DE MESTIZAJES, INDIGENISMOS, NEOINDIGENISMOS Y OTROS ...
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Para José Antonio Maravall, dentro del contexto del barroco —cultura conservadora, urbana,<br />
masiva y dirigida— , la picaresca testimonia el surgimiento de una conciencia crítica en sectores que<br />
buscan y necesitan un espacio autónomo de actuación social y económica al interior de una<br />
estructura marcada por el “dirigismo” monárquico señorial. La picaresca llenaría el vacío de<br />
expresión de una masa que se sitúa entre la aristocracia y el pueblo. Manuel y Fortunato consigue<br />
articular las aspiraciones de los indígenas de preservar la vigorosa tradición cultural heredada de sus<br />
ancestros, valiéndose para ello de mil picardías e ingeniosos engaños que incluso parten de las reglas<br />
de juego impuestas por los propios españoles. Válganos de ejemplo ver cómo se urde la acusación<br />
del cura de la comunidad como judío:<br />
“¿Y sabes que él es uno desos?”.<br />
“Derrepente”, afirmó Fortunato. “Hay que denunciarle al Santo Oficio […].<br />
“Leelo pues, lo que estás poniendo”.<br />
“Declaración de los Indios Quiruas de Oyune en contra de su cura doctrinero […]. Siendo el<br />
dicho cura doctrinante desta doctrina durante veinte años no sabía estar allí, sino sólo venía los<br />
días de obligación y cuando le pagaban, hasta diez pesos pedía para decir misa y nunca no<br />
llevaba escuela ni enseñaba los artículos de nuestra fe, más bien enseñó artículos de fe judío<br />
diciendo que no coman carne de chancho siendo animal inmundo y prohibido, y cuando<br />
viendo comer o le invitaron chicharrón de chancho lo botaba al cenizal y burlando el estado<br />
sagrado del celibato, con pretexto de enseñar matrimonio cristiano llevaba las mujeres a la<br />
doctrina y abusaba dellas hasta comprando una esclava negra en la suma de doscientos pesos<br />
de a ocho, lo trajo aquí a la doctrina y convivía con ella en estado de concubinato para<br />
escándalo de todos hasta hacerle un hijo lo cual negó. Y a los difuntos…”.<br />
“Mejor que no dices nada de los difuntos”.<br />
“No, voy a decir otra cosa de los difuntos. Así. A los difuntos que estaban agonizando,<br />
muriendo, queriendo que él les dé el sacramento, él decía que había que darles la vuelta<br />
poniendo la cara al lado de la pared y después de morir lavarlos con agua caliente raspándoles<br />
la barba y los sobacos.<br />
“¿Qué barba? Ellos nomás tienen barba”.<br />
“No importa, es que así hacen. Y además él hacía echar el agua que había en la casa del difunto<br />
y decía que había que guardar el velorio sentado en el suelo sacando afuera la mesa y sillas”.<br />
“Pero no tenemos ni mesa ni sillas. Tiana nomás hay”.<br />
“Ellos no saben eso. Y a la dicha negra… (177-78)<br />
Y si la picaresca es un producto del choque entre unas aspiraciones de promoción social y unas<br />
estructuras cerradas que se oponen a ese ascenso, al medro 19 picaresco; entonces el acto mismo de<br />
escribir una picaresca andina es también un acto picaresco. La escritura de Spedding busca, al centrar<br />
su focalización en la percepción de los indios y al dotar de palabra y escritura a esa cosmovisión, que<br />
19 Medro como ascenso social; mejora de fortuna o de posición social.<br />
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