09.05.2013 Views

el jugador - texto

el jugador - texto

el jugador - texto

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Page 51<br />

se acaba mi historia. Un día <strong>el</strong> conde desapareció, lo mismo que <strong>el</strong> príncipe.<br />

Mademois<strong>el</strong>le Z<strong>el</strong>ma jugó sola aqu<strong>el</strong>la noche. Esta vez no acudió nadie<br />

a ofrecerle <strong>el</strong> brazo. En dos días perdió todo lo que poseía. Cuando hubo<br />

jugado y perdido su último luis de oro, miró en torno y vio a su lado al barón<br />

Wurmerh<strong>el</strong>m, que la miraba con una indignación profunda. Pe ro mademois<strong>el</strong>le<br />

Z<strong>el</strong>ma no sabía distinguir la indignación y, dirigiéndose al barón con<br />

una sonrisa sin equívoco, le rogó que pusiera por <strong>el</strong>la diez luises de oro al ro j o.<br />

En consecuencia, a una queja de la baronesa, fue invitada a no compare c e r<br />

en <strong>el</strong> casino. Si le sorprende a usted que yo conozca todos estos detalles mezquinos<br />

y poco decorosos, ha de saber que me los ha pro p o rcionado míster<br />

Fi e d e r, un pariente mío que aqu<strong>el</strong>la misma noche llevó a Spa a mademois<strong>el</strong>le<br />

Z<strong>el</strong>ma en su coche. Ahora comprenderá que mademois<strong>el</strong>le Blanche quiera<br />

ser generala, sin duda para no recibir en <strong>el</strong> futuro invitaciones semejantes. No<br />

juega, pero es porque ahora, según todos los indicios, tiene un capital que ha<br />

p restado con intereses a los <strong>jugador</strong>es de aquí. Es mucho más prudente. Ha s t a<br />

sospecho que <strong>el</strong> desdichado general es uno de sus deudores. Es posible que<br />

Des Grieux le deba también dinero. A menos que no esté asociado con <strong>el</strong>la.<br />

Reconocerá que, por lo menos hasta que se haya casado, no quiera atraer sobre<br />

sí la atención d<strong>el</strong> barón y la baronesa. En una palabra, es un escándalo que<br />

puede perjudicarla en la situación en que se encuentra. Usted está vinculado<br />

a su casa, y sus actos pueden provocar un escándalo, tanto más cuanto que<br />

cada día <strong>el</strong>la se muestra en público d<strong>el</strong> brazo d<strong>el</strong> general o de miss Pa u l i n a .<br />

¿ Ha comprendido ahora?<br />

— No, en absoluto —exclamé golpeando tan violentamente la mesa que<br />

<strong>el</strong> camare ro acudió asustado—. Dígame, míster Astley —continué, poseído de<br />

f u ror—, si usted conocía ya toda esta historia y sabía perfectamente quién era<br />

mademois<strong>el</strong>le Blanche de Cominges, ¿cómo no me puso usted en guardia a mí<br />

o al general, y sobre todo a la señorita Paulina, que comparece aquí en <strong>el</strong> casino,<br />

en público, d<strong>el</strong> brazo de mademois<strong>el</strong>le Blanche? ¿Cómo es posible?<br />

— No podía ponerle en guardia porque usted no podía hacer nada —re spondió<br />

tranquilamente míster Astley—. Además, ¿ponerle en guardia contra<br />

qué? Tal vez <strong>el</strong> general sepa mucho más que yo sobre mademois<strong>el</strong>le Bl a nche,<br />

y esto no impide que se pasee con <strong>el</strong>la y con miss Paulina. El general es<br />

un desdichado. Ayer vi a mademois<strong>el</strong>le Blanche galopar en un caballo magnífico<br />

en compañía d<strong>el</strong> señor Des Grieux y de ese principito ruso, y <strong>el</strong> general<br />

los seguía en un alazán. Por la mañana se había quejado que le dolían las<br />

piernas, y, sin embargo, se mantuvo firme en la silla. En ese preciso instante<br />

se me ocurrió bruscamente la idea de que era un hombre definitiva m e n t e<br />

http://www.scribd.com/Insurgencia

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!