Clínica
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pondería ni a las neurosis ni a las psicosis, sino que constituiría una organización per se con<br />
características propias. Las experiencias de vacío para Kernberg serían sentimiento de vacuidad,<br />
y sobre todo, pérdida de sí mismo e irrealidad, y constituirían fenómenos subsidiarios de la<br />
escisión del yo, y del síndrome de difusión de la identidad.<br />
Retomando entonces: la delimitación de dichas “externalidades” supone que el diagnóstico de<br />
psicosis se podría establecer a partir de signos clínicos que no serían fenómenos elementales<br />
en sentido estricto. Podríamos entonces ordenar la problemática en función del registro en el<br />
que el retorno tenga lugar. Con este eje, y retomando la pregunta acerca de las obsesiones en la<br />
psicosis ordinaria, comenzaremos analizando un caso que supone –para el analista que conduce<br />
el tratamiento– una dificultad diagnóstica.<br />
“Un problema diagnóstico” de G. Dessal<br />
El siguiente caso consiste en la viñeta de un análisis, presentado por el psicoanalista G. Dessal<br />
en el contexto de un seminario dictado por Miller, donde este realiza comentarios respecto al<br />
caso. La presentación es motivada por un interrogante respecto al diagnóstico diferencial entre<br />
neurosis obsesiva y psicosis, razón por la cual nos detenemos en su análisis, considerando el<br />
tema de nuestro capítulo.<br />
Se trata de un joven, J., de 25 años de edad, que consulta por un estado de angustia producto<br />
de una serie de ideas que lo asaltan compulsivamente, ideas relacionadas a su identidad sexual;<br />
en términos del autor: “… temor de que crean que es homosexual”. Al mismo tiempo posee<br />
síntomas en dos tiempos (mirar de reojo una revista de pornografía gay, sentir un principio de<br />
erección, salir corriendo, y luego volver para comprobar la supuesta excitación sexual). El autor<br />
engloba ambos tipos de fenómenos dentro de la categoría de “síntomas obsesivos”.<br />
Ante el temor de que lo consideren homosexual, adopta un “comportamiento reactivo” exagerando<br />
su semblante viril.<br />
Sitúa el comienzo de sus problemas durante la adolescencia, tiempo en que mantuvo una<br />
relación estrecha con su hermana, quien lo inicia en el mundo de las drogas. Teme que el comportamiento<br />
sexual de su hermana lleve a que piensen de él lo que piensan de ella, por lo cual<br />
posee una “sensibilidad extrema a la mirada”.<br />
Al mismo tiempo, posee una “relación curiosa”, al decir del autor, con los espejos. Se mira<br />
constantemente para verificar su imagen, creyéndose feo. Sus relaciones con los hombres se<br />
ven afectadas por una “tensión narcisística extrema”, basculando entre el deseo y la identificación.<br />
Dessal aclara que no se trata de una relación mediatizada por el registro simbólico. Recuerda<br />
además que a los 8 años, paseando por su colegio se siente observado por un grupo de<br />
mujeres y súbitamente cree estar caminando como mujer.<br />
Estos síntomas comenzaron a la edad de 21 años: bajo el influjo de las drogas, se mira al<br />
espejo en una discoteca y cree verse con pechos de mujer, aunque no sabe si lo ve o lo piensa. A<br />
partir de allí se le impone el “temor de verse transformado en mujer”. Al tiempo, mientras maneja<br />
un auto, mira hacia abajo y ve que no tiene pene. Este órgano además es objeto de una “obsesión”<br />
que lo asalta desde niño: teme que el pene se encuentra desacomodado y debe reubicarlo;<br />
al angustiarse, siente una presión en el órgano, y el crecimiento del mismo. Considera esta idea<br />
“absurda y disparatada”.<br />
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