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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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quisieran librarse. Demasiado tarde v<strong>en</strong> que el Omnisci<strong>en</strong>te es celoso de su ley y que no t<strong>en</strong>drá <strong>por</strong><br />

inoc<strong>en</strong>te al culpable de vio<strong>la</strong>r<strong>la</strong>. Compr<strong>en</strong>d<strong>en</strong> <strong>en</strong>tonces que Cristo id<strong>en</strong>tifica sus intereses con los de su<br />

pueblo perseguido, y si<strong>en</strong>t<strong>en</strong> <strong>la</strong> fuerza de sus propias pa<strong>la</strong>bras: “En cuanto lo hicisteis a uno de los más<br />

pequeños de estos mis hermanos, a mí lo hicisteis”. Mateo 25:40 (VM). Todos los impíos del mundo están<br />

de pie ante el tribunal de Dios, acusados de alta traición contra el gobierno del cielo. No hay qui<strong>en</strong> sost<strong>en</strong>ga<br />

ni defi<strong>en</strong>da <strong>la</strong> causa de ellos; no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> disculpa; y se pronuncia contra ellos <strong>la</strong> s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia de <strong>la</strong> muerte<br />

eterna.<br />

Es <strong>en</strong>tonces evid<strong>en</strong>te para todos que el sa<strong>la</strong>rio del pecado no es <strong>la</strong> noble indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia y <strong>la</strong> vida<br />

eterna, sino <strong>la</strong> esc<strong>la</strong>vitud, <strong>la</strong> ruina y <strong>la</strong> muerte. Los impíos v<strong>en</strong> lo que perdieron con su vida de rebeldía.<br />

Despreciaron el maravilloso don de eterna gloria cuando les fue ofrecido; pero ¡cuán deseable no les<br />

parece ahora! “Todo eso— exc<strong>la</strong>ma el alma perdida—yo habría podido poseerlo; pero preferí rechazarlo.<br />

¡Oh sorpr<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te infatuación! He cambiado <strong>la</strong> paz, <strong>la</strong> dicha y el honor <strong>por</strong> <strong>la</strong> miseria, <strong>la</strong> infamia y <strong>la</strong><br />

desesperación. Todos v<strong>en</strong> que su exclusión del cielo es justa. Por sus vidas, dec<strong>la</strong>raron: “No queremos<br />

que este Jesús reine sobre nosotros”.<br />

Como fuera de sí, los impíos han contemp<strong>la</strong>do <strong>la</strong> coronación del Hijo de Dios. V<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>la</strong>s manos<br />

de él <strong>la</strong>s tab<strong>la</strong>s de <strong>la</strong> ley divina, los estatutos que ellos despreciaron y transgredieron. Son testigos de <strong>la</strong><br />

explosión de admiración, arrobami<strong>en</strong>to y adoración de los redimidos; y cuando <strong>la</strong>s ondas de melodía<br />

inundan a <strong>la</strong>s multitudes fuera de <strong>la</strong> ciudad, todos exc<strong>la</strong>man a una voz: “¡Grandes y maravillosas son tus<br />

obras, oh Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de los siglos!”<br />

Apocalipsis 15:3 (VM). Y cay<strong>en</strong>do prosternados, adoran al Príncipe de <strong>la</strong> vida.<br />

Satanás parece paralizado al contemp<strong>la</strong>r <strong>la</strong> gloria y majestad de Cristo. El que <strong>en</strong> otro tiempo fuera<br />

uno de los querubines cubridores recuerda de dónde cayó. Él, que fuera serafín resp<strong>la</strong>ndeci<strong>en</strong>te, “hijo de<br />

<strong>la</strong> aurora”, ¡cuán cambiado se ve, y cuán degradado! Está excluido para siempre del consejo <strong>en</strong> que antes<br />

se le honraba. Ve ahora a otro que, junto al Padre, ve<strong>la</strong> su gloria. Ha visto <strong>la</strong> corona colocada sobre <strong>la</strong><br />

cabeza de Cristo <strong>por</strong> un ángel de elevada estatura y majestuoso contin<strong>en</strong>te, y sabe que <strong>la</strong> posición exaltada<br />

que ocupa este ángel habría podido ser <strong>la</strong> suya.<br />

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