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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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<strong>la</strong> gracia de Dios que trae salvación a todos los hombres, se manifestó”. “Porque esto es bu<strong>en</strong>o y agradable<br />

de<strong>la</strong>nte de Dios nuestro Salvador; el cual quiere que todos los hombres sean salvos, y que v<strong>en</strong>gan al<br />

conocimi<strong>en</strong>to de <strong>la</strong> verdad. Porque hay un Dios, asimismo un mediador <strong>en</strong>tre Dios y los hombres,<br />

Jesucristo hombre; el cual se dio a sí mismo <strong>en</strong> precio del rescate <strong>por</strong> todos”. Tito 2:11; 1 Timoteo 2:3-6.<br />

El Espíritu de Dios es concedido librem<strong>en</strong>te para que todos puedan echar mano de los medios de salvación.<br />

Así es cómo Cristo “<strong>la</strong> Luz verdadera”, “alumbra a todo hombre que vi<strong>en</strong>e a este mundo”. Juan 1:9. Los<br />

hombres se privan de <strong>la</strong> salvación <strong>por</strong>que rehusan voluntariam<strong>en</strong>te <strong>la</strong> dádiva de vida.<br />

En contestación al aserto de que a <strong>la</strong> muerte de Cristo quedaron abolidos los preceptos del<br />

Decálogo juntam<strong>en</strong>te con los de <strong>la</strong> ley ceremonial, decía Wesley: “La ley moral cont<strong>en</strong>ida <strong>en</strong> los Diez<br />

Mandami<strong>en</strong>tos y sancionada <strong>por</strong> los profetas, Cristo no <strong>la</strong> abolió. Al v<strong>en</strong>ir al mundo, no se propuso<br />

suprimir parte alguna de el<strong>la</strong>. Esta es una ley que jamás puede ser abolida, pues permanece firme como<br />

fiel testigo <strong>en</strong> los cielos [...]. Existía desde el principio del mundo, habi<strong>en</strong>do sido escrita no <strong>en</strong> tab<strong>la</strong>s de<br />

piedra sino <strong>en</strong> el corazón de todos los hijos de los hombres al salir de manos del Creador. Y no obstante<br />

estar ahora borradas <strong>en</strong> gran manera <strong>por</strong> el pecado <strong>la</strong>s letras tiempo atrás escritas <strong>por</strong> el dedo de Dios, no<br />

pued<strong>en</strong> serlo del todo mi<strong>en</strong>tras t<strong>en</strong>gamos conci<strong>en</strong>cia alguna del bi<strong>en</strong> y del mal. Cada parte de esta ley ha<br />

de seguir <strong>en</strong> vigor para toda <strong>la</strong> humanidad y <strong>por</strong> todos los siglos; <strong>por</strong>que no dep<strong>en</strong>de de ninguna<br />

consideración de tiempo ni de lugar ni de ninguna otra circunstancia sujeta a alteración, sino que dep<strong>en</strong>de<br />

de <strong>la</strong> naturaleza de Dios mismo, de <strong>la</strong> del hombre y de <strong>la</strong> invariable re<strong>la</strong>ción que existe <strong>en</strong>tre uno y otro.<br />

“‘No he v<strong>en</strong>ido para abrogar, sino a cumplir’. [...] Sin duda quiere [el Señor] dar a <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der <strong>en</strong><br />

este pasaje—según se colige <strong>por</strong> el contexto—que vino a establecer<strong>la</strong> <strong>en</strong> su pl<strong>en</strong>itud a despecho de cómo<br />

puedan interpretar<strong>la</strong> los hombres; que vino a ac<strong>la</strong>rar pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te lo que <strong>en</strong> el<strong>la</strong> pudiera haber de oscuro;<br />

vino para poner de manifiesto <strong>la</strong> verdad y <strong>la</strong> im<strong>por</strong>tancia de cada una de sus partes; para demostrar su<br />

longitud y su anchura, y <strong>la</strong> medida exacta de cada mandami<strong>en</strong>to que <strong>la</strong> ley conti<strong>en</strong>e y al mismo tiempo <strong>la</strong><br />

altura y <strong>la</strong> profundidad, <strong>la</strong> inapreciable pureza y <strong>la</strong> espiritualidad de el<strong>la</strong> <strong>en</strong> todas sus secciones (Wesley,<br />

sermón 25).<br />

Wesley demostró <strong>la</strong> perfecta armonía que existe <strong>en</strong>tre <strong>la</strong> ley y el evangelio. “Existe, pues, <strong>en</strong>tre <strong>la</strong><br />

ley y el evangelio <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción más estrecha que se pueda concebir. Por una parte, <strong>la</strong> ley nos abre<br />

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