Un Obsequio de Amor Corrección Final

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Al llegar su invitado lo saludo.
-Que tal primo. Perdón por llegar tarde, pero la lluvia me retrasó-.
-Y sí que está cayendo un buen aguacero. Por cierto: ¿qué paso con el carro
que te vendí a buen precio?. ¿Le mandaste reparar la capota por donde se
metía el agua?-, preguntó Ricardo.
-No primo. La verdad es que lo vendí y me gane una buena lana. Le pedí a un
vecino el doble de lo que te pague sin decirle lo del problema-.
-Con estos días lluviosos, seguramente se dio cuenta. ¿Acaso no te reclamó?-.
-Sí, pero de inmediato le dije: estás pendejo. Cuando yo te entregué el coche
todo le funcionaba muy bien y si lo descompusiste llévalo a arreglar. Ese no
es mi problema. Porque el auto ahora es tuyo-.
Una tarde de domingo por la mañana, Ricardo aguardaba al volante de su
coche, la salida de Alicia del domicilio conyugal. Ambos irían a comprar
tamales y atole para regresar a casa y ver la final del partido de futbol de la
copa del mundo.
El día anterior habían propuesto a dos sobrinos y sus respectivas parejas que
juntos desayunaran para después poder ver el juego en su televisor. Ninguno
quiso porque ya tenían sus propios planes.
En cuanto subió al auto, Alicia se quejó.