Un Obsequio de Amor Corrección Final

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recibía el embate agresivo del torrencial aguacero. Sobre el vidrio nublado se
oían los estentóreos golpes de agua y granizo. El ruido aunado al alto
volumen del televisor dificultaba escuchar cualquier otro sonido ambiental.
Salvo para un pequeño animalito y celoso guardián de la casa de Ricardo y
Alicia. Un perro maltés de ensortijado y negro pelambre que a pesar de su
longeva vida, no había perdido su agudeza auditiva y en cuanto la puerta de
entrada al domicilio se abrió comenzó a ladrar y mover la cola anunciando la
llegada de quien invariablemente era recibido con alegría por ese animalito.
Alicia con su madre y dos sobrinas estaban comiendo.
-Seguro es mi marido. Esa forma de ladrar del perro es diferente cuando llega
alguien desconocido-.
Un instante después del comentario de Alicia, se confirmó su dicho.
Ricardo se presentó ante ellas, tras una momentánea estancia en la cocina.
Unos segundos se detuvo para corresponder a la entusiasta recepción del
maltés, permitiendo que como era su costumbre posara sus patas sobre su
pantalón para aceptar los cariños de su amo con palmaditas sobre su cabeza y
agitando de derecha a izquierda su cola como alegre muestra de
complacencia.