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Clínica

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asgos anancásticos que se encuentran en muchos pacientes hebefrénicos, tales como la sobre<br />

acentuación de la conciencia del deber, de la escrupulosidad y de la limpieza. En cuanto a los<br />

pensamientos compulsivos, rápidamente aclara que el “deber pensar” y el “deber preguntar”<br />

permanentes no se dejan asimilar a una rumiación neurótica obsesiva. El autor justifica dicha<br />

afirmación señalando que el carácter del “deber” es otro: así, mientras que en los enfermos<br />

obsesivos, se trata en general –incluso según su propio juicio– de preguntas sin sentido, de las<br />

que no logran defenderse, en Anna no era ese el caso. Ciertamente, se avergonzaba de sus<br />

preguntas, las encontraba banales, pero creía de modo inconmovible que solo a través de ellas<br />

podría, sino recubrir, al menos suplir esa evidencia y esa seguridad antepredicativas. Para el autor,<br />

mientras que en la obsesión está en primer plano la autonomización de los mecanismos de<br />

defensa, aquí hay una lucha harto más inmediata con lo que los motiva, es decir, con ese vacío<br />

original que pone fuera de función a la evidencia de la vida cotidiana. Podríamos considerar el<br />

estatuto de este vacío, cuyo fundamento en Psicoanálisis se nos revela vinculado al vacío libidinal<br />

que lo determina en la vertiente del semblante, correlativo al retorno de goce en el cuerpo y<br />

en el lenguaje. Como lo ha destacado A. Zenoni, (2004: 21), este vacío afecta también al cuerpo<br />

del esquizofrénico, que se presenta en numerosos casos como disociado del ser del sujeto, de<br />

una manera análoga a la labilidad de las identificaciones. Razón por la cual provoca la impresión<br />

de artificialidad, de tener que conformarse a protocolos, rituales o secuencias temporales que<br />

reemplazan la función de la que carecen los órganos. En la neurosis obsesiva, no es el vacío lo<br />

que se encuentra en el origen del zwang, sino más bien un exceso, que presta su fuerza coactiva<br />

a los síntomas.<br />

De lo dicho hasta aquí pueden extraerse varios aspectos diferenciales a ser tenidos en cuenta:<br />

para comenzar, el estatuto compensador de la respuesta pseudo obsesiva esquizofrénica<br />

frente a la perturbación fundamental, similar al que le asigna Minkowski. Haciéndose eco de las<br />

afirmaciones de Simkó, que estudió profundamente un grupo de esquizofrenias marcadas por<br />

la dinámica reflexiva, sostiene que en ellas hay un núcleo esencial primariamente patológico,<br />

disimulado detrás de una cobertura noética. Agrega que, esas “noesis de cobertura” que llevan<br />

el sello de una racionalidad forzada, corresponden a una adhesión exasperada a la normalidad<br />

y a la conformidad con las reglas, con las que se intenta, de manera caricaturesca, responder<br />

a la falta radical de una brújula para la existencia. Los desarrollos de Blankenburg, constituyen<br />

una ilustración notable, como lo subraya A. Zenoni, de la exterioridad al discurso que manifiesta<br />

el sujeto esquizofrénico, por lo que expresa un exceso de realismo en su perplejidad ante lo que<br />

acontece, y se le hace necesario en ocasiones recurrir a un “deber pensar permanente”, que<br />

presenta una semejanza superficial con las rumiaciones obsesivas.<br />

Otro aspecto diferencial que sitúa el autor, se relaciona con el carácter de certeza que jalona<br />

la creencia de la paciente, quien se pliega a sus reflexiones sin combate alguno. Para apoyar<br />

esta aserción, refiere una casuística de dieciséis enfermos esquizofrénicos con síntomas obsesivos,<br />

en quienes tras una presentación inicial signada por un aparente temor absurdo y forzoso<br />

a perder el yo, surge luego, con convicción delirante, la idea obligada que se les impone de que<br />

van a perder su yo, a la que consienten sin más.<br />

Finalmente, Blankenburg enfatiza la “inmediatez” de la defensa esquizofrénica, rasgo que se<br />

opone a la “autonomización” de la misma en la neurosis obsesiva. Este último término, que da<br />

cuenta del carácter inconsciente de la defensa, explica la opacidad de la estrategia para el obsesivo,<br />

versus la transparencia que reviste el recurso para el esquizofrénico.<br />

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