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56 - Revista de Temas Nicaragüenses

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heladas, o en las tiendas y comisariatos, para beber cususa curada con naranja, bebida embriagante<br />

fabricada en la clan<strong>de</strong>stinidad y que el nicaragüense ha logrado <strong>de</strong>stilar <strong>de</strong>l fermento <strong>de</strong>l maíz, con<br />

atados <strong>de</strong> dulce <strong>de</strong> rapadura, producido en los trapiches <strong>de</strong> molienda <strong>de</strong> la caña <strong>de</strong> azúcar.<br />

Nuestros campesinos cargan y acarrean todos los días los dos elementos imprescindibles pa-<br />

ra la ejecución <strong>de</strong> su trabajo: el machete y la jícara <strong>de</strong> agua. De cuando en vez y sobretodo los fines<br />

<strong>de</strong> semana, aña<strong>de</strong>n la guitarra, ese cuerpo <strong>de</strong> mujer que se <strong>de</strong>ja acariciar rítmicamente alegrando con<br />

su música nuestros <strong>de</strong>seos sentimentales.<br />

Esta es la historia <strong>de</strong> dos vidas <strong>de</strong>sgarradas seguramente por la juventud y el alcohol. ¿Acaso<br />

el “juerano” quiso lograr algún amor ya comprometido? No lo sabemos. ¿O fue una pelea al calor <strong>de</strong><br />

los tragos y al ardor <strong>de</strong> sentimientos conjugados por sus propias andanzas? Lo <strong>de</strong>ducible, lo posible,<br />

lo cierto es que se enfrentaron en pelea a muerte con el arma usual <strong>de</strong> esa época, el machete, el ins-<br />

trumento <strong>de</strong> trabajo convertido en filosa y mortal arma.<br />

Ese domingo 3 <strong>de</strong> Marzo, los jóvenes lo pasaron en los estancos ingiriendo licor y bailando<br />

al son <strong>de</strong> una monótona marimba. ¿Acaso sus memorias ancestrales presagiaron con la música y la<br />

francachela ese culto funerario <strong>de</strong>l más allá? No sabemos si andaban juntos o por separado.<br />

El sino fue que en la madrugada <strong>de</strong>l lunes 4 <strong>de</strong> marzo se encontraron a las dos <strong>de</strong> la mañana,<br />

no hablaron. ¿Para que? Dos cuerpos jóvenes, musculosos, fuertes, se enfrentaron sin <strong>de</strong>cir palabra y<br />

se liaron a machetazos con sus mortíferos Collins.<br />

El aire se <strong>de</strong>shacía al paso <strong>de</strong> los filos agresivos y los brazos no temblaban y con energía y<br />

fuerza las manos se agarrotaban <strong>de</strong> los mangos <strong>de</strong>l arma y aguantaban los topetazos que rechinaban<br />

en la noche, con fulgor <strong>de</strong> chispas y luces, iluminando fugazmente la arrechura que los dominaba.<br />

La carne fue alcanzada, la herida penetrante, ardorosa y dolorosa lanzaba chorros <strong>de</strong> roja<br />

sangre. El sudor empapaba los cuerpos lacerados, penetrados por el filo implacable <strong>de</strong> los aceros y la<br />

adrenalina los anestesiaba para no <strong>de</strong>sfallecer; lucharon con <strong>de</strong>nuedo hasta que alcanzados ambos,<br />

en órganos vitales, se <strong>de</strong>smayaron flácidos y sin fuerzas, el uno al lado <strong>de</strong>l otro, mortalmente heridos<br />

y solo gimiendo el dolor.<br />

Dos vidas <strong>de</strong>sperdiciadas, la juventud enérgica, valiente, la que construye con vigor y trabajo<br />

el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> una nación, muere <strong>de</strong>spojando a la sociedad <strong>de</strong> sus vigores y futuros, cuando los jóve-<br />

nes sin confianza, sin aprecio, sin estímulo ni educación, viviendo un mundo intolerable, distinto y<br />

machista se pier<strong>de</strong>n entre las garras <strong>de</strong>l vicio <strong>de</strong>l licor.<br />

Fallecieron: ,Doroteo Soza, <strong>de</strong> veintitrés años <strong>de</strong> edad, un trabajador llegado <strong>de</strong> la Repúbli-<br />

ca<strong>de</strong> Honduras, con su madre Aquilina Soza, y el agricultor nicaragüense Eustaquio Dávila Henrí-<br />

quez, que <strong>de</strong>jaba entristecidos a sus padres José Basileo Dávila y Juana <strong>de</strong> Dios Henríquez. Ambos<br />

fueron enterrados en el Cementerio General <strong>de</strong> Managua.<br />

Alusión: Esta historia está contenida en la Partida <strong>de</strong> Defunción <strong>de</strong> Eustaquio Dávila y Do-<br />

roteo Soza.<br />

Eustaquio Dávila<br />

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