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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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perseguir a los reformadores, otra procesión, organizada con un fin muy difer<strong>en</strong>te, atravesaba <strong>la</strong>s calles<br />

de París. “Nuevam<strong>en</strong>te era el rey <strong>la</strong> figura principal; otra vez veíase el mismo tumulto y oíase <strong>la</strong> misma<br />

gritería; pedíanse de nuevo más víctimas; volviéronse a erigir negros cadalsos, y nuevam<strong>en</strong>te <strong>la</strong>s esc<strong>en</strong>as<br />

del día se c<strong>la</strong>usuraron con espantosas ejecuciones; Luis XVI fue arrastrado a <strong>la</strong> guillotina, forcejeando<br />

con sus carceleros y verdugos que lo sujetaron fuertem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>la</strong> temible máquina hasta que cayó sobre<br />

su cuello <strong>la</strong> cuchil<strong>la</strong> y separó de sus hombros <strong>la</strong> cabeza que rodó sobre los tablones del cadalso” (Wylie,<br />

lib. 13, cap. 21). Y no fue él <strong>la</strong> única víctima; allí cerca del mismo sitio perecieron decapitados <strong>por</strong> <strong>la</strong><br />

guillotina dos mil ochoci<strong>en</strong>tos seres humanos, durante el sangri<strong>en</strong>to reinado del terror.<br />

La Reforma había pres<strong>en</strong>tado al mundo una Biblia abierta, había desatado los sellos de los<br />

preceptos de Dios, e invitado al pueblo a cumplir sus mandatos. El amor infinito había pres<strong>en</strong>tado a los<br />

hombres con toda c<strong>la</strong>ridad los principios y los estatutos del cielo. Dios había dicho: “Los guardaréis pues<br />

para cumplirlos; <strong>por</strong>que <strong>en</strong> esto consistirá vuestra sabiduría y vuestra intelig<strong>en</strong>cia a <strong>la</strong> vista de <strong>la</strong>s naciones;<br />

<strong>la</strong>s cuales oirán hab<strong>la</strong>r de todos estos estatutos, y dirán: Ciertam<strong>en</strong>te pueblo sabio y <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido es esta gran<br />

nación”. Deuteronomio 4:6 (VM). Francia misma, al rechazar el don celestial, sembró <strong>la</strong> semil<strong>la</strong> de <strong>la</strong><br />

anarquía y de <strong>la</strong> ruina; y <strong>la</strong> acción consecutiva e inevitable de <strong>la</strong> causa y del efecto resultó <strong>en</strong> <strong>la</strong> Revolución<br />

y el reinado del terror.<br />

Mucho antes de aquel<strong>la</strong> persecución despertada <strong>por</strong> los carteles, el osado y ardi<strong>en</strong>te Farel se había<br />

visto obligado a huir de <strong>la</strong> tierra de sus padres. Se refugió <strong>en</strong> Suiza, y mediante los esfuerzos con que<br />

secundó <strong>la</strong> obra de Zuinglio, ayudó a inclinar el p<strong>la</strong>tillo de <strong>la</strong> ba<strong>la</strong>nza <strong>en</strong> favor de <strong>la</strong> Reforma. Iba a pasar<br />

<strong>en</strong> Suiza sus últimos años, pero no obstante siguió ejerci<strong>en</strong>do poderosa influ<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>la</strong> Reforma <strong>en</strong><br />

Francia. Durante los primeros años de su destierro, dirigió sus esfuerzos especialm<strong>en</strong>te a ext<strong>en</strong>der <strong>en</strong> su<br />

propio país el conocimi<strong>en</strong>to del evangelio. Dedicó gran parte de su tiempo a predicar a sus paisanos cerca<br />

de <strong>la</strong> frontera, desde donde seguía <strong>la</strong> suerte del conflicto con infatigable constancia, y ayudaba con sus<br />

pa<strong>la</strong>bras de estímulo y sus consejos. Con el auxilio de otros desterrados, tradujo al francés los escritos del<br />

reformador alemán, y estos y <strong>la</strong> Biblia vertida a <strong>la</strong> misma l<strong>en</strong>gua popu<strong>la</strong>r se imprimieron <strong>en</strong> grandes<br />

cantidades, que fueron v<strong>en</strong>didas <strong>en</strong> toda Francia <strong>por</strong> los col<strong>por</strong>tores. Los tales conseguían estos libros a<br />

bajo precio y con el producto de <strong>la</strong> v<strong>en</strong>ta avanzaban más y más <strong>en</strong> el trabajo.<br />

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