el jugador - texto
el jugador - texto
el jugador - texto
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Page 107<br />
cien mil florines! No tenía necesidad de más. Me guardé los billetes, metiéndolos<br />
a puñados en los bolsillos, sin contarlos. recogí mi oro y los cart u c h o s<br />
y salí precipitadamente d<strong>el</strong> casino.<br />
Todo <strong>el</strong> mundo se reía al verme atravesar las salas con los bolsillos hinchados<br />
y con inseguros pasos a causa d<strong>el</strong> peso d<strong>el</strong> oro. Creo que llevaba encima<br />
unos ocho kilos. Algunas manos se tendieron hacia mí. Distribuí dinero a<br />
puñados, tanto como mi mano podía contener. Dos judíos me detuviero n<br />
a la salida.<br />
—¡Es usted muy osado. muy osado! —me dijeron—. Pe ro váyase mañana<br />
por la mañana, lo antes posible, si no quiere perderlo todo.<br />
No los escuché. La avenida estaba tan oscura que no podía distinguir<br />
mis manos. Había casi media versta hasta <strong>el</strong> hot<strong>el</strong>. Jamás había tenido miedo<br />
de ladrones ni de bandidos, ni siquiera de niño. Tampoco lo tuve en aqu<strong>el</strong><br />
m o m e n t o. Tampoco re c u e rdo lo que pensaba durante <strong>el</strong> camino. Tenía la<br />
c a b eza vacía. Únicamente experimentaba un placer violento, <strong>el</strong> d<strong>el</strong> éxito,<br />
de la victoria, d<strong>el</strong> poder. No sé cómo expre s a r l o. La imagen de Paulina pasaba<br />
ante mis ojos, no se apartaba de la imaginación la idea de que iba a <strong>el</strong>la, que<br />
iba a encontrarla, a contarle lo que había pasado, a mostrarle mi dinero, pero<br />
apenas re c o rdaba lo que me había dicho antes, la razón por la cual me<br />
había ido al casino, y todas estas sensaciones recientes, experimentadas apenas<br />
en una hora y media, parecían pertenecer ahora a un pasado remoto, abolido,<br />
al cual ni haríamos alusión, porque todo iba a empezar de nuevo. Casi<br />
al final de la avenida, <strong>el</strong> miedo se apoderó de mí.<br />
«¿Y si ahora me mataran y me robasen <strong>el</strong> dinero ? »<br />
A cada paso redoblaba mi temor. Casi corría. De pronto, al final de la avenida,<br />
la fachada de nuestro hot<strong>el</strong> resplandeció de pronto brillando con mil<br />
luces. ¡A Dios gracias, había llegado!<br />
Subí los escalones de cuatro en cuatro hasta mi piso y abrí bruscamente la<br />
p u e rta. Paulina estaba allí, sentada en mi diván, ante una bujía encendida.<br />
Me miró con asombro, y seguramente yo tenía un aspecto extraño. Me detuve<br />
ante <strong>el</strong>la y lancé todo mi dinero sobre la mesa.<br />
http://www.scribd.com/Insurgencia