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Clínica

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del padre en 1964) sino además implica su sustitución por el concepto general de lo que Miller<br />

(2008: 319) retoma como “punto de basta” o “punto de capitón”. Sitúa que hay casos en que este<br />

punto de capitón está dado por la presencia del Nombre del Padre, y por tanto, con la operación de<br />

la metáfora paterna, y hay casos en que el capitoneado se da a través de otro elemento, o no se<br />

da. La idea de que entre el anudamiento tradicional (Nombre del padre) y el no anudamiento, hay<br />

muchos anudamientos posibles, es la que está en los fundamentos de esta clínica como “gradualista”,<br />

sin hacer desaparecer la diferencia neurosis-psicosis. Miller aclara que esta gradación no es<br />

entre neurosis y psicosis, sino dentro de lo que llama “gran capítulo de la psicosis”.<br />

Un paréntesis resulta pertinente aquí para explicar brevemente a qué nos referimos cuando<br />

decimos “nudos” y anudamiento”. Así como Lacan utiliza el esquema Z, el grafo del deseo, o la<br />

estructura de los discursos, en la última parte de su enseñanza, se sirve de los nudos o cadenas<br />

(tomado de la “Teoría de los nudos” de las matemáticas) para formalizar la clínica y abstraer al<br />

máximo su lógica. En su forma más frecuente, se tratará de tres anillos separados inicialmente,<br />

anudados en un segundo tiempo por un cuarto elemento. Los tres anillos hacen las veces de<br />

los conocidos tres registros: simbólico, imaginario y real, que a esta altura de la enseñanza de<br />

Lacan, son “equivalentes”, es decir, que contrariamente a desarrollos lacanianos anteriores, ninguno<br />

prima por sobre los demás, o determina a los otros. Por su parte, el cuarto elemento que<br />

mantiene juntos a los registros es la llamada suplencia o sinthome.<br />

Estas discusiones en torno a nuevas presentaciones clínicas se basan tanto en las características<br />

de las presentaciones propias de la época como en el cambio conceptual propio de<br />

la enseñanza de Lacan. Al respecto, Zenonihabla de una “evaporación del padre” en nuestra<br />

cultura contemporánea. Esta evaporación consiste en una fragmentación y dispersión de los<br />

significantes amos, su relativización y debilitamiento, producto de la transformación de nuestras<br />

sociedades y nuestros discursos. La “evaporación del padre” no refiere de ningún modo a la evaporación<br />

de lo simbólico, elemento ineliminable de la constitución humana. Consiste, más bien,<br />

en que el Nombre del Padre, significante que ordenaba el mundo simbólico en las civilizaciones<br />

precedentes, deja de ejercer exclusivamente la función de punto de capitón, es decir, de detener<br />

el deslizamiento de las significaciones. Se abren aquí múltiples alternativas para el ejercicio de<br />

esa función, las que son subsidiarias del Padre (pensemos aquí en las presentaciones neuróticas<br />

típicas de la clínica estructural), y aquellas que constituyen invenciones singulares. Ambas<br />

constituyen entonces diversas formas de solución frente a la inexistencia de la relación proporción<br />

sexual, formas de solución que condiciona que haya relaciones sexuales.<br />

Retomando entonces: Miller afirma que la oposición fundamental en la clínica borromea se<br />

establece a partir de la presencia o no del punto de capitón. Por otro lado, a partir de la generalización<br />

del Nombre del Padre y de su pluralización, se abre la posibilidad lógica de que lo<br />

que funcione como cuarto que anuda sea bien el Nombre del Padre o bien otro elemento el que<br />

funcione como suplencia.<br />

Hagamos ahora un rodeo por el concepto de “suplencia”. Las raíces del mismo se encuentran<br />

ya en el marco de la clínica estructural. En el Seminario 3, inscripto en la primera clínica, Lacan<br />

despliega sus desarrollos esenciales sobre las psicosis. Allí nombra el tiempo anterior al desencadenamiento<br />

de la misma como “prepsicosis”, en consonancia con la terminología de la época y<br />

destaca al respecto la semejanza clínica de la prepsicosis con la neurosis. Vincula la prepsicosis<br />

a ciertas “compensaciones imaginarias del Edipo ausente” relacionándolas con los mecanismos<br />

“como sí” postulados por la psicoanalista Helen Deutch. Estas compensaciones son descriptas<br />

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