el jugador - texto
el jugador - texto
el jugador - texto
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Zajiguin empez a ron a dar gritos: « ¡Es una locura ir allí! » Y decidido. En<br />
ve i n t i c u a t ro horas mis maletas estuvieron listas, y la semana pasada tomé<br />
a una donc<strong>el</strong>la y a Potapytch, y a Fedor lo envié a Berlín, porque vi que no<br />
tenía tanta necesidad de él y que muy bien hubiese podido viajar sola...<br />
Tomé un compartimiento especial. En todas las estaciones hay port a d ores<br />
que por veinte k o p e k s te llevan adonde quieras... ¡Tenéis unas bonitas<br />
habitaciones! —concluyó mirando en torno—. ¿De dónde has sacado <strong>el</strong><br />
d i n e ro, querido? Si no me equivoco, lo tienes todo hipotecado. Se g u ro que<br />
a ese francesito le debes un montón de dinero. Lo sé todo, no te disgustes,<br />
lo sé todo.<br />
—Tía —comenzó <strong>el</strong> general, en <strong>el</strong> colmo de la confusión—, estoy sorp<br />
re n d i d o... Creo que puedo, sin la fiscalización de nadie... Además, mis<br />
gastos no superan mis medios, y aquí, nosotro s . . .<br />
— No sobrepasan tus medios... ¡Qué audacia tienes! De manera que has<br />
despojado a tus hijos d<strong>el</strong> dinero que les quedaba, tú, su tutor.<br />
— Después de semejantes palabras... —replicó <strong>el</strong> general, indignado—.<br />
No sé...<br />
— ¿ Qué es lo que no sabes? ¡Supongo que no dejas la ruleta! Estás a dos<br />
ve l a s .<br />
El general estaba tan aterrado, que parecía a punto de ahogarse a causa de<br />
la emoción.<br />
— ¿ Yo, la ruleta? ¡Un hombre de mi importancia...! Serénate, tía; todavía<br />
no estás re s t a b l e c i d a . . .<br />
— Todo eso son mentiras. Apostaría a que no puedes salir de ahí. Estás<br />
diciendo desatinos. Hoy mismo iré a ver qué es esa ruleta. Pr a s c ovia, dime lo<br />
que hay que ver aquí. Alexis Iva n ovitch me acompañará. Tú, Potapytch, haz<br />
una lista de todos los lugares que hay que visitar. ¿Qué hay que ver aquí? —<br />
repitió dirigiéndose a Pa u l i n a .<br />
— En los alre d e d o res, las ruinas de un castillo; luego <strong>el</strong> Schlangenberg.<br />
— ¿ Qué es <strong>el</strong> Schlangenberg? ¿Un bosque?<br />
— No, una montaña. Hay una p o i n t e?<br />
— ¿ Qué es una p o i n t e?<br />
— El lugar más alto de la montaña. Lo han rodeado de un seto. La vista<br />
desde allí es incomparable.<br />
— ¿ Habría que llevar hasta allí mi butaca? ¿Te parece que se podrá?<br />
— ¡ Oh! Se pueden encontrar port e a d o res —re p u s e .<br />
En aqu<strong>el</strong> momento, Fedosia, la nodriza, vino a saludar a la abu<strong>el</strong>a. Ve n í a<br />
con los hijos d<strong>el</strong> general.<br />
http://www.scribd.com/Insurgencia<br />
Page 59