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Ana Mendez Ferrell – Regiones de Cautividad - Ondas del Reino

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<strong>Ana</strong> Mén<strong>de</strong>z <strong>Ferrell</strong>/ 182<br />

Llegamos a un lugar don<strong>de</strong> había muchas<br />

pequeñas cavernas con rejas <strong>de</strong> hierro que las<br />

cerraban y diferentes <strong>de</strong>monios que las custodiaban.<br />

Cada uno correspondía al tipo <strong>de</strong> tormento que<br />

infringía. El alma fragmentada <strong>de</strong>l muchacho se<br />

encontraba atrapada en cada una <strong>de</strong> ellas. A la<br />

entrada <strong>de</strong> este lugar había un gigantesco guardián<br />

<strong>de</strong> impactante musculatura, pero <strong>de</strong>forme; una<br />

mezcla <strong>de</strong> mole y <strong>de</strong> bestia al mismo tiempo.<br />

El ángel me dijo: Se llama "violación". Pi<strong>de</strong> perdón<br />

por el pecado <strong>de</strong>l padre <strong>de</strong>l joven y ordénale que se<br />

aparte y <strong>de</strong>je <strong>de</strong> custodiar estas prisiones. Así lo hice.<br />

Tomé el lugar i<strong>de</strong>ntificándome con él para que el<br />

Señor recibiera mi intercesión. Luego le exigí que se<br />

apartara; no conseguía verme ya que la luz <strong>de</strong> mi<br />

armadura lo cegaba y lo intimidaba <strong>de</strong> gran manera.<br />

En ese momento, aparecieron junto a nosotros varios<br />

ángeles que lo envolvieron en una especie <strong>de</strong> red y<br />

se lo llevaron.<br />

Seguimos hacia <strong>de</strong>lante y entramos en una cueva<br />

llena <strong>de</strong> <strong>de</strong>nsas tinieblas. Era una negrura<br />

in<strong>de</strong>scriptible. Se oían los gritos y lamentos <strong>de</strong> alguien<br />

en profundo dolor. La luz que radiaba <strong>de</strong> nosotros fue<br />

aclarando la escena. Era el muchacho. Estaba<br />

enca<strong>de</strong>nado con grilletes a la pared <strong>de</strong> la cueva.<br />

Varios <strong>de</strong>monios lo torturaban y se burlaban <strong>de</strong> él. Le<br />

<strong>de</strong>cían: "Aquí te quedarás para siempre, cuando te<br />

mueras vendrás a este lugar". Le recordaban todos los<br />

trabajos <strong>de</strong> brujería que había hecho, mientras le<br />

clavaban agujas por todo el cuerpo y aún en los ojos.<br />

Era un continuo escarmiento mental y físico. Los oí otra<br />

vez: "[Iu nos diste el <strong>de</strong>recho!", vociferaban y se reían<br />

<strong>de</strong> él.<br />

183 / <strong>Regiones</strong> <strong>de</strong> <strong>Cautividad</strong><br />

El alma <strong>de</strong>l muchacho lloraba y los mal<strong>de</strong>cía. Ellos<br />

no cesaban <strong>de</strong> lastimarlo. Se oían los tambores y los<br />

ritmos <strong>de</strong> invocaciones Voodúes y cada golpe <strong>de</strong><br />

tambor era un azote sobre él.<br />

Miraba la escena, preguntándole al Espíritu Santo<br />

qué hacer ya que había muchos <strong>de</strong>monios fuertes y<br />

terribles alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> él.<br />

"Ten paz", me dijo, ellos te temen porque ven mi luz.<br />

Simplemente diles que se aparten, que ya no tienen<br />

quién los proteja. El Señor me reveló cómo sin el<br />

guardián eran totalmente vulnerables.<br />

Abrimos la reja tras la cual se encontraban. íbamos<br />

a entrar, pero nos dimos cuenta que no había piso.<br />

Eran como hoyos sin fondo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> subían y<br />

bajaban los <strong>de</strong>monios que lo atormentaban. Estos, al<br />

vernos, se hundieron en los abismos, <strong>de</strong>jando al joven<br />

solo. El ángel le quitó los grilletes y en ese momento<br />

pu<strong>de</strong> ver su rostro. Era el <strong>de</strong> un adolescente débil y<br />

atormentado.<br />

Una maravillosa presencia se <strong>de</strong>jó sentir en aquel<br />

momento. Jesús mismo había <strong>de</strong>scendido a ese lugar.<br />

Su luz resplan<strong>de</strong>ciente y su amor lo inundaron todo. Y<br />

vimos cómo el alma <strong>de</strong>l chico se fundía <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l<br />

cuerpo <strong>de</strong>l Señor. Al salir <strong>de</strong> ahí, los pozos se cerraron<br />

<strong>de</strong>trás nuestro.<br />

Seguimos a<strong>de</strong>lante y Jesús con nosotros. Llegamos<br />

a otra cueva. No tenía la misma negrura que la<br />

anterior. Se sentía odio y un dolor inescrutable en el<br />

ambiente. Era una prisión <strong>de</strong> violación. Vimos el<br />

fragmento <strong>de</strong>l alma que estábamos buscando. Era el<br />

mismo muchacho pero tenía tan solo seis años <strong>de</strong><br />

edad. Había <strong>de</strong>monios que lo violaban uno tras otro,<br />

mientras él mal<strong>de</strong>cía a sus padres. Pese a la corta

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