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Un Obsequio de Amor Corrección Final

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Los gestos <strong>de</strong> <strong>de</strong>saprobación para que entrara fueron abrumadoramente<br />

mayoritarios y la puerta se cerró.<br />

Después <strong>de</strong> aquel recuerdo Alicia exclamó.<br />

-¡Qué barbaridad!... ¡Que inflexibles!-.<br />

-Así fue. Aquella chica aprendió que unos cuantos segundos <strong>de</strong> retraso<br />

pue<strong>de</strong>n acarrear severas consecuencias para el que no tenga conciencia <strong>de</strong><br />

que en esta vida hay quienes exigen puntualidad con garrote en mano y sin<br />

misericordia alguna-, postuló Ricardo.<br />

-Me parece que se excedieron al sancionar a esa muchacha, pero como lo leí<br />

en un libro alguna vez: la escuela <strong>de</strong> la vida es la que ven<strong>de</strong> más caras sus<br />

lecciones, pero la única en la que apren<strong>de</strong>n los insensatos-.<br />

La sala don<strong>de</strong> se velaba el cuerpo <strong>de</strong> Ricardo había quedado sola.<br />

-Ya todos se fueron. Ni siquiera mi ex esposa y mis hijos están aquí-.<br />

-Signo <strong>de</strong> los tiempos. Antes los consanguíneos acostumbran velar el cuerpo<br />

toda la noche. Hoy en día no es así. Y menos en estas agencias-.<br />

-Pero, como dice el dicho: más vale solo que mal acompañado-.<br />

-Querido Ricardo cuida tus palabras. Acaso no estoy en tu compañía-.<br />

-Mi amor eso es distinto. Tu y yo….-.<br />

-Estamos muertos.-

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