Un Obsequio de Amor Corrección Final

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Todo comenzó una tarde lluviosa en un lugar escalofriante: una capilla
funeraria. Cinco difuntos eran los huéspedes transitorios de ese
establecimiento, ubicado en las proximidades de varios centros comerciales y
restaurantes.
En la calle el tránsito vehicular y peatonal era abundante. Las dos de la tarde
marcaba el reloj. Gente ajena al dolor del luto llevaba su vida en forma
habitual.
Algunos de buen ánimo, otros inexpresivos y algunos más, inquietos e
irascibles por sus prisas o debido a sus pesadas cargas emocionales, que de
plano los hacían actuar como energúmenos.
En la funeraria otra era la dinámica conductual. Algo típico en circunstancias
semejantes.
Bullicio moderado en la cafetería, voces casi inaudibles en el caminar de las
personas por los corredores y sólo discretas murmuraciones en alguno que
otro punto estaban presentes como siempre ocurre en estos actos luctuosos.
Una impresión de hondo pesar se notaba en los que sentían en el alma la
pérdida de un ser querido. Sus conocidos simplemente se esmeraban en
adoptar una imagen de condolencia.