30.08.2016 Views

America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Farel dio comi<strong>en</strong>zo a sus trabajos <strong>en</strong> Suiza como humilde maestro de escue<strong>la</strong>. Se retiró a una<br />

parroquia apartada y se consagró a <strong>la</strong> <strong>en</strong>señanza de los niños. Además de <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses usuales requeridas <strong>por</strong><br />

el p<strong>la</strong>n de estudios, introdujo con mucha prud<strong>en</strong>cia <strong>la</strong>s verdades de <strong>la</strong> Biblia, esperando alcanzar a los<br />

padres <strong>por</strong> medio de los niños. Algunos creyeron, pero los sacerdotes se apresuraron a det<strong>en</strong>er <strong>la</strong> obra, y<br />

los supersticiosos campesinos fueron incitados a oponerse a el<strong>la</strong>. “Ese no puede ser el evangelio de<br />

Cristo—decían con insist<strong>en</strong>cia los sacerdotes—, puesto que su predicación no trae paz sino guerra”<br />

(Wylie, lib. 14, cap. 3). Y a semejanza de los primeros discípulos, cuando se le perseguía <strong>en</strong> una ciudad<br />

se iba para otra. Andaba de aldea <strong>en</strong> aldea, y de pueblo <strong>en</strong> pueblo, a pie, sufri<strong>en</strong>do hambre, frío, fatigas, y<br />

exponi<strong>en</strong>do su vida <strong>en</strong> todas partes. Predicaba <strong>en</strong> <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>zas, <strong>en</strong> <strong>la</strong>s iglesias y a veces <strong>en</strong> los púlpitos de <strong>la</strong>s<br />

catedrales. En ocasiones se reunía poca g<strong>en</strong>te a oírle; <strong>en</strong> otras, interrumpían su predicación con bur<strong>la</strong>s y<br />

gritería, y le echaban abajo del púlpito.<br />

Más de una vez cayó <strong>en</strong> manos de <strong>la</strong> canal<strong>la</strong>, que le dio de golpes hasta dejarlo medio muerto. Sin<br />

embargo seguía firme <strong>en</strong> su propósito. Aunque le rechazaban a m<strong>en</strong>udo, volvía a <strong>la</strong> carga con incansable<br />

perseverancia y logró al fin que una tras otra, <strong>la</strong>s ciudades que habían sido los baluartes del papismo<br />

abrieran sus puertas al evangelio. Fue aceptada <strong>la</strong> fe reformada <strong>en</strong> aquel<strong>la</strong> pequeña parroquia donde había<br />

trabajado primero. Las ciudades de Morat y de Neuchatel r<strong>en</strong>unciaron también a los ritos romanos y<br />

quitaron de sus templos <strong>la</strong>s imág<strong>en</strong>es de ido<strong>la</strong>tría. Farel había deseado mucho p<strong>la</strong>ntar <strong>en</strong> Ginebra el<br />

estandarte protestante. Si esa ciudad podía ser ganada a <strong>la</strong> causa, se convertiría <strong>en</strong> c<strong>en</strong>tro de <strong>la</strong> Reforma<br />

para Francia, Suiza e Italia. Para conseguirlo prosiguió su obra hasta que los pueblos y <strong>la</strong>s aldeas de<br />

alrededor quedaron conquistados <strong>por</strong> el evangelio. Luego <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> Ginebra con un solo compañero. Pero<br />

no le permitieron que predicara sino dos sermones. Habiéndose empeñado <strong>en</strong> vano los sacerdotes <strong>en</strong><br />

conseguir de <strong>la</strong>s autoridades civiles que le cond<strong>en</strong>aran, lo citaron a un concejo eclesiástico y allí fueron<br />

ellos llevando armas bajo sus sotanas y resueltos a asesinarle.<br />

Fuera de <strong>la</strong> sa<strong>la</strong>, una furiosa turba, con palos y espadas, se agolpó para estar segura de matarle <strong>en</strong><br />

caso de que lograse escaparse del concejo. La pres<strong>en</strong>cia de los magistrados y de una fuerza armada le<br />

salvaron de <strong>la</strong> muerte. Al día sigui<strong>en</strong>te, muy temprano, lo condujeron con su compañero a <strong>la</strong> ribera opuesta<br />

del <strong>la</strong>go y los dejaron fuera de peligro. Así terminó su primer esfuerzo para evangelizar a Ginebra.<br />

183

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!