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saciones con otros latinoamericanistas, parece que el cochón ejemplifica algo <strong>de</strong> las normas sexuales<br />
que se encuentran generalmente en la mayoría <strong>de</strong> países latinoamericanos, don<strong>de</strong> los elementos<br />
esenciales <strong>de</strong>l cochón aparecen bajo diferentes nombres y con <strong>de</strong>finiciones algo diferentes (Carrier<br />
1976; Parker 1984, 1985; Williams 1986:147-151).<br />
Etiquetas tales como homosexual o heterosexual, junto con presunciones norte-europeas /<br />
norteamericanas sobre el estigma, no dan cuenta <strong>de</strong> las construcciones sexuales nicaragüenses que<br />
finalmente producen la <strong>de</strong> cochón. En teoría, este tipo <strong>de</strong> dificultad enreda los intentos <strong>de</strong> escribir<br />
una historia general o antropología <strong>de</strong> la homosexualidad, pues tales proyectos <strong>de</strong>ben ser ro<strong>de</strong>ados<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio con una gran variedad <strong>de</strong> calificaciones y circunloquios. A cada vuelta siempre es-<br />
tamos corriendo contra la ininteligibilidad <strong>de</strong> las prácticas extranjeras a nuestros conceptos y catego-<br />
rías.<br />
Pero el cochón <strong>de</strong> ninguna manera es un fenómeno tan exótico como el género-cruzado<br />
(Whitehead 1981) o género-mixto (Callen<strong>de</strong>r y Kochems 1983) berdache [hombre-mujer] nativo <strong>de</strong><br />
Norteamérica, ni sus prácticas [las <strong>de</strong>l cochón], son tan alejadas <strong>de</strong> nociones norte-europeas <strong>de</strong> la<br />
homosexualidad como lo son los ritos <strong>de</strong> iniciación homosexual reportados para partes <strong>de</strong> Melanesia<br />
(Herdt 1981, 1982). De hecho, es su gran similitud al homosexual <strong>de</strong> Norteamérica que a primera<br />
vista hace parecer al cochón fácilmente intercambiable con el tal: los dos son hombres adultos con<br />
una i<strong>de</strong>ntidad sexual estigmatizada. Sólo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy cerca po<strong>de</strong>mos ver que el proceso <strong>de</strong> produc-<br />
ción <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntidad y <strong>de</strong>l estigma en cada caso es radicalmente diferente, gobernado por diferentes<br />
reglas, produciendo un estado existencial muy diferente. Podríamos <strong>de</strong>cir, en términos <strong>de</strong> Wittgens-<br />
tein, que el machismo es un juego diferente, gobernado por reglas diferentes; o podríamos <strong>de</strong>cir, en<br />
términos <strong>de</strong> Marxian, que representa una economía sexual diferente, un modo diferente en la pro-<br />
ducción <strong>de</strong> sexo/género; o bien, en términos <strong>de</strong> Foucault, podríamos <strong>de</strong>cir que la sexualidad Latina<br />
representa una práctica discursiva radicalmente diferente <strong>de</strong> la sexualidad Anglo.<br />
La necesidad <strong>de</strong> hacer tales distinciones está lejos <strong>de</strong> ser resuelta en la literatura actual. Herdt<br />
(1981:3, 321) consi<strong>de</strong>ra "adultos heterosexuales" en las tierras altas <strong>de</strong> Papúa Nueva Guinea y Wi-<br />
lliams (1986) recientemente ha reiterado la vieja tesis <strong>de</strong> que el berdache es un gay amerindio en ajuar<br />
nativo. Sin embargo, la antropología ha estado llegando a ser más o menos sensible a las diferencias<br />
fenomenológicas cuando éstas existen a tan gran<strong>de</strong>s distancias. Hasta ahora, sin embargo, los mati-<br />
ces que distinguen a fenómenos tales como el cochón <strong>de</strong>l homosexual típicamente se han pasado<br />
por alto en las terminologías engañosas <strong>de</strong> este último. Nash (1979:141) i<strong>de</strong>ntifica a personas que<br />
parecen ser los equivalentes bolivianos <strong>de</strong> los cochones nicaragüenses como "hombres con ten<strong>de</strong>n-<br />
cias homosexuales" y el culto a la santería <strong>de</strong> Cuba a veces se da como un nicho nativo <strong>de</strong> la homo-<br />
sexualidad cubana--no problemática <strong>de</strong> otra manera (Arguelles y Rich, 1984:688). A lo sumo, las<br />
modificaciones <strong>de</strong> esa terminología se han sugerido ellas mismas, por ejemplo, "la homofobia selec-<br />
tiva" para i<strong>de</strong>ntificar la estigmatización <strong>de</strong>l "homosexual pasivo" (Murphy 1984). (Véase también a<br />
Bran<strong>de</strong>s [1981:232-234], su discusión <strong>de</strong>l papel pasivo en el coito homosexual en Andalucía).<br />
Esta terminología, incluso cuando se modifica, oscurece más que aclara. Los cochones <strong>de</strong><br />
Nicaragua son seres ontológicamente diferentes <strong>de</strong> la cultura a que pertenecen los homosexuales<br />
anglo-estadouni<strong>de</strong>nses. Ambos están claramente estigmatizados pero son estigmatizados <strong>de</strong> diferen-<br />
tes maneras, <strong>de</strong> acuerdo con reglas diferentes. Tampoco es, como se afirma con frecuencia, que en<br />
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