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Libro de Charreria - Yamil, El Orgullo de México

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Herraje <strong>de</strong>l ganado<br />

Cuando llegaba el tiempo <strong>de</strong> herrar al ganado, la vida <strong>de</strong> las haciendas se<br />

alteraba por los preparativos que se requerían y por lo que implicaba reunir a los<br />

animales que se encontraban en los potreros, como era formas las partidas<br />

diferentes en espacios cerrados y la separación por clase en los corrales o en los<br />

mismos potreros. <strong>El</strong> día anterior al herra<strong>de</strong>ro el ganado estaba en su lugar<br />

correspondiente. A la vez <strong>de</strong> la región y ranchos circunvecinos llegaban los<br />

rancheros y otros invitados con sus respectivos arneses, sus caballos enjaezados<br />

y sus atuendos, algunos más lujosos que otros.<br />

<strong>El</strong> aparta<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l ganado representaba una gran diversión; se dice que en<br />

él se ejecutaban manganas y colea<strong>de</strong>ros y en la víspera <strong>de</strong>l herra<strong>de</strong>ro los<br />

rancheros hacían baile, se escuchaban los alegres sones mexicanos, se comían<br />

guisos típicos y, por supuesto, se bebía pulque.<br />

<strong>El</strong> día <strong>de</strong>l herra<strong>de</strong>ro todo estaba listo y era el <strong>de</strong> más diversión, siendo el<br />

hacendado o administrador <strong>de</strong> la hacienda quien or<strong>de</strong>naba el inicio. Se tenía<br />

armado el tablado para invitados y curiosos que disfrutaban <strong>de</strong>l espectáculo. Así,<br />

cuando ya estaban calientes los fierros, el caporal con voz fuerte exclamaba: «Ave<br />

María Purísima» y comenzaban a pasar los becerros <strong>de</strong> un toril a otro. Los<br />

vaqueros, y también los aficionados, atrapaban al animal por los cuernos y la cola<br />

hasta <strong>de</strong>rribarlo, <strong>de</strong>jando libre la parte don<strong>de</strong> aplicaban el fierro, que era la marca<br />

<strong>de</strong> la hacienda o <strong>de</strong>l dueño.<br />

Por otro lado, el caporal y un ayudante gritaban las señas <strong>de</strong> cada animal<br />

para que los encargados las anotaran, y si algún becerro se embravecía era<br />

toreado por un rato; al finalizar se contaba nuevamente el ganado. Una vez<br />

concluido el herra<strong>de</strong>ro se escogían los toros que se iban a colear o lidiar, según se<br />

eligiera. <strong>El</strong> caporal <strong>de</strong>ba el grito <strong>de</strong> alerta con la expresión <strong>de</strong> «puerta» o<br />

«campo». Esta era la mayor diversión que se tenía en las haciendas.<br />

En la escuela <strong>de</strong>l campo, herra<strong>de</strong>ros y capa<strong>de</strong>ros eran enseñanza básica<br />

para po<strong>de</strong>r tratar y ocuparse <strong>de</strong>l ganado, don<strong>de</strong> laxar, colear, pialar y manganear<br />

eran faenas cotidianas, pero no por eso fáciles ni sencillas.<br />

En el siglo pasado se tuvo preocupación por <strong>de</strong>jar apuntes <strong>de</strong> cómo llevar a<br />

cabo tales practicas y fue don Luis G. Inclán quien escribió, en 1860, una obra<br />

pedagógica para la enseñanza <strong>de</strong> tales ejercicios que tituló: Reglas con que un<br />

colegial pueda colear y lazar.<br />

Fiel a su oficio <strong>de</strong> gran conocedor <strong>de</strong> las faenas vaqueras y charro <strong>de</strong> cepa,<br />

dotado a<strong>de</strong>más, <strong>de</strong> un natural talento para las ocupaciones <strong>de</strong>l campo por su<br />

trabajo en varias haciendas gana<strong>de</strong>ras y agrícolas, en su obra pretendió revelar su<br />

práctica y experiencia, durante la cual conoció disntintos lugares, terrenos y<br />

multitud <strong>de</strong> animales. Su interés fue que los jovenes como <strong>de</strong>cía «entusiastas en

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