POESIA Y PROSA EN LA OBRA DE SAN JIJAN ... - Fundación Speiro
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<strong>POESIA</strong> Y <strong>PROSA</strong> <strong>EN</strong> <strong>LA</strong> <strong>OBRA</strong> <strong>DE</strong> S. JUAN <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> CRUZ<br />
en la capacidad de mirar, siquiera sea como por una rendija, la<br />
intuición sobrehumana de Juan de Yepes, una vez conocidos frases,<br />
oraciones, versos, estrofas, etc. Lo. contrario significaría, res<br />
chazando el testimonio de la experiencia, convertir la prosa y el<br />
verso del fraile de Fontiveros -en algarabía insignificativa o en<br />
conjuntos sintácticos de los cumies estuviese ausente toda vibración<br />
(permítasenos la palabra) poética o religiosa. Tiene, pues, el<br />
lector una capacidad -limitada, pero innegable, de comprensión,<br />
capacidad que estriba en las facultades espirituales comunes entre<br />
quien escribe y quien lee, amén de una preparación doctrinal y<br />
cultural que hace accesible a la par las teorías del tratadista y la<br />
hermosura del versó. El rechazo de la prosa sanjuanista, así como<br />
las objeciones a la dilucidación mediante la misma de los tres<br />
grandes poemas del carmelita, nacen no de una diversidad auténtica<br />
entre dos modos de conocimiento, sino de una impreparación<br />
que hace difícil entender otra cosa que bastas materialidades. De<br />
esta forma, a priori, se desacraliza la poesía y parece pegadizo<br />
todo intento de darle un sentido que no sea erótico o meramente<br />
imaginativo vulgar.<br />
El propio autor se percata muy bien de la imposibilidad de<br />
contar de forma exhaustiva los maravillosos dones de Dios. «Sería<br />
ignorancia —escribe— pensar que los dichos de amor en inteligencia<br />
mística, cuales son los de las presentes canciones, con alguna<br />
manera de palabras se puedan bien explicar... Porque,<br />
¿quién podrá escribir lo que a las almas amorosas, donde El mora,<br />
hace entender? Y ¿quién podrá manifestar con palabras lo que<br />
las hace sentir? Y, ¿quién, finalmente, lo que las hace desear?<br />
Cierto, nadie lo puede. Cierto, ni ellas mismas, por quien pasa, lo<br />
pueden; que ésta es la causa por qué con figuras, comparaciones<br />
y semejanzas, antes rebosan algó de lo que sienten y de la abundancia<br />
del espíritu vierten secretos y misterios, que con razones<br />
lo declaran» (127). En otro lugar sostiene lo mismo: «Alguna<br />
repugnancia he tenido... en declarar estas cuatro canciones...,<br />
por ser de cosas tan interiores y espirituales, para las cuales comúnmente<br />
falta lenguaje; porque lo espiritual excede al sentido,<br />
y con dificultad se dice algo de la substancia... Y con este presupuesto,<br />
arrimándome a la Escritura divina, y como se lleve entendido<br />
que todo lo que se dijere es tanto menos de lo que allí<br />
hay, como es lo pintado de lo vivo, me atreveré a decir lo que<br />
supiere» (128). Esta convicción, sin embargo, no le impide escribir<br />
(127) Cántico, prólogo, § 1.<br />
(128) llama de amor viva, prólogo, § 1.<br />
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