Ana Mendez Ferrell – Regiones de Cautividad - Ondas del Reino
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Ano Mén<strong>de</strong>z <strong>Ferrell</strong>/ 38<br />
sus límites, y entiendas las sendas <strong>de</strong> su<br />
casa.<br />
Job 38:17-20<br />
Al leerlo, me quedé perpleja, porque en realidad<br />
no entendía lo que Dios me quería comunicar. La<br />
respuesta a todas esas preguntas era <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego:<br />
No, no me ha sido <strong>de</strong>scubierto nada <strong>de</strong> eso. Le<br />
pregunté confusa, qué era lo que me quería enseñar.<br />
Entonces añadió y me dijo: Merce<strong>de</strong>s está atrapada<br />
en las puertas <strong>de</strong> la sombra <strong>de</strong> muerte. Tienes que ir<br />
por ella y sacarla <strong>de</strong> ahí.<br />
Cuando oi eS10 me quedé sin habla. Sabía que era<br />
El Padre que me estaba hablando, pero no sabía que<br />
hacer con semejante instrucción.<br />
¿A la sombra <strong>de</strong> la muerte, Señor? Inquirí ¿Me voy<br />
a morir? Le pregunté. Pero ya no me dijo nada.<br />
Me comuniqué entonces con mi autoridad, el<br />
Apóstol Rony Chaves y le conté lo que había<br />
escuchado. Le dije que yo no tenía <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> volver<br />
a predicar sobre el amor <strong>de</strong> Dios, si por lo menos no<br />
hacía todo lo in<strong>de</strong>cible por el ser que más amaba. Le<br />
pedí su bendición y que orara por mí al día siguiente<br />
a las siete <strong>de</strong> la mañana. A esa hora me metería con<br />
Dios para buscar ese lugar y si no volvía, quería que<br />
supiera que morí en el intento.<br />
Hablé también con mis intercesores y el presbiterio<br />
<strong>de</strong> nuestra iglesia, para que me cubrieran en oración.<br />
A las siete <strong>de</strong> la mañana entré en el Espíritu. Estaba<br />
nerviosa por un lado y expectante por el otro. Tenía<br />
plena confianza en Dios y me había <strong>de</strong>terminado a<br />
hacer lo que fuera, aún poner mi vida <strong>de</strong> por medio<br />
para salvar a mi hermana.<br />
39 / Guerro <strong>de</strong> Alto Nivel<br />
El peso <strong>de</strong> Su Gloria empezó a venir sobre mí. Fue<br />
como una po<strong>de</strong>rosa invasión <strong>de</strong>l cielo que entró al<br />
cuarto don<strong>de</strong> yo estaba. Dos ángeles aparecieron<br />
entonces frente a mí. Sus vestiduras eran<br />
resplan<strong>de</strong>cientes y en la expresión <strong>de</strong> sus rostros se<br />
<strong>de</strong>notaba una fuerza tremenda. Uno <strong>de</strong> ellos tenía un<br />
aro con diversas llaves <strong>de</strong> oro que colgaban <strong>de</strong> él.<br />
Este era el dirigente. Con voz firme y dulce a la vez,<br />
me dijo: iSíguenos!. Me levanté <strong>de</strong> la cama, en mi<br />
cuerpo espiritual, y los seguí. Era como si estuviera<br />
entrando en una visión celestial. Empezamos a<br />
caminarpor las calles <strong>de</strong> la ciudad hasta que llegamos<br />
a una cola<strong>de</strong>ra en el piso. \..lno <strong>de</strong> los ángeles lo abrió<br />
y <strong>de</strong>scendimos a las enormes tuberías <strong>de</strong>l drenaje.<br />
(Esto me pareció interesante ya que mi hermana se<br />
<strong>de</strong>dicaba a rescatar niños <strong>de</strong> la calle que vivían en<br />
las alcantarillas). Caminamos un buen tiempo entre<br />
las húmedas y oscuras pare<strong>de</strong>s tubulares <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sagüe.<br />
La única luz que teníamos era la que salía <strong>de</strong> los<br />
refulgentes trajes <strong>de</strong> mis acompañantes.<br />
Luego llegamos a un agujero en el piso. Parecía un<br />
antiguo conducto, <strong>de</strong>sgastado y enmohecido, <strong>de</strong><br />
unos dos metros <strong>de</strong> ancho. Olía a muerte y<br />
podredumbre. Enclavada en la pared vertical <strong>de</strong> este<br />
pozo había una escalera <strong>de</strong> hierro, por la cual<br />
bajamos a un lugar más profundo. Era un túnel<br />
terriblemente oscuro y frío. A todo lo largo había<br />
camas verticales llenas <strong>de</strong> enfermos, con sueros y<br />
sondas. Con la mirada empecé a buscar a Merce<strong>de</strong>s,<br />
anhelando verla en alguna parte; pero el ángel me<br />
dijo que aún no llegábamos don<strong>de</strong> ella estaba.<br />
Caminamos entre los agonizantes pacientes los cuales<br />
se quejaban sin cesar. Algunos emitían gritos <strong>de</strong> dolor