POESIA Y PROSA EN LA OBRA DE SAN JIJAN ... - Fundación Speiro

mario soria
El verso de arte mayor permite graduar con toda libertad los
sentimientos, fraguando el proceso en una sola línea, con lo que
es mayor el efecto estético que si se hiciera en dos o más renglones:
«Decilde que adolezco, peno y muero» (2).
Asimismó, facilita di acumular aposiciones, metáforas, enumeraciones
que, prolongándose en los heptasflabos, multiplican su
efecto:
«A las aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores
y miedos de las noches veladores» (3).
Igualmente, conseguir de forma magistral la armonía imitativa:
«Y déjame muriendo
Un no sé qué que quedan balbuciendo» (4).
La expresión posee la claridad propia de conceptos y emociones
vertidos en tropos relativos a objetos materiales, extremadamente
concisa, lógicamente desenvuelta y cuyo lenguaje no está
forzado por la afectación sintáctica ni por términos rebuscados,
si bien esa claridad, paradójicamente, nubla el sentido propiamente
religioso. En suma, el poeta tiene mayor relación con la
naturaleza que en los poemas menores, lo cual le mueve a soslayar
abstracciones y fórmulas teológicas. La consideración del universo
obedece, hasta cierto punto, a un criterio platonizante similar
al de fray Luis de León, Garcilaso, Fernando de Herrera,
Nieremberg, Luis de Granada, etc., al contrario del neoplatonismo
apofático, procedente del Pseudodionisio, que predomina en las
otras poesías; diferencia tan chocante que estaría uno tentado
de creer que el Cántico, la Subida y la Llanta pertenecen a un
autor, siendó los otros poemas de otro, aunque penetrados hasta
el tuétano del espíritu del genial carmelita abulense.
La ambigüedad semántica tiene como efecto que esta poesía
pueda referirse por igual al amor profano que al divino, hasta
el extremo de alimentar las conclusiones más disparatadas, esas
donde asoma la pezuña de Freud y Reich. Resulta a nuestro juicio
1218
(2) Cántico espiritual, estrofa 2.
(3) Id., estrofa 20.
(4) Id., estrofa 7.