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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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dominio <strong>por</strong> los siglos de los siglos”. Apocalipsis 1:5, 6 (VM). “Y se s<strong>en</strong>tará y reinará sobre su trono,<br />

si<strong>en</strong>do Sacerdote sobre su trono”. No todavía “sobre el trono de su gloria”; el reino de gloria no le ha<br />

sido dado aún. Solo cuando su obra mediadora haya terminado, “le dará el Señor Dios el trono de David<br />

su padre”, un reino del que “no habrá fin”. Lucas 1:32, 33. Como sacerdote, Cristo está s<strong>en</strong>tado ahora<br />

con el Padre <strong>en</strong> su trono. Apocalipsis 3:21. En el trono, <strong>en</strong> compañía del Dios eterno que existe <strong>por</strong> sí<br />

mismo, está Aquel que “ha llevado nuestros padecimi<strong>en</strong>tos, y con nuestros dolores [...] se cargó”, qui<strong>en</strong><br />

fue “t<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> todo punto, así como nosotros, mas sin pecado”, para que pudiese “también socorrer a<br />

los que son t<strong>en</strong>tados”.<br />

“Si alguno pecare, abogado t<strong>en</strong>emos para con el Padre, a saber, a Jesucristo el justo.” Isaías<br />

53:4; Hebreos 4:15; 2:18; 1 Juan 2:1 [412] (VM). Su intercesión es <strong>la</strong> de un cuerpo traspasado y<br />

quebrantado y de una vida inmacu<strong>la</strong>da. Las manos heridas, el costado abierto, los pies desgarrados,<br />

abogan <strong>en</strong> favor del hombre caído, cuya red<strong>en</strong>ción fue comprada a tan infinito precio. “Y el consejo<br />

de <strong>la</strong> paz estará <strong>en</strong>tre los dos”. El amor del Padre, no m<strong>en</strong>os que el del Hijo, es <strong>la</strong> fu<strong>en</strong>te de salvación<br />

para <strong>la</strong> raza perdida. Jesús había dicho a sus discípulos antes de irse: “No os digo, que yo rogaré al<br />

Padre <strong>por</strong> vosotros; pues el mismo Padre os ama”. Juan 16:26, 27. “Dios estaba <strong>en</strong> Cristo, reconciliando<br />

consigo mismo al mundo”. 2 Corintios 5:19 (VM). Y <strong>en</strong> el ministerio del santuario celestial, “el consejo<br />

de <strong>la</strong> paz estará <strong>en</strong>tre los dos”. “De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para<br />

que todo aquel que cree <strong>en</strong> él, no perezca, sino que t<strong>en</strong>ga vida eterna”. Juan 3:16 (VM).<br />

Las Escrituras contestan con c<strong>la</strong>ridad a <strong>la</strong> pregunta: ¿Qué es el santuario? La pa<strong>la</strong>bra<br />

“santuario”, tal cual <strong>la</strong> usa <strong>la</strong> Biblia, se refiere, <strong>en</strong> primer lugar, al tabernáculo que construyó Moisés,<br />

como figura o imag<strong>en</strong> de <strong>la</strong>s cosas celestiales; y, <strong>en</strong> segundo lugar, al “verdadero tabernáculo” <strong>en</strong> el<br />

cielo, hacia el cual seña<strong>la</strong>ba el santuario terr<strong>en</strong>al. Muerto Cristo, terminó el ritual típico. El “verdadero<br />

tabernáculo” <strong>en</strong> el cielo es el santuario del nuevo pacto. Y como <strong>la</strong> profecía de Daniel 8:14 se cumple<br />

<strong>en</strong> esta disp<strong>en</strong>sación, el santuario al cual se refiere debe ser el santuario del nuevo pacto. Cuando<br />

terminaron los 2.300 días, <strong>en</strong> 1844, hacía muchos siglos que no había santuario <strong>en</strong> <strong>la</strong> tierra. De manera<br />

que <strong>la</strong> profecía: “Hasta dos mil y tresci<strong>en</strong>tas tardes y mañanas; <strong>en</strong>tonces será purificado el santuario”,<br />

se refiere indudablem<strong>en</strong>te al santuario que está <strong>en</strong> el cielo.<br />

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