Tanto los griegos como los romanos cultivaronel proverbio con especial <strong>de</strong>dicación.Plinio, Séneca, Horacio, Virgilio y Lucreciorecogieron <strong>la</strong>s expresiones proverbiales popu<strong>la</strong>resy crearon otras que alcanzaron grandifusión, popu<strong>la</strong>rizándose. Esto nos muestraque por el ancho río <strong>de</strong> los proverbioscorren pensamientos originados tanto en lossectores subalternos como en los ilustradosy que ambos se fecundan mutuamente.En <strong>la</strong> Edad Media, los proverbios reflejan<strong>la</strong>s tensiones y conflictos <strong>de</strong> <strong>la</strong> sociedadfeudal europea. Así como hay proverbiosque recogen y afirman los puntos<strong>de</strong> vista popu<strong>la</strong>res, hay otros quetrasuntan un espíritu elitista, profundamenteanti-popu<strong>la</strong>r. Traducen también <strong>la</strong>srivalida<strong>de</strong>s regionales, exaltando <strong>la</strong>s virtu<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un pueblo y cargando <strong>de</strong> sentidospeyorativos <strong>la</strong> i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> los otros.A veces esto se logra no creando nuevosproverbios, sino ree<strong>la</strong>borando en formaten<strong>de</strong>nciosa los ya existentes, dada sunaturaleza tan maleable.Probablemente fueron los clérigos los quemás <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>ron este recurso resemantizador.Pronto el mismo empezó a ser utilizadopor los escritores con fines satíricos.En el Capítulo XI <strong>de</strong> su Gargantúa, Rabe<strong>la</strong>ismezc<strong>la</strong> proverbios reales con otros <strong>de</strong> suinvención, a fin <strong>de</strong> caracterizar <strong>la</strong> sucia infancia<strong>de</strong> este personaje. Otros autores llevarona tal extremo <strong>la</strong> resemantización, quesu sentido original terminó vo<strong>la</strong>tilizado.Sería el caso <strong>de</strong> <strong>la</strong> experiencia que hizoVillon en su Bal<strong>la</strong><strong>de</strong> <strong>de</strong>s Proverbes.C<strong>la</strong>ro que no todos los letrados reconocieronel valor <strong>de</strong> los proverbios. El gran ascendienteque posee este género entre los sectores campesinoslos hizo <strong>de</strong>sconfiar. Se distinguió entreproverbios letrados, para afirmar a estosúltimos y <strong>de</strong>spreciar a los primeros, situándolosen el terreno <strong>de</strong> <strong>la</strong> no-literatura, cuandono <strong>de</strong> <strong>la</strong> ignorancia. Racine, en Les P<strong>la</strong>i<strong>de</strong>urs,hace hab<strong>la</strong>r en proverbios a los personajespresentados como ridículos. Alfred <strong>de</strong> Mussetlos menosprecia, por ser a su juicio alocucionesbanales y conformar un lugar común. Si50
algún sentido se alza <strong>de</strong> ellos, arguye, éste resultapronto anu<strong>la</strong>do por otro proverbio <strong>de</strong>sentido contrario, lo que negaría su pretendidocarácter <strong>de</strong> verdad incuestionable.Pero más fueron los panegiristas que los <strong>de</strong>tractores<strong>de</strong> los proverbios. Erasmo, valorizandoesta zona <strong>de</strong>l lenguaje que el pueblocomparte con los letrados, publicó variosvolúmenes <strong>de</strong> adagios, comentándolos parareve<strong>la</strong>r toda su riqueza. La Fontaine, que tambiénlos admiraba, hizo <strong>de</strong> ellos <strong>la</strong> trama <strong>de</strong>sus fábu<strong>la</strong>s. Otros autores clásicos los convirtieronen principios fundantes <strong>de</strong> obrasteatrales, tomándolos tanto <strong>de</strong> <strong>la</strong> veta cultacomo <strong>de</strong> <strong>la</strong> popu<strong>la</strong>r. El romanticismo recuperóy valorizó tanto a los viejos cuentospopu<strong>la</strong>res como a los proverbios, cuya antigüedadno era menor. Al acercarnos a nuestraépoca, los sainetes y otros tipos <strong>de</strong> obrasconsustanciadas con lo popu<strong>la</strong>r los utilizaroncomo ejes <strong>de</strong> construcción.Más allá <strong>de</strong> sus contenidos ético-filosóficos,los proverbios se revisten con <strong>la</strong> oscuridad<strong>de</strong>l símbolo, y a menudo significan <strong>la</strong> realidadpor <strong>la</strong> vía <strong>de</strong> <strong>la</strong> elipsis, por lo que sugiereno cal<strong>la</strong>n. Participan así, tanto o más que<strong>la</strong> misma poesía, <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza <strong>de</strong> lo poético.A tal punto, que son muchas <strong>la</strong>s poesíasconstruidas sobre proverbios, puntas <strong>de</strong> diamantesque se <strong>de</strong>stacan entre <strong>la</strong> hojarasca<strong>de</strong> su glosa. Lo curioso es que a pesar <strong>de</strong> sumargen <strong>de</strong> misterio y poesía logran mantenersu valor didáctico, que sirve para socializara los niños y recordar a los adultos <strong>la</strong>snormas sociales que no se pue<strong>de</strong>n vio<strong>la</strong>rimpunemente.La facilidad con <strong>la</strong> que se ape<strong>la</strong> al proverbioen una conversación es una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s marcasespecíficas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s socieda<strong>de</strong>s orales. Es que elmismo no sólo hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> los valores y costumbres<strong>de</strong> una sociedad, sino que nos permiteintuir o percibir <strong>la</strong> estructura <strong>de</strong> su pensamiento.Mientras en Europa los proverbiosson consi<strong>de</strong>rados un lenguaje literarioestereotipado, en Africa alcanzan vida propia,y con el relumbre y el ritmo <strong>de</strong> <strong>la</strong> poesíavue<strong>la</strong>n como abejas, <strong>de</strong> boca a oído, Estánpresentes tanto en <strong>la</strong> literatura escrita en lenguaseuropeas como en los discursos <strong>de</strong> lospolíticos y <strong>la</strong>s homilías <strong>de</strong> los religiosos. Elinterés por ellos se incrementa día a día endicho continente. Como seña<strong>la</strong> un autor, elproverbio juzga, con<strong>de</strong>na, fustiga, se sorpren<strong>de</strong>,sonríe, se bur<strong>la</strong>, hace muecas. Ningúnaspecto <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida escapa a su veredicto:en él los dioses son adorados, el <strong>de</strong>stinoes interpe<strong>la</strong>do, el hombre <strong>de</strong>snudado, <strong>la</strong> costumbreexaltada o <strong>de</strong>spreciada, y <strong>la</strong> juventudapercibida.Por naturaleza, el proverbio es afirmativo,apodíctico. Pero no siempre nombra <strong>la</strong>scosas <strong>de</strong> un modo directo: con frecuenciase vale <strong>de</strong> metáforas, y hasta se recubre<strong>de</strong> un aura enigmática a fin <strong>de</strong> ampliar sucampo semántico y ser utilizable en más<strong>de</strong> una situación. A veces va tan lejos enesta aventura <strong>de</strong>l lenguaje, que el sentidono surge ya <strong>de</strong> un modo explícito, sinoque <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> sinuosas interpretacionesque terminan por diluirlo. Pero este exceso<strong>de</strong> simbolismo no es común, pues cuandolos proverbios <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> cumplir unafunción son librados al olvido. Es que casisiempre éstos se presentan como un mensajesocial útil, que <strong>de</strong>scribe una realidad ybusca operar sobre el<strong>la</strong> para modificar<strong>la</strong>.Es fundamental entonces que el receptorentienda al proverbio como tal, lo que noresulta <strong>de</strong>l todo fácil. Si el auditor no loreconoce, no pu<strong>de</strong> ser consi<strong>de</strong>rado un receptor,y <strong>la</strong> comunicación no alcanza, suobjetivo. Pero quien no lo conoce, pue<strong>de</strong>51
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