EN-La Psicologia De Objetos Cotidianos
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EL CONOCIMI<strong>EN</strong>TO <strong>EN</strong> LA CABEZA í" <strong>EN</strong> EL MUNDO 87<br />
pese a que las direcciones son perfectamente sensatas, y por lo general nada<br />
ambiguas. Pero a las máquinas les resulta difícil leer las direcciones, mientras que<br />
les resulta fácil enfrentarse a códigos postales.<br />
— Números de teléfono, a veces con indicativos de zona y extensiones. Un<br />
número de siete dígitos pasa a ser de diez cuando se le añade el indicativo de<br />
zona, y de catorce cuando existe una extensión de cuatro dígitos. Códigos internacionales,<br />
con el del país y el de la ciudad, o sea, más dígitos. ¿Cuántos números<br />
de teléfono tengo que conocer? Más de los que desearía tener ni siquiera en<br />
cuenta. Todos mis contactos personales. Números de información, la hora y el<br />
tiempo; el número especial para casos de urgencia. Y no se me debe olvidar que<br />
he de marcar el 9 (o, en algunos casos, el 8), de forma que la llamada salga de<br />
la institución o de la empresa en la que me hallo.<br />
— Números de acceso para las tarjetas de teléfono oficiales, de forma que<br />
cuando llamo en conferencia desde la universidad, puedo hacer que sea la cuenta<br />
idónea la que pague la factura: un número de cinco dígitos para cada cuenta (y<br />
tengo cuatro). Me han dicho que no debo revelar esos números a nadie. Hay que<br />
mantenerlos en secreto.<br />
— Números de acceso para mis tarjetas de crédito telefónicas, de forma que<br />
al viajar puedo hacer que la factura se atribuya automáticamente al teléfono de<br />
mi casa. <strong>La</strong>s claves consisten en el teléfono de mi casa más cuatro números<br />
secretos. Los dígitos secretos ni siquiera están impresos en la tarjeta: hay que<br />
recordarlos y destruirlos. Pero tengo seis de esas tarjetas (dos para los teléfonos<br />
de casa y cuatro cuentas diferentes de la universidad). Si quiero llamar a algún<br />
lugar lejano desde un hotel con una de mis tarjetas de crédito de teléfonos, tengo<br />
que marcar nada menos que 36 dígitos.<br />
— Números secretos de los cajeros automáticos, esas máquinas tan inteligentes<br />
que le permiten a uno introducir una tarjeta, marcar el número secreto y sacar<br />
dinero. Dos cuentas bancarias, dos números secretos. No hay que escribirlos,<br />
porque podría verlos un ladrón. Hay que recordar. Y recordar.<br />
— Números secretos de mis cuentas de ordenador: no puedo dejar que nadie<br />
robe mis valiosos datos, o quizá cambie las notas de sus exámenes, o vea cuáles<br />
son las preguntas para esos exámenes. Se nos dice que la clave debe tener por lo<br />
menos seis letras, Y nada de palabras: es muy fácil que alguien descubra una<br />
palabra; hay que hacer algo que no tenga sentido (yo hago trampa y hago que<br />
todas mis cuentas de computadora utilicen la misma clave).<br />
— Número del carnet de conducir. Una vez pasé una temporada en Texas y<br />
no lograba hacer nada si no tenía el número de mi carnet de conducir: no podía<br />
pagar lo que compraba en el supermercado ni la cuenta del teléfono, ni siquiera<br />
abrir una cuenta bancaria. Se trataba de una letra y siete dígitos. Otros estados<br />
tienen números más largos.