30.08.2016 Views

America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

santos. Por cierto que no dejaba de darse cu<strong>en</strong>ta del gran peligro que le am<strong>en</strong>azaba, y sin embargo, hubiera<br />

asistido a <strong>la</strong> cita si no se lo hubiese impedido un ataque de parálisis que le dejó imposibilitado para hacer<br />

el viaje. Pero si su voz no se iba a oír <strong>en</strong> Roma, podía hab<strong>la</strong>r <strong>por</strong> carta, y resolvió hacerlo. Desde su rectoría<br />

el reformador escribió al papa una epísto<strong>la</strong> que, si bi<strong>en</strong> fue redactada <strong>en</strong> estilo respetuoso y espíritu<br />

cristiano, era una aguda c<strong>en</strong>sura contra <strong>la</strong> pompa y el orgullo de <strong>la</strong> sede papal.<br />

“En verdad me regocijo—decía—<strong>en</strong> hacer notoria y afirmar de<strong>la</strong>nte de todos los hombres <strong>la</strong> fe<br />

que poseo, y especialm<strong>en</strong>te ante el obispo de Roma, qui<strong>en</strong>, como supongo que ha de ser persona honrada<br />

y de bu<strong>en</strong>a fe, no se negará a confirmar gustoso esta mi fe, o <strong>la</strong> corregirá si acaso <strong>la</strong> <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra errada.<br />

“En primer término, supongo que el evangelio de Cristo es toda <strong>la</strong> sustancia de <strong>la</strong> ley de Dios [...]. Dec<strong>la</strong>ro<br />

y sost<strong>en</strong>go que <strong>por</strong> ser el obispo de Roma el vicario de Cristo aquí <strong>en</strong> <strong>la</strong> tierra, está sujeto más que nadie<br />

a <strong>la</strong> ley del evangelio. Porque <strong>en</strong>tre los discípulos de Cristo <strong>la</strong> grandeza no consistía <strong>en</strong> dignidades o valer<br />

mundanos, sino <strong>en</strong> seguir de cerca a Cristo e imitar fielm<strong>en</strong>te su vida y sus costumbres [...]. Durante el<br />

tiempo de su peregrinación <strong>en</strong> <strong>la</strong> tierra Cristo fue un hombre muy pobre, que despreciaba y desechaba<br />

todo poder y todo honor terr<strong>en</strong>o [...].<br />

“Ningún hombre de bu<strong>en</strong>a fe debiera seguir al papa ni a santo alguno, sino <strong>en</strong> aquello <strong>en</strong> que ellos<br />

sigu<strong>en</strong> el ejemplo del Señor Jesucristo, pues San Pedro y los hijos de Zebedeo, al desear honores del<br />

mundo, lo cual no es seguir <strong>la</strong>s pisadas de Cristo, pecaron y, <strong>por</strong> tanto, no deb<strong>en</strong> ser imitados <strong>en</strong> sus errores<br />

[...]. “El papa debería dejar al poder secu<strong>la</strong>r todo dominio y gobierno tem<strong>por</strong>al y con tal fin exhortar y<br />

persuadir eficazm<strong>en</strong>te a todo el clero a hacer otro tanto, pues así lo hizo Cristo y especialm<strong>en</strong>te sus<br />

apóstoles. Por consigui<strong>en</strong>te, si me he equivocado <strong>en</strong> cualquiera de estos puntos, estoy dispuesto a<br />

someterme a <strong>la</strong> corrección y aun a morir, si es necesario. Si pudiera yo obrar conforme a mi voluntad y<br />

deseo, si<strong>en</strong>do dueño de mí mismo, de seguro que me pres<strong>en</strong>taría ante el obispo de Roma; pero el Señor se<br />

ha dignado visitarme para que se haga lo contrario y me ha <strong>en</strong>señado a obedecer a Dios antes que a los<br />

hombres”.<br />

Al concluir decía: “Oremos a Dios para que mueva de tal modo el corazón de nuestro papa Urbano<br />

VI, que él y su clero sigan al Señor Jesucristo <strong>en</strong> su vida y costumbres, y así se lo <strong>en</strong>señ<strong>en</strong> al pueblo, a fin<br />

de que, si<strong>en</strong>do ellos el dechado, todos los fieles los imit<strong>en</strong> con toda fidelidad”. J. Foxe, Acts and<br />

67

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!