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99<br />
Alicia comentó.<br />
-Aquí los tienes. Ahora pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>cirles lo mucho que los amas-.<br />
Los tres se trenzaron en un abrazo efusivo.<br />
No hubo necesidad <strong>de</strong> externar ninguna palabra.<br />
Solo <strong>de</strong>spués, Ricardo preguntó.<br />
-Esto no es un sueño, ¿verdad?-.<br />
Con la mano izquierda indicando hacia la cama, Alicia lo invitó a observar al<br />
<strong>de</strong>cirle.<br />
-No Ricardo. Los cuatro tenemos una cita en otro lugar. Llegó el tiempo <strong>de</strong><br />
partir-.<br />
<strong>Un</strong> grito angustioso se escuchó en ese momento.<br />
Alejandra, la hija <strong>de</strong> Ricardo se percató <strong>de</strong>l fallecimiento <strong>de</strong> su progenitor<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> intentar <strong>de</strong>spertarlo sin éxito.<br />
<strong>Un</strong>a y otra vez posó con <strong>de</strong>sbordada angustia la palma <strong>de</strong> su mano diestra<br />
sobre uno <strong>de</strong> los hombros <strong>de</strong> su padre hasta convencerse <strong>de</strong> la absoluta<br />
pérdida <strong>de</strong> sus signos vitales.<br />
Ricardo había expirado.<br />
Y la inevitable reacción <strong>de</strong> su hija fue gritar con agobio y estri<strong>de</strong>nte llanto.