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Teología <strong>de</strong> <strong>la</strong> Reforma<br />
APÉNDICE B<br />
La Justificación Por La Fe<br />
Juan Gill<br />
Iglesia Bautista <strong>de</strong> <strong>la</strong> GraciaAR<br />
INDEPENDIENTE Y PARTICULAR<br />
Calle A<strong>la</strong>mos No.351<br />
Colonia Ampliación Vicente Vil<strong>la</strong>da<br />
CD. Netzahualcóyotl, Estado <strong>de</strong> México<br />
CP 57710<br />
Telefono: (5) 793-0216<br />
1 Cor. 1:23 Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado...<br />
Introducción<br />
Hoy en día <strong>la</strong> gran mayoría <strong>de</strong> <strong>la</strong>s personas religiosas creen en <strong>la</strong><br />
justificación por obras.<br />
Estas personas creen que Dios no exige <strong>la</strong> perfección <strong>de</strong> sus<br />
criaturas y que aceptará menos que <strong>la</strong> perfección <strong>de</strong> los hombres.<br />
En otras pa<strong>la</strong>bras, no creen que Dios exige que seamos santos.<br />
La base <strong>de</strong> este concepto <strong>de</strong> salvación por obras es <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que<br />
uno pue<strong>de</strong> ser suficientemente bueno para “merecer” o “ganar” <strong>la</strong><br />
vida eterna. Esta i<strong>de</strong>a está basada en un concepto erróneo <strong>de</strong> Dios,<br />
es <strong>de</strong>cir, un concepto <strong>de</strong> Dios como no tan santo ni justo como<br />
para exigir <strong>de</strong> nosotros <strong>la</strong> perfección. Este concepto erróneo<br />
enseña que a Dios no le importa “mucho” si los hombres no son<br />
perfectos.<br />
Cada persona que confía en su propia justicia (es <strong>de</strong>cir, en sus<br />
propias obras) para ser justificada ante Dios, sabe que no es<br />
perfecta ni libre <strong>de</strong> culpa ante <strong>la</strong> ley divina. Entonces para ser<br />
justificada por sus obras, tiene que afirmar que Dios aceptará<br />
menos que <strong>la</strong> perfección. Tiene que creer en un “dios” a quien no<br />
le importa si uno alcance o no <strong>la</strong> perfección. En otras pa<strong>la</strong>bras,<br />
tiene que creer que Dios es semejante a un maestro en <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>.<br />
El maestro en <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> aceptará una calificación inferior al 10. Si<br />
un alumno obtiene un 7 el maestro dice que está bien. Si su<br />
calificación es un 8 o 9 el maestro le dice que está muy bien.<br />
Este es precisamente el concepto <strong>de</strong> Dios que tienen todos<br />
Fundación IBRC<br />
Teología <strong>de</strong> <strong>la</strong> Reforma<br />
conduce a <strong>la</strong> fe. Pero sea como fuere, una <strong>de</strong> dos, has <strong>de</strong> creer en<br />
Cristo o morir; no hay esperanza fuera <strong>de</strong> Cristo.<br />
Pero un p<strong>la</strong>n mejor es este: Fíjate en <strong>la</strong> autoridad sobre <strong>la</strong> cual se<br />
te manda creer, y esto te ayudará gran<strong>de</strong>mente. La autoridad no es<br />
mía; ésta bien <strong>la</strong> pue<strong>de</strong>s rechazar. Ni es <strong>la</strong> <strong>de</strong> algún dirigente<br />
espiritual, que bien podrías sospechar. Es sobre <strong>la</strong> autoridad <strong>de</strong><br />
Dios mismo que te manda creer. El mismo te manda creer en<br />
Jesucristo, y no <strong>de</strong>bes ser <strong>de</strong>sobediente a tu Creador. El capataz <strong>de</strong><br />
ciertas obras había oído el evangelio muchas veces, pero se<br />
inquietaba dudando que acaso nunca acuda a Cristo. Un día su<br />
buen patrón le envió una tarjeta diciendo: -Venga usted a mi casa<br />
tan pronto termine hoy su trabajo.» Apareció el capataz a <strong>la</strong> puerta<br />
<strong>de</strong>l patrón; salió este y le dijo en tono brusco: « ¿Qué quiere usted,<br />
Juan, porque me viene a molestar a estas horas? El trabajo <strong>de</strong>l día<br />
se ha terminado, ¿con qué <strong>de</strong>recho se presenta usted aquí? -Señor,<br />
contestó el capataz, recibí una tarjeta <strong>de</strong> usted diciéndome que<br />
terminando mi trabajo viniera aquí. ¿Quiere usted <strong>de</strong>cir que por <strong>la</strong><br />
so<strong>la</strong> razón <strong>de</strong> recibir una tarjeta mía invitándole a mi casa, <strong>de</strong>bía<br />
usted venir y hacerme salir <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> terminadas <strong>la</strong>s horas <strong>de</strong><br />
trabajo <strong>de</strong>l día? «Bien, Señor,» respondió el capataz. No le<br />
comprendo, pero me parece que ya que usted, envió por mí, tenía<br />
yo <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> venir. Pues entre Juan, dijo el patrón, aquí tengo<br />
otro mensaje <strong>de</strong> invitación para usted. Y sentándose le leyó estas<br />
pa<strong>la</strong>bras: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,<br />
que yo os haré <strong>de</strong>scansar» (Mat.11:28). ¿Piensas qué, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
recibir este mensaje <strong>de</strong> Cristo mismo, que harás mal en acudir a<br />
él? Ahora comprendió el pobre capataz todo inmediatamente, y<br />
creyó en el Señor Jesús para vida eterna, ahora sabía que tenía<br />
buena autoridad y garantía para creer. Así tu pobre alma, tiene <strong>la</strong><br />
mejor autoridad para creer y por fe acudir a Cristo, porque el<br />
Señor mismo te manda confiar en él.<br />
Si esto no produce fe en ti, piensa en lo que <strong>de</strong>bes creer, al saber<br />
que el Señor Jesucristo sufrió en lugar <strong>de</strong> los pecadores y es<br />
po<strong>de</strong>roso para salvar a todos los que creen en él. Por cierto, este es<br />
el hecho bendito que <strong>la</strong> humanidad ha oído y <strong>de</strong>biera creer. El<br />
hecho más a propósito, más conso<strong>la</strong>dor, y divino que jamás ha<br />
llegado a oído <strong>de</strong>l hombre. Te aconsejo que pienses mucho en él,<br />
Fundación IBRC 87