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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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comparecer <strong>en</strong> el pa<strong>la</strong>cio del sumo sacerdote, <strong>en</strong> el pretorio de Pi<strong>la</strong>to, ante el cobarde y cruel Herodes;<br />

ridiculizado, insultado, atorm<strong>en</strong>tado y cond<strong>en</strong>ado a muerte; todo eso está repres<strong>en</strong>tado a lo vivo.<br />

Luego, ante <strong>la</strong>s multitudes agitadas, se reproduc<strong>en</strong> <strong>la</strong>s esc<strong>en</strong>as finales: el paci<strong>en</strong>te Varón de dolores<br />

pisando el s<strong>en</strong>dero del Calvario; el Príncipe del cielo colgado de <strong>la</strong> cruz; los sacerdotes altaneros y el<br />

popu<strong>la</strong>cho escarnecedor ridiculizando <strong>la</strong> agonía de su muerte; <strong>la</strong> oscuridad sobr<strong>en</strong>atural; el temblor de <strong>la</strong><br />

tierra, <strong>la</strong>s rocas destrozadas y los sepulcros abiertos que seña<strong>la</strong>ron el mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que expiró el Red<strong>en</strong>tor<br />

del mundo.<br />

La esc<strong>en</strong>a terrible se pres<strong>en</strong>ta con toda exactitud. Satanás, sus ángeles y sus súbditos no pued<strong>en</strong><br />

apartar los ojos del cuadro que repres<strong>en</strong>ta su propia obra. Cada actor recuerda el papel que desempeñó.<br />

Herodes, el que mató a los niños inoc<strong>en</strong>tes de Belén para hacer morir al Rey de Israel; <strong>la</strong> innoble Herodías,<br />

sobre cuya conci<strong>en</strong>cia pesa <strong>la</strong> sangre de Juan el Bautista; el débil Pi<strong>la</strong>to, esc<strong>la</strong>vo de <strong>la</strong>s circunstancias; los<br />

soldados escarnecedores; los sacerdotes y gobernantes, y <strong>la</strong> muchedumbre <strong>en</strong>loquecida que gritaba:<br />

“¡Recaiga su sangre sobre nosotros, y sobre nuestros hijos!”; todos contemp<strong>la</strong>n <strong>la</strong> <strong>en</strong>ormidad de su culpa.<br />

En vano procuran esconderse ante <strong>la</strong> divina majestad de su pres<strong>en</strong>cia que sobrepuja el resp<strong>la</strong>ndor del sol,<br />

mi<strong>en</strong>tras que los redimidos echan sus coronas a los pies del Salvador, exc<strong>la</strong>mando: “¡Él murió <strong>por</strong> mí!”<br />

Entre <strong>la</strong> multitud de los rescatados están los apóstoles de Cristo, el heroico Pablo, el ardi<strong>en</strong>te Pedro,<br />

el amado y amoroso Juan y sus hermanos de corazón leal, y con ellos <strong>la</strong> inm<strong>en</strong>sa hueste de los mártires;<br />

mi<strong>en</strong>tras que fuera de los muros, con todo lo que es vil y abominable, se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran aquellos que los<br />

persiguieron, <strong>en</strong>carce<strong>la</strong>ron y mataron. Allí está Nerón, monstruo de crueldad y de vicios, y puede ver <strong>la</strong><br />

alegría y el triunfo de aquellos a qui<strong>en</strong>es torturó, y cuya dolorosa angustia le pro<strong>por</strong>cionara deleite<br />

satánico. Su madre está allí para ser testigo de los resultados de su propia obra; para ver cómo los malos<br />

rasgos de carácter transmitidos a su hijo y <strong>la</strong>s pasiones fom<strong>en</strong>tadas y desarrol<strong>la</strong>das <strong>por</strong> <strong>la</strong> influ<strong>en</strong>cia y el<br />

ejemplo de el<strong>la</strong>, produjeron crím<strong>en</strong>es que horrorizaron al mundo.<br />

Allí hay sacerdotes y pre<strong>la</strong>dos papistas, que dijeron ser los embajadores de Cristo y que no obstante<br />

emplearon instrum<strong>en</strong>tos de suplicio, ca<strong>la</strong>bozos y hogueras para dominar <strong>la</strong>s conci<strong>en</strong>cias de su pueblo. Allí<br />

están los orgullosos pontífices que se <strong>en</strong>salzaron <strong>por</strong> <strong>en</strong>cima de Dios y que pret<strong>en</strong>dieron alterar <strong>la</strong> ley del<br />

Altísimo. Aquellos así l<strong>la</strong>mados padres de <strong>la</strong> iglesia ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que r<strong>en</strong>dir a Dios una cu<strong>en</strong>ta de <strong>la</strong> que bi<strong>en</strong><br />

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