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el jugador - texto

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Page 60<br />

—¡Ah! ¡Nada de besos! No me gusta besar a los niños. Están sucios. ¿Cómo<br />

estás aquí, Fe d o s i a ?<br />

— Aquí se está muy bien, señora Antonina Vassilievna —respondió Fe d osia—.<br />

Y a usted, ¿cómo le ha ido? Nos tenía usted tan preocupados a todos...<br />

—Lo sé. Tú, al menos, eres un alma sencilla. ¿Todos éstos son vuestro s<br />

invitados?—dijo dirigiéndose de nuevo a Paulina—. ¿Quién es ese esmirriado<br />

de los lentes?<br />

— El príncipe Nilski, abu<strong>el</strong>a —dijo Paulina en voz baja.<br />

—¡Ah! ¿Un ruso? Creí que no me comprendería. Tal vez no me haya entend<br />

i d o. Ya he visto a míster Astley. Pe ro veo que está aquí —dijo la abu<strong>el</strong>a al<br />

verlo—. Buenos días —añadió dirigiéndose bruscamente a él.<br />

Míster Astley se inclinó sin decir nada.<br />

— Vamos, ¿qué cosa agradable va usted a decirme? Diga algo. Tr a d ú c e s e l o ,<br />

Pa u l i n a .<br />

Paulina tradujo.<br />

—Le diré que tengo un gran placer en verla y que estoy muy contento<br />

de que goce usted de buena salud —respondió míster Astley con tono serio<br />

p e ro con extrema solicitud.<br />

Se tradujeron estas palabras a la abu<strong>el</strong>a, y le gustaron visiblemente.<br />

—¡Estos ingleses siempre tienen respuesta para todo! No sé por qué,<br />

s i e m p re me han gustado los ingleses. No pueden compararse con los<br />

franceses. Venga a verme —dijo a míster Astley—. Trataré de no aburrirle<br />

demasiado. Tradúc<strong>el</strong>e esto y dile que vivo aquí en <strong>el</strong> primer piso. En<br />

<strong>el</strong> primer piso, ¿comprende? Abajo —repitió a míster Astley, señalando <strong>el</strong><br />

su<strong>el</strong>o con <strong>el</strong> dedo.<br />

A míster Astley le encantó la invitación.<br />

La anciana envolvió a Paulina de pies a cabeza en una mirada atenta y<br />

s a t i s f e c h a .<br />

— Te querré, Paulina —dijo de pronto—. Eres una buena chica, la mejor<br />

de todos, pero tienes un carácter... También yo lo tengo... Vu é l vete un poco.<br />

¿ L l e vas postizos en la cabez a ?<br />

— No, abu<strong>el</strong>a, <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o es mío.<br />

— ¡ Qué suerte! Me horroriza esa moda estúpida. Eres muy bonita. Me<br />

enamoraría de ti si fuese un hombre joven. ¿Por qué no te casas? Pe ro ya es<br />

hora de que me vaya. Tengo ganas de pasear, después de tanto tiempo metida<br />

en un vagón. Bueno, ¿sigues enfadado? —le preguntó al general.<br />

— Por favo r, tía, basta ya —replicó <strong>el</strong> general, ya sereno—. Compre n d o<br />

que a su edad...<br />

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