el jugador - texto
el jugador - texto
el jugador - texto
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
tenía <strong>el</strong> derecho de mencionar esta circunstancia secundaria. Míster Astley<br />
tiene siempre una manera muy extraña de hacer pre g u n t a s .<br />
— Tiene usted razón: me temo que no —le re p u s e .<br />
— So b re <strong>el</strong> marqués y miss Paulina, ¿no puede decir nada en concre t o ,<br />
a p a rte manifestar simples suposiciones?<br />
— No, nada en concreto, claro está —re s p o n d í .<br />
— Si es así, usted se ha equivocado no sólo al hablarme de esto, sino incluso<br />
al pensar en <strong>el</strong>lo.<br />
— Bueno, bueno. Estoy de acuerd o. Pe ro por <strong>el</strong> momento no se trata de<br />
esto —le interrumpí, sorpre n d i d o.<br />
Entonces le conté todo lo ocurrido <strong>el</strong> día anterior, con todos sus detalles:<br />
la ocurrencia de Paulina, mi aventura con <strong>el</strong> barón, mi despido, la extraordinaria<br />
cobardía d<strong>el</strong> general, y por último le conté minuciosamente la visita<br />
de Des Grieux. Al final le mostré la cart a .<br />
— ¿ Qué deduce usted de esto? —le pregunté—. Iba a verle pre c i s a m e n t e<br />
para preguntarle su opinión. Por lo que a mí respecta, mataría con gusto a<br />
ese pisave rde francés, y quizá lo haré.<br />
— Yo también —dijo míster Astley—. Por lo que se re f i e re a Paulina..., ya<br />
sabe usted que muchas veces nos r<strong>el</strong>acionamos con personas a quienes execramos,<br />
si la necesidad nos obliga a <strong>el</strong>lo. Es posible que entonces haya re l aciones<br />
que usted ignore y que dependen de circunstancias accidentales. Cre o<br />
que puede usted estar tranquilo..., en parte, claro está. En cuanto a su gesto<br />
de aye r, es evidentemente extraño, no porque <strong>el</strong>la haya querido deshacerse<br />
de usted exponiéndolo al bastón d<strong>el</strong> barón (y no comprendo por qué no lo<br />
empleó, puesto que lo tenía a mano), sino porque una ocurrencia semejante<br />
es indecente para... para una muchacha tan notable. Ev i d e n t e m e n t e ,<br />
<strong>el</strong>la no pudo suponer que llevaría a cabo esa caprichosa trave s u r a .<br />
— ¿ Sabe usted? —pregunté de pronto, mirando con atención a míster<br />
Astley—. Tengo la impresión de que usted ya ha oído hablar de todo esto,<br />
y ¿sabe por quién? Por la propia Pa u l i n a .<br />
Míster Astley me miró con asombro.<br />
— Sus ojos brillan y veo en <strong>el</strong>los <strong>el</strong> rec<strong>el</strong>o —dijo, recobrando inmediatamente<br />
la calma—. No tiene usted <strong>el</strong> menor derecho a dejar transparentar sus<br />
rec<strong>el</strong>os. No puedo reconocerle este derecho y me niego formalmente a re sponder<br />
a su pre g u n t a .<br />
— Bueno, dejémosla. Por otra parte, es inútil —exclamé, singularmente<br />
agitado y no comprendiendo por qué se me había ocurrido eso.<br />
¿Y cuándo, dónde y cómo míster Astley había sido <strong>el</strong>egido como confi-<br />
http://www.scribd.com/Insurgencia<br />
Page 48