Ana Mendez Ferrell – Regiones de Cautividad - Ondas del Reino
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<strong>Ana</strong> Mén<strong>de</strong>z <strong>Ferrell</strong>/ 134<br />
mágica <strong>de</strong> los centros <strong>de</strong> atracciones <strong>de</strong> Walt Disney.<br />
Entre las tumbas <strong>de</strong>l panteón había un trono<br />
<strong>de</strong>dicado a Satanás, y frente a él, había pactos <strong>de</strong><br />
toda índole. Había una ban<strong>de</strong>ra estadouni<strong>de</strong>nse<br />
totalmente ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> hechicería con la que habían<br />
consagrado la nación al diablo. Dios nos mostró en el<br />
espíritu, cómo en torno a ésta, había un cementerio<br />
<strong>de</strong> pastores y ahílos tenían enterrados para <strong>de</strong>sterrarlos<br />
o matarlos espiritualmente. En la historia <strong>de</strong> Orlando<br />
ha habido muchos pastores <strong>de</strong>struidos por pecado e<br />
Iglesias que tuvieron un avivamiento, pero que<br />
finalmente se apagó. Y otros que, en pleno auge y<br />
crecimiento, se mudaron a otro Estado.<br />
Destruimos ese lugar espiritualmente, y muchas<br />
cosas maravillosas <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> Dios han empezado a<br />
ocurrir en Orlando.<br />
e) La región <strong>de</strong> la Muerte<br />
Este es el lugar don<strong>de</strong> habitan los muertos. Algunas<br />
veces el Señor nos ha llevado a resucitar a los muertos<br />
durante velorios o en acci<strong>de</strong>ntes o en algún otro lado.<br />
y hemos tenido interesantes visiones <strong>de</strong> este lugar. Un<br />
difunto, al que se intento volver a la vida, <strong>de</strong>be sacarse<br />
<strong>de</strong> esta región. Sólo Dios conce<strong>de</strong> la resurrección. La<br />
vida y la muerte están en Su sola potestad.<br />
En una ocasión predicaba sobre resucitar a los<br />
muertos, en una ciudad llamada Giradot, en<br />
Colombia. En medio <strong>de</strong>l servicio entró una señora<br />
gritando que un niño se había caído <strong>de</strong> un cuarto<br />
piso y acababa <strong>de</strong> morir. Nos rogaba que fuéramos<br />
para tratar <strong>de</strong> resucitarlo. El fuego <strong>de</strong>l Espíritu ardía en<br />
la reunión y los pastores entusiasmados me animaron<br />
135 / <strong>Regiones</strong> <strong>de</strong> <strong>Cautividad</strong><br />
a ir al velatorio don<strong>de</strong> tenían al niño.<br />
Sacamos a toda la gente <strong>de</strong> la sala don<strong>de</strong> se<br />
encontraba el pequeño difunto y nos quedamos<br />
aquéllos que teníamos fe en verlo resucitar. El Señor<br />
nos mostró una región profunda y <strong>de</strong>solada. Era como<br />
un valle <strong>de</strong> árboles y hojas secas. Entre las hojas<br />
marchitas aparecían sepulcros olvidados. Estás viendo<br />
la región <strong>de</strong> la muerte, me dijo el Espíritu Santo. En<br />
visiones <strong>de</strong> Dios, el Señor me llevó a abrir una <strong>de</strong> las<br />
tumbas. Dentro <strong>de</strong> ella, en un pozo profundo, se<br />
encontraba el niño. Lo tomé <strong>de</strong> las manos para jalarlo<br />
hacia afuera. Estaba totalmente frío y tieso. Una fuerza<br />
po<strong>de</strong>rosa lo anclaba a ese lugar. Clamamos con todo<br />
nuestro ser por el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la resurrección. El cuarto<br />
en el velatorio se llenó <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong> Dios. Eran como<br />
olas <strong>de</strong> vida que se estaban formando. No teníamos<br />
ninguna duda <strong>de</strong> que el niño volvería <strong>de</strong> entre los<br />
muertos.<br />
En eso apareció un trono refulgente y envuelto en<br />
una nube blanca; estaba el Padre. Susropas cubrieron<br />
el pequeño ataúd. A su lado estaba Jesús. Hablaban<br />
el uno con el otro, pero no escuchábamos sino el<br />
murmullo. El momento era solemne. Les pedí entonces<br />
que nos concedieran esa resurrección. Jesús nos miró,<br />
y nos dijo que no lo podía hacer. Nos explicó que el<br />
niño estaba ya con ellos, pero que si volvía a la vida su<br />
alma se per<strong>de</strong>ría.<br />
Entonces <strong>de</strong>saparecieron <strong>de</strong> nuestra vista y nos<br />
miramos unos a los otros con alegría, satisfechos <strong>de</strong>l<br />
veredicto <strong>de</strong>l Señor.<br />
Aunque el niño no resucitó, algo maravilloso<br />
sucedió. Mientras el Padre y el Hijo <strong>de</strong>scendieron por<br />
causa <strong>de</strong> nuestra oración, la cubierta <strong>de</strong> muerte que