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teología de la reforma - MINTS español

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Teología <strong>de</strong> <strong>la</strong> Reforma<br />

justicia que nos pueda justificar. Pue<strong>de</strong> haber muchos musulmanes<br />

sinceros, papistas sinceros, y hasta paganos sinceros, <strong>de</strong> igual<br />

manera como sinceros creyentes en Cristo. Un hombre pue<strong>de</strong> ser<br />

un sincero perseguidor <strong>de</strong> <strong>la</strong> religión verda<strong>de</strong>ra, tan fuertemente<br />

como otro pue<strong>de</strong> ser un sincero profesante <strong>de</strong> el<strong>la</strong>. Nuestro Señor<br />

dijo a sus discípulos que el tiempo vendría, cuando algunos<br />

hombres pensarían que estaban sirviendo a Dios al darles muerte<br />

(Jn.16:2). Y es cierto que el apóstol Pablo antes <strong>de</strong> su conversión,<br />

“pensaba que <strong>de</strong>bía hacer muchas cosas contra el nombre <strong>de</strong><br />

Jesús <strong>de</strong> Nazaret” (Hech.26:9). Pero aún si consi<strong>de</strong>ramos <strong>la</strong><br />

sinceridad en el mejor sentido, pertenece a <strong>la</strong> santificación y no a<br />

<strong>la</strong> justificación, y estas dos cosas no <strong>de</strong>ben <strong>de</strong> ser confundidas. La<br />

obra <strong>de</strong> <strong>la</strong> santificación, no tiene ninguna parte en nuestra<br />

justificación.<br />

4. El hecho <strong>de</strong> creer tampoco nos es imputado para justificación.<br />

Jacobo Arminio y sus seguidores mo<strong>de</strong>rnos han afirmado este<br />

error, y han tratado <strong>de</strong> establecer esta i<strong>de</strong>a basándose en Rom.4:5<br />

y 9. Cuando Pablo dice que “creyó Abraham a Dios y le fue<br />

atribuido a justicia”, se refiere no a <strong>la</strong> fe o al hecho <strong>de</strong> creer, sino<br />

más bien al objeto <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe (que es <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong> Cristo). En el<br />

versículo 6 c<strong>la</strong>ramente dice que Dios nos atribuye justicia sin<br />

obras. Más a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, en los versículos 22 al 24, dice que esta<br />

misma justicia les será imputada a todos aquellos que crean en<br />

Aquel que levantó <strong>de</strong> los muertos a Jesús. A<strong>de</strong>más, hay que tomar<br />

en cuenta que el apóstol no dice que <strong>la</strong> fe le haya sido contada en<br />

lugar <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia, sino por justicia (<strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra griega es “eis” que<br />

quiere <strong>de</strong>cir, con referencia, con respecto). Esto significa<br />

exactamente lo que Pablo dice en otro texto al afirmar que “con el<br />

corazón se cree para justicia” (Rom.10:10); es <strong>de</strong>cir, que con el<br />

corazón el hombre cree en Cristo para recibir justicia, <strong>la</strong> cual<br />

justicia (y no <strong>la</strong> fe), le es imputada para su justificación.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> esto, <strong>la</strong> fe y <strong>la</strong> justicia son c<strong>la</strong>ramente distinguidas en<br />

varios textos, por ejemplo:<br />

En Romanos 1:17 se <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ra que “<strong>la</strong> justicia <strong>de</strong> Dios, se reve<strong>la</strong><br />

por fe y para fe” (RVA) y también en Rom.3:22 se dice que se ha<br />

manifestado “<strong>la</strong> justicia <strong>de</strong> Dios, por <strong>la</strong> fe <strong>de</strong> Jesucristo, para<br />

todos los que creen en El”. No es <strong>la</strong> fe, sino algo diferente lo que<br />

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Fundación IBRC<br />

Teología <strong>de</strong> <strong>la</strong> Reforma<br />

¡HAY DE MÍ! NADA PUEDO HACER<br />

Después <strong>de</strong> haber aceptado <strong>la</strong> doctrina <strong>de</strong> <strong>la</strong> reconciliación y<br />

comprendido <strong>la</strong> gran verdad <strong>de</strong> <strong>la</strong> salvación mediante <strong>la</strong> fe en el<br />

Señor Jesús, el corazón atribu<strong>la</strong>do se inquieta muy a menudo por<br />

un sentimiento <strong>de</strong> incapacidad respecto a <strong>la</strong> práctica <strong>de</strong>l bien.<br />

Muchos suspiran, diciendo: ¡Hay <strong>de</strong> mí; nada puedo hacer! Y no<br />

lo dicen en sentido <strong>de</strong> excusa, sino lo sienten como carga pesada<br />

diariamente. Harían el bien si pudieran. Cada uno <strong>de</strong> estos podría<br />

<strong>de</strong>cir francamente: «Porque el querer el bien está en mi, pero no<br />

el hacerlo» (Ro. 7:18).<br />

Esta experiencia parece hacer todo el evangelio nulo y sin efecto;<br />

pues ¿para qué sirve el alimento, si está fuera <strong>de</strong>l alcance <strong>de</strong>l<br />

hambriento? ¿Para qué sirve el río <strong>de</strong> agua viva, si el sediento no<br />

pue<strong>de</strong> beber? Nos acordamos aquí <strong>de</strong> <strong>la</strong> anécdota <strong>de</strong>l médico y <strong>de</strong>l<br />

hijo <strong>de</strong> <strong>la</strong> madre pobre. El médico le dijo a <strong>la</strong> madre que su hijito<br />

pronto mejoraría bajo un tratamiento propio <strong>de</strong>l caso, siendo<br />

absolutamente necesario que con toda reg<strong>la</strong> tomara <strong>de</strong>l mejor vino<br />

<strong>de</strong> Oporto y que pasara una temporada en los baños termales <strong>de</strong><br />

Alemania. ¡Receta para el hijo <strong>de</strong> una madre pobre que apenas<br />

tenía pan para llevar a <strong>la</strong> boca! Así el evangelio no parece al alma<br />

ansiosa cosa tan sencil<strong>la</strong> al <strong>de</strong>cir. «Cree, y vivirás,» porque pi<strong>de</strong> al<br />

pobre pecador que haga lo que no pue<strong>de</strong> hacer. Para el<br />

verda<strong>de</strong>ramente <strong>de</strong>spierto, pero poco instruido, parece faltar un<br />

es<strong>la</strong>bón a <strong>la</strong> ca<strong>de</strong>na. A lo lejos está el remedio, pero ¿cómo<br />

obtenerlo? El alma se siente sin fuerzas y no sabe que hacer. Está<br />

cerca, a <strong>la</strong> vista <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad <strong>de</strong> refugio, pero no pue<strong>de</strong> entrar por<br />

<strong>la</strong> puerta.<br />

¿No se ha tenido en cuenta esta falta <strong>de</strong> fuerza en el p<strong>la</strong>n <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

salvación? ¡C<strong>la</strong>ro que sí! La obra <strong>de</strong>l Señor es perfecta. Esta<br />

empieza por don<strong>de</strong> nos hal<strong>la</strong>mos, y nada nos pi<strong>de</strong> para<br />

perfeccionar<strong>la</strong>. Cuando el buen samaritano vio al viajero herido<br />

tendido en el camino medio muerto, no le pidió que se levantara,<br />

viniera, montara su asno y se dirigiera a <strong>la</strong> posada. No, no. Se le<br />

acercó, vendó sus heridas y le puso sobre su cabalgadura y le<br />

condujo al mesón. Así nos trata Jesús en nuestro estado<br />

<strong>la</strong>mentable.<br />

Fundación IBRC 73

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