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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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tímido y amigo de <strong>la</strong> paz, y quería evitar el trato con el espíritu atrevido, indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te y hasta viol<strong>en</strong>to<br />

de los ginebrinos. Por otra parte, su poca salud y su afición al estudio le inclinaban al retraimi<strong>en</strong>to.<br />

Crey<strong>en</strong>do que con su pluma podría servir mejor a <strong>la</strong> causa de <strong>la</strong> Reforma, deseaba <strong>en</strong>contrar un sitio<br />

tranquilo donde dedicarse al estudio, y desde allí, <strong>por</strong> medio de <strong>la</strong> pr<strong>en</strong>sa, instruir y edificar a <strong>la</strong>s iglesias.<br />

Pero <strong>la</strong> solemne amonestación de Farel le pareció un l<strong>la</strong>mami<strong>en</strong>to del cielo, y no se atrevió a oponerse a<br />

él. Le pareció, según dijo, “como si <strong>la</strong> mano de Dios se hubiera ext<strong>en</strong>dido desde el cielo y le sujetase para<br />

det<strong>en</strong>erle precisam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> aquel lugar que con tanta impaci<strong>en</strong>cia quería dejar” (D’Aubigné, Histoire de <strong>la</strong><br />

Réformation au temps de Calvin, lib. 9, cap. 17).<br />

La causa protestante se veía <strong>en</strong>tonces rodeada de grandes peligros. Los anatemas del papa tronaban<br />

contra Ginebra, y poderosas naciones am<strong>en</strong>azaban destruir<strong>la</strong>. ¿Cómo iba tan pequeña ciudad a resistir a<br />

<strong>la</strong> poderosa jerarquía que tan a m<strong>en</strong>udo había sometido a reyes y emperadores? ¿Cómo podría v<strong>en</strong>cer los<br />

ejércitos de los grandes capitanes del siglo? En toda <strong>la</strong> cristiandad se veía am<strong>en</strong>azado el protestantismo<br />

<strong>por</strong> formidables <strong>en</strong>emigos. Pasados los primeros triunfos de <strong>la</strong> Reforma, Roma reunió nuevas fuerzas con<br />

<strong>la</strong> esperanza de acabar con el<strong>la</strong>. Entonces fue cuando nació <strong>la</strong> ord<strong>en</strong> de los jesuitas, que iba a ser el más<br />

cruel, el m<strong>en</strong>os escrupuloso y el más formidable de todos los campeones del papado.<br />

Libres de todo <strong>la</strong>zo terr<strong>en</strong>al y de todo interés humano, ins<strong>en</strong>sibles a <strong>la</strong> voz del afecto natural, sordos<br />

a los argum<strong>en</strong>tos de <strong>la</strong> razón y a <strong>la</strong> voz de <strong>la</strong> conci<strong>en</strong>cia, no reconocían los miembros más ley, ni más<br />

sujeción que <strong>la</strong>s de su ord<strong>en</strong>, y no t<strong>en</strong>ían más preocupación que <strong>la</strong> de ext<strong>en</strong>der su poderío (véase el<br />

Apéndice). El evangelio de Cristo había capacitado a sus adher<strong>en</strong>tes para arrostrar los peligros y so<strong>por</strong>tar<br />

los padecimi<strong>en</strong>tos, sin desmayar <strong>por</strong> el frío, el hambre, el trabajo o <strong>la</strong> miseria, y para sost<strong>en</strong>er con d<strong>en</strong>uedo<br />

el estandarte de <strong>la</strong> verdad fr<strong>en</strong>te al potro, al ca<strong>la</strong>bozo y a <strong>la</strong> hoguera. Para combatir contra estas fuerzas,<br />

el jesuitismo inspiraba a sus adeptos un fanatismo tal, que los habilitaba para so<strong>por</strong>tar peligros simi<strong>la</strong>res<br />

y oponer al poder de <strong>la</strong> verdad todas <strong>la</strong>s armas del <strong>en</strong>gaño. Para ellos ningún crim<strong>en</strong> era demasiado grande,<br />

ninguna m<strong>en</strong>tira demasiado vil, ningún disfraz demasiado difícil de llevar. Ligados <strong>por</strong> votos de pobreza<br />

y de humildad perpetuas, estudiaban el arte de adueñarse de <strong>la</strong> riqueza y del poder para consagrarlos a <strong>la</strong><br />

destrucción del protestantismo y al restablecimi<strong>en</strong>to de <strong>la</strong> supremacía papal.<br />

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