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DE MESTIZAJES, INDIGENISMOS, NEOINDIGENISMOS Y OTROS ...

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desde la cuatripartición de regiones en la geografía mítica del Tawantinsuyo que, en torno a un eje<br />

central, produce la quintipartición (ésta lleva, a su vez, a la división decimal, que es la base del<br />

sistema de los quipus 29 y al censo decimal incaico), etcétera.<br />

Y desde el espacio del discurso novelesco, a las cinco de la tarde, Sara Chura y su cortejo<br />

triunfal pasarán por las calles más céntricas de la ciudad. Coincidentemente, la novela tiene cinco<br />

capítulos y se inicia en la página cinco. El cinco remite asimismo a las cinco almas, ajayus, presencias<br />

o entidades que acompañan a Sara y son al mismo tiempo parte de ella misma. Una de ellas, la más<br />

misteriosa, “la criatura más antigua”, “el cadáver que respira”, probablemente también la ausencia,<br />

aparece tras el pronombre “él” y se entrama significativamente con el número cinco: “Está infectado<br />

con esta plaga: ha perdido los cinco sentidos, pero no puede morir. Está condenado a habitar su<br />

cuerpo como si fuera una tumba tibia, para siempre” (25).<br />

Pero luego se hace una reversión —que podría parecer una mera precisión— y se afirma:<br />

[…] los miles de hijos con miles de hermanos, que nacieron en un país que los ha confundido<br />

siempre con el cadáver que respira. Y abierto su vientre, saldrán las cabezas, porque no es el<br />

cadáver el que ha perdido los cinco sentidos, es el que mira al cadáver el que lo convierte en un<br />

muerto que deambula por la calle como si sólo fuera un cuerpo y nada más 30 . (130)<br />

Esta especie de precisión produce un vuelco total del sentido, pues en la última cita es el país el que<br />

confunde a los miles de marginados con la ausencia (el cadáver que respira), el que los “convierte en<br />

un muerto que deambula por la calle como si sólo fuera un cuerpo y nada más”, reduciéndolos a<br />

mera presencia física. Desde donde se produce un trasmigrar (un con-vertir degradante) de sujeto<br />

activo a sujeto pasivo a partir del cual el discurso construye un diferente ‘espacio psíquico’, digamos,<br />

un ser humano se transforma de sujeto en objeto. Ese ser pierde su especificidad y pasa a ser un no-<br />

ser, un “interfecto”. Un país que confunde, tergiversa a los sujetos que lo conforman, lo que suscita<br />

y logra quitarles toda la posibilidad de seres actuantes y lúcidos, transformándolo en autómatas,<br />

cuerpos sin ajayus, sin almas. Entonces, la presencia mágica del número cinco para conjurar,<br />

29 Para esta última parte, remitimos a Mercedes López Baralt, El retorno (79), quien a su vez reenvía a Tomas Zuidema.<br />

30 La novela ya dejó dicho que el muerto que respira no podía hablar(45), por lo que en esa parte se entrama, aunque<br />

de manera imprecisa, el hilo de los indígenas como aquellos que no pueden hablar (sería interesante, por tanto, hacer<br />

un seguimiento a esta hebra desde la propuesta de Spivak).<br />

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