una cueva encantada, cercade las lagunas de Ruidera, le anocheció y amaneció tres veces en el lapsode noventa minutos.Paréceme que existe un impresionante paralelo entre el hidalgo ÌJravay desventurado y los Gagarin y Glenn de nuestros días. Aquel fracasópor haber traido al mundo una forma de hazaña anacrónica y ridícula.Estos acertaron por haber actuado dentro de la realidad contemporánea,socorridos por los buenos hadas de la ciencia, sin la funesta influenciade un Fristón, mas el hidalgo manchego y lOs astronautas contemporáneospresentan una virtud qUe los iguala: el valor indomablepara emprender hazañas prohibidas para quienes no se atreven a penetraren el peligroso mundo de lo maraviloso_Pero no para en la aventura de la Cueva de Montecinos el comerciode Cervantes, a través de sus héroes, con los campos astrales.<strong>El</strong> Capítulo XLI de la segunda parte del Quijote encuentra al hidalgoy al escudero huéspedes de los que tratan de vencer su aburrimientocon burlas regocijadas cuando no crueles, al inmortal binomio humano.Don Quijote se ha comprometido a emprender una hazana de cuyobuen suceso dependían el desencantamiento de la Duena Dolorida y desus compañeras, cuyos rostros estaban afeados por maléficas y tupidasbarbas.Trájose a un patio al caballo ClavileflO, sobre el que habían de cabalgaramoy escudero, estrictamente vendados, para hacer el largo ypeligroso vuelo al reino de Candaya. No dudó un momento el Caballerode la Triste Figura en aceptar el reto que le lanzaba Malambruno y unavez vencidos con reprimendas y sobornos los temores de Sancho, comienzael vuelo. A Sancho le causa extrañeza que yendo a la gran altura queél suponía, oyeran las voces y los ruidos de lOs espectadores, lo cual explicódon Quijote, muy dentro de su razón, como cosa de encantamiento.Deseosos de darle a la burla toda la fuerza de la verdad, los duqueshabían dispuesto que se soplara sobre Clavileño y sus dos ocupantes unabuena cantidad de fuelles. A lo cual observa don Quijote:"-Sin duda alguna, Sancho, que ya debemos llegar a la segunda regióndel aíre, a donde se engrendan el granizo y las nieves; los truenos,los relámpagos y los rayos se engendran en la tercera región; y si es que58 LOTERIA

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