You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Ministro Arellano, que <strong>de</strong> cerca me seguía quien, informando <strong>de</strong> lo ocurrido, pronunció francamente su juicio, negando<br />
la posibilidad <strong>de</strong> un naufragio, y conviniendo en que era fábula inventada para encubrir el atentado cometido con los<br />
presos, que a su juicio habían sido bárbaramente asesinados. Inmediatamente se dirigió conmigo al encuentro <strong>de</strong>l Vice-<br />
jefe Argüello que venía a poca distancia acompañado <strong>de</strong>l licenciado don Francisco O’Connor, y éstos, sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />
avanzar, escucharon la noticia que con indignación daba el señor Arellano, quien como he dicho juzgaba que se había<br />
cometido un crimen abominable. Estos señores nada respondían al narrador, ni siquiera inquirían, ni se paraban, ni<br />
se alteraban. Pero el discurso les seguía con vehemencia en el sentido <strong>de</strong> con<strong>de</strong>nar la atrocidad <strong>de</strong>l hecho. Llegamos a<br />
pasar la noche en el pueblo <strong>de</strong> Nandaime —continuaba Álvarez—, en don<strong>de</strong> fuimos alojados en un pequeño apo-<br />
sento. En aquella noche me hallaba en el periodo febril <strong>de</strong> una cuartana y por ese motivo estuve en vigilia, circunstan-<br />
cia por la cual pu<strong>de</strong> notar el insomnio <strong>de</strong> los dos señores, Argüello y O’Connor, mientras el señor Arellano dormía<br />
profundamente con su sueño tranquilo y sosegado, que solo es concedido a aquellos a quienes no aflige el diente agudo<br />
<strong>de</strong>l remordimiento. A la mañana siguiente entrábamos en esta ciudad [Granada] y notamos la consternación sus<br />
habitantes: ya no era un misterio para nadie el horrible asesinato cometido en los presos; pero se hablaba con precau-<br />
ción y reserva. Todos temían, porque los sicarios andaban armados por las calles.<br />
Mi tatarabuelo, entonces, se apresuró a levantar proceso a los culpables; pero como estos<br />
fueron pronto sobreseídos renunció violentamente a su elevado cargo <strong>de</strong> Ministro General en con-<br />
<strong>de</strong>natoria protesta <strong>de</strong>l crimen ante el gobierno <strong>de</strong> don Juan. Así lo entendieron tanto Argüello como<br />
el pueblo en general. Mi tatarabuelo, pues, abandonó su <strong>de</strong>spacho y no se le volvió a ver en la casa<br />
<strong>de</strong>l gobernante, casado —como ya se ha dicho— con una hermana <strong>de</strong> su esposa Luisa: Tomasa<br />
Chamorro Sacasa, la Molejona Blanca.<br />
¿Por qué se llamaba con ese apodo a la mujer <strong>de</strong> Argüello que había optado por cortar el<br />
habla a la familia Arellano y celebrar la muerte <strong>de</strong> don Narciso catorce años <strong>de</strong>spués, pasando con<br />
los suyos frente a la casa <strong>de</strong>l difunto vestidos <strong>de</strong> rojo? El historiador Francisco Ortega Arancibia<br />
respon<strong>de</strong> que el encono <strong>de</strong> Argüello era mantenido por su esposa doña Tomasa, señora <strong>de</strong> pasiones ar-<br />
dientes y fogoso carácter, que gastaba picante expresión cuando se atacaba al gobierno <strong>de</strong> su marido, por lo cual fue<br />
llamada con el apodo <strong>de</strong> La Molejona Blanca, parangón alusivo a una vivan<strong>de</strong>ra notable por si intemperante vocifera-<br />
ción en el mercado <strong>de</strong> Granada. Pues bien: las dos familias se reconciliaron hasta mucho <strong>de</strong>spués, en oca-<br />
sión <strong>de</strong> la enfermedad mortal <strong>de</strong> la viuda <strong>de</strong> Argüello, la Molejona Blanca.<br />
10<br />
Don Narciso protagonizó otra notable acción relacionada indirectamente con el crimen <strong>de</strong><br />
La Pelona. Macario Álvarez la refiere, ubicándola cronológicamente en Granada y a casi dos meses<br />
antes <strong>de</strong>l fusilamiento <strong>de</strong> don Manuel Antonio: El 30 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1828, cuando se retiraba el ejército <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong> la Cerda que asediaba esta ciudad al mando <strong>de</strong>l general Baltodano, cayó prisionero un joven llamado Cárcamo, que<br />
acababa <strong>de</strong> llegar al campamento con venta <strong>de</strong> víveres. Este <strong>de</strong>sgraciado, conducido por un soldado, fue asaltado en la<br />
calle por una turba <strong>de</strong> furibundos que en medio <strong>de</strong> vociferaciones pretendían vengarse en la sangre <strong>de</strong> este inocente. Yo<br />
vi entonces a don Narciso Arellano lanzarse en medio <strong>de</strong> esa canalla, con un heroísmo que jamás olvidaría, abrazarse<br />
en el ensangrentado infeliz, que sufría ultrajes <strong>de</strong> todo género, escudándolo con su propio cuerpo, hasta lograr así sal-<br />
varlo <strong>de</strong> la <strong>de</strong>senfrenada canalla, introducirlo en su casa, cuya puerta cerró, llamando precipitadamente una escolta<br />
129