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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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<strong>en</strong>contrado durante mil ochoci<strong>en</strong>tos años acceso a Dios, otra puerta se les abría, y el perdón de los<br />

pecados era ofrecido a los hombres <strong>por</strong> <strong>la</strong> intercesión de Cristo <strong>en</strong> el lugar santísimo. Una parte de su<br />

obra había terminado tan solo para dar lugar a otra. Había aún una “puerta abierta” para <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> el<br />

santuario celestial donde Cristo oficiaba <strong>en</strong> favor del pecador.<br />

Entonces compr<strong>en</strong>dieron <strong>la</strong> aplicación de <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras que Cristo dirigió <strong>en</strong> el Apocalipsis a <strong>la</strong><br />

iglesia correspondi<strong>en</strong>te al tiempo <strong>en</strong> que ellos mismos vivían: “Estas cosas dice el que es santo, el que<br />

es veraz, el que ti<strong>en</strong>e <strong>la</strong> l<strong>la</strong>ve de David, el que abre, y ninguno cierra, y cierra, y ninguno abre: Yo<br />

conozco tus obras: he aquí he puesto de<strong>la</strong>nte de ti una puerta abierta, <strong>la</strong> cual nadie podrá cerrar”.<br />

Apocalipsis 3:7, 8 (VM). Son los que <strong>por</strong> fe sigu<strong>en</strong> a Jesús <strong>en</strong> su gran obra de expiación, qui<strong>en</strong>es<br />

recib<strong>en</strong> los b<strong>en</strong>eficios de su mediación <strong>por</strong> ellos, mi<strong>en</strong>tras que a los que rechazan <strong>la</strong> luz que pone a <strong>la</strong><br />

vista este ministerio, no les b<strong>en</strong>eficia. Los judíos que rechazaron <strong>la</strong> luz concedida <strong>en</strong> el tiempo del<br />

primer adv<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to de Cristo, y se negaron a creer <strong>en</strong> él como Salvador del mundo, no podían ser<br />

perdonados <strong>por</strong> intermedio de él. Cuando <strong>en</strong> <strong>la</strong> asc<strong>en</strong>sión Jesús <strong>en</strong>tró <strong>por</strong> su propia sangre <strong>en</strong> el<br />

santuario celestial para derramar sobre sus discípulos <strong>la</strong>s b<strong>en</strong>diciones de su mediación, los judíos<br />

fueron dejados <strong>en</strong> oscuridad completa y siguieron con sus sacrificios y ofr<strong>en</strong>das inútiles. Había cesado<br />

el ministerio de símbolos y sombras. La puerta <strong>por</strong> <strong>la</strong> cual los hombres habían <strong>en</strong>contrado antes acceso<br />

cerca de Dios, no estaba más abierta. Los judíos se habían negado a buscarle de <strong>la</strong> so<strong>la</strong> manera <strong>en</strong> que<br />

podía ser <strong>en</strong>contrado <strong>en</strong>tonces, <strong>por</strong> el sacerdocio <strong>en</strong> el santuario del cielo. No <strong>en</strong>contraban <strong>por</strong><br />

consigui<strong>en</strong>te comunión con Dios.<br />

La puerta estaba cerrada para ellos. No conocían a Cristo como verdadero sacrificio y único<br />

mediador ante Dios; de ahí que no pudies<strong>en</strong> recibir los b<strong>en</strong>eficios de su mediación. La condición de<br />

los judíos incrédulos ilustra el estado de los indifer<strong>en</strong>tes e incrédulos <strong>en</strong>tre los profesos cristianos, que<br />

desconoc<strong>en</strong> voluntariam<strong>en</strong>te <strong>la</strong> obra de nuestro misericordioso Sumo Sacerdote. En el servicio típico,<br />

cuando el sumo sacerdote <strong>en</strong>traba <strong>en</strong> el lugar santísimo, todos los hijos de Israel debían reunirse cerca<br />

del santuario y humil<strong>la</strong>r sus almas del modo más solemne ante Dios, a fin de recibir el perdón de sus<br />

pecados y no ser separados de <strong>la</strong> congregación. ¡Cuánto más es<strong>en</strong>cial es que <strong>en</strong> nuestra época antitípica<br />

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