Ana Mendez Ferrell – Regiones de Cautividad - Ondas del Reino
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<strong>Ana</strong> Mén<strong>de</strong>z <strong>Ferrell</strong> / 34<br />
Sólo Jesús sabía cómo me serviría esa escena en el<br />
terrible golpe que me daría el Diablo al llegar al retiro<br />
al día siguiente.<br />
Habíamos viajado más <strong>de</strong> dos horas fuera <strong>de</strong> la<br />
ciudad; nos instalábamos apenas para empezar el<br />
entrenamiento, cuando recibí una llamada que<br />
cambiaría el curso <strong>de</strong> mi vida cristiana. Era mi querida<br />
amiga Cecilia Pezet. Su voz temblaba sobrecogida<br />
<strong>de</strong> un tremendo dolor. "Estoy en el hospital con tu<br />
hermana Merce<strong>de</strong>s. Se puso súbitamente mal y la<br />
traje para que la revisaran. Me están entregando en<br />
este momento los resultados <strong>de</strong> su análisis: Tiene tres<br />
tumores en el cerebro y acaba <strong>de</strong> entrar a cirugía<br />
ahora mismo".<br />
Me quedé helada, había estado muy mareada en<br />
la última semana y todos pensábamos, aún su médico,<br />
que era un problema en el oído interno, que le<br />
causaba ciertos <strong>de</strong>sequilibrios.<br />
Quiero que entienda lo que sentí en ese momento.<br />
Merce<strong>de</strong>s era mi gemela univitelina. Lo que significa<br />
que nacimos <strong>de</strong> un mismo óvulo que se partió en dos.<br />
Yo no nací sola como la mayoría <strong>de</strong> la gente, nací<br />
con mi gemela. Dios nos unió <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la matriz en una<br />
unión muy particular. Por cuarenta y dos años siempre<br />
habíamos estado juntas, aún sien la distancia a veces<br />
nos llegamos a separar, en el alma éramos <strong>de</strong> una<br />
unidad inseparable. Quizás sólo los que son gemelos<br />
puedan enten<strong>de</strong>r lo que me estaba pasando. Estaba<br />
convencida en mi corazón que lo único que no podría<br />
superar en la vida era que Merce<strong>de</strong>s muriera antes<br />
que yo. De pronto recibí esta noticia, súbita e<br />
inesperada. Sentí tan claro el golpe <strong>de</strong>l diablo que<br />
me <strong>de</strong>rribaba, tal como lo había visto en la película.<br />
35 / Guerra <strong>de</strong> Alto Nivel<br />
Pero también sentí esa fuerza que salía <strong>de</strong> lo más<br />
profundo <strong>de</strong> mi ser, no la fuerza humana <strong>de</strong> un<br />
soldado, sino el mismo po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Jesús que venció a<br />
satanás en el infierno. En ese momento, en medio <strong>de</strong><br />
un dolor innarrable, yo sabía que Dios me permitiría<br />
dar el golpe final.<br />
Había empezado un camino <strong>de</strong> martirio que duró<br />
cuatro años, en el que mi hermana per<strong>de</strong>ría la vida<br />
seisveces y seisveces Dios la levantaría <strong>de</strong> los muertos.<br />
Hasta que, finalmente, Dios nos dijo, que la hora <strong>de</strong> su<br />
partida había llegado.<br />
Fueron años llenos <strong>de</strong> dolor y <strong>de</strong> gloria. Quizás los<br />
mejores años en el ministerio <strong>de</strong> Merce<strong>de</strong>s. Ministró a<br />
tanta gente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una silla <strong>de</strong> ruedas. La llamaba su<br />
carro <strong>de</strong> fuego. En esa silla vivió las experiencias más<br />
maravillosas con Dios, nos ministraba aún a los más<br />
fuertes. Le daba ánimo a todos los que estaban en<br />
sillas <strong>de</strong> ruedas. Les enseñaba a mirar el lado invisible<br />
<strong>de</strong> todas las cosas, don<strong>de</strong> Dios se manifiesta. Organizó<br />
la nación entera en unas "Marchas <strong>de</strong> Gloria" que<br />
hicieron historia en México. Cientos <strong>de</strong> miles <strong>de</strong><br />
personas adoraban a Dios en las calles y en la plaza<br />
central <strong>de</strong> la Capital. Las marchas siguieron tras su<br />
partida con el Señor. Pero en todas ellas siempre<br />
quedará la memoria <strong>de</strong> susillita <strong>de</strong> ruedas, marchando<br />
y adorando a Dios.<br />
En mi vida, esos años fueron una verda<strong>de</strong>ra<br />
Universidad en el Espíritu. Luchar por la vida <strong>de</strong> mi<br />
hermana me enseñó tantas cosas, entre ellas la<br />
revelación <strong>de</strong> este libro. Cuando se ama<br />
verda<strong>de</strong>ramente, la lucha siempre nos llevará a la<br />
victoria. La <strong>de</strong>rrota mora con la pasividad, con la<br />
esperanza y la fe sin acción. La falsedad <strong>de</strong> que Dios