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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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sepulcros oirán su voz [del Hijo del hombre]; y los que hicieron bi<strong>en</strong>, saldrán a resurrección de vida; mas<br />

los que hicieron mal a resurrección de cond<strong>en</strong>ación”. Juan 5:28, 29.<br />

Los que hayan sido “t<strong>en</strong>idos <strong>por</strong> dignos” de resucitar para <strong>la</strong> vida son l<strong>la</strong>mados “dichosos y<br />

santos”. “Sobre los tales <strong>la</strong> segunda muerte no ti<strong>en</strong>e poder”. Apocalipsis 20:6 (VM). Pero los que no hayan<br />

asegurado para sí el perdón, <strong>por</strong> medio del arrep<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to y de <strong>la</strong> fe, recibirán el castigo seña<strong>la</strong>do a <strong>la</strong><br />

transgresión: “<strong>la</strong> paga del pecado”. Sufrirán un castigo de duración e int<strong>en</strong>sidad diversas “según sus<br />

obras”, pero que terminará finalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>la</strong> segunda muerte. Como, <strong>en</strong> conformidad con su justicia y con<br />

su misericordia, Dios no puede salvar al pecador <strong>en</strong> sus pecados, le priva de <strong>la</strong> exist<strong>en</strong>cia misma que sus<br />

transgresiones t<strong>en</strong>ían ya comprometida y de <strong>la</strong> que se ha mostrado indigno. Un escritor inspirado dice:<br />

“Pues de aquí a poco no será el malo: y contemp<strong>la</strong>rás sobre su lugar, y no parecerá”. Y otro dice: “Serán<br />

como si no hubieran sido”. Salmos 37:10; Abdías 16. Cubiertos de infamia, caerán <strong>en</strong> irreparable y eterno<br />

olvido.<br />

Así se pondrá fin al pecado y a toda <strong>la</strong> deso<strong>la</strong>ción y <strong>la</strong>s ruinas que de él procedieron. El salmista<br />

dice: “Repr<strong>en</strong>diste g<strong>en</strong>tes, destruiste al malo, raíste el nombre de ellos para siempre jamás. Oh <strong>en</strong>emigo,<br />

acabados son para siempre los aso<strong>la</strong>mi<strong>en</strong>tos”. Salmos 9:5, 6. San Juan, al echar una mirada hacia <strong>la</strong><br />

eternidad, oyó una antífona universal de a<strong>la</strong>banzas que no era interrumpida <strong>por</strong> ninguna disonancia. Oyó<br />

a todas <strong>la</strong>s criaturas del cielo y de <strong>la</strong> tierra rindi<strong>en</strong>do gloria a Dios. Apocalipsis 5:13. No habrá <strong>en</strong>tonces<br />

almas perdidas que b<strong>la</strong>sfem<strong>en</strong> a Dios retorciéndose <strong>en</strong> torm<strong>en</strong>tos sin fin, ni seres infortunados que desde<br />

el infierno unan sus gritos de espanto a los himnos de los elegidos.<br />

En el error fundam<strong>en</strong>tal de <strong>la</strong> inmortalidad natural, descansa <strong>la</strong> doctrina del estado consci<strong>en</strong>te de<br />

los muertos, doctrina que, como <strong>la</strong> de los torm<strong>en</strong>tos eternos, está <strong>en</strong> pugna con <strong>la</strong>s <strong>en</strong>señanzas de <strong>la</strong>s<br />

Sagradas Escrituras, con los dictados de <strong>la</strong> razón y con nuestros s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos de humanidad. Según <strong>la</strong><br />

cre<strong>en</strong>cia popu<strong>la</strong>r, los redimidos <strong>en</strong> el cielo están al cabo de todo lo que pasa <strong>en</strong> <strong>la</strong> tierra, y especialm<strong>en</strong>te<br />

de lo que les pasa a los amigos que dejaron atrás. ¿Pero cómo podría ser fu<strong>en</strong>te de dicha para los muertos<br />

el t<strong>en</strong>er conocimi<strong>en</strong>to de <strong>la</strong>s aflicciones y congojas de los vivos, el ver los pecados cometidos <strong>por</strong> aquellos<br />

a qui<strong>en</strong>es aman y verlos sufrir todas <strong>la</strong>s p<strong>en</strong>as, desilusiones y angustias de <strong>la</strong> vida? ¿Cuánto podrían gozar<br />

de <strong>la</strong> bi<strong>en</strong>av<strong>en</strong>turanza del cielo los que revolotean alrededor de sus amigos <strong>en</strong> <strong>la</strong> tierra?<br />

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