POESIA Y PROSA EN LA OBRA DE SAN JIJAN ... - Fundación Speiro
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MARIO SORIA -<br />
inspiración de lo alto, soplo divino. Como dice un eximio escolástico,<br />
«dona Spíritus Sancti sunt habitus formaliter disponentes<br />
potencias hominis ut bene et prompte moveantur a ratione divina<br />
seu a divino instinctu; dum virtutes sunt habitus formaliter disponentes<br />
potentias hominis ut bene et prompte moveantur ab<br />
humana ratione» (91). Estas diferencias (aparte de su posibilidad,<br />
cosa que no es de este sitio examinar) parecen no existir en<br />
las descripciones del doctor carmelita, para el cual desde el comienzo<br />
está el alma movida por el Espíritu Santo, sin distinción<br />
de tal o cual medio. El carmelita atribuye ya a las virtudes lo que<br />
otros teólogos dan específicamente a los dones, y así parte de un<br />
panmisticismo tácito.<br />
En efecto, resulta curioso que San Juan, que tan a menudo<br />
habla de la fe, la esperanza y la caridad, mencione rara vez esa<br />
otra energía actuante en los contemplativos. Incluso cuando la<br />
menciona, no cabe (a nuestro juicio) deducir de tal referencia<br />
sistematización alguna ni la consecuencia que sacan, por ejemplo,<br />
de la existencia, el número y la operación de los dones,<br />
personas tan notables por su santidad y su saber como los jesuitas<br />
Luis Lallement y Diego Alvarez de Paz. Así, fray Juan habla<br />
de siete grados o «bodegas», conforme a los cuales asciende el<br />
alma hasta la contemplación, correspondiendo dichos grados en<br />
cierto modo al número clásico de los dones: «Y podemos decir<br />
que estos grados o bodegas del amor son siete, los cuales se<br />
vienen a tener todos cuando se tienen los siete dones del Espíritu<br />
Santo en perfección, en la manera que es capaz de recibirlos<br />
el alma» (92). Pero del texto citado y de su contexto se deduce<br />
más bien que tales hábitos son fruto del amor, no aptitudes previas<br />
facilitadoras de una unión mística. Téngase, además, en cuenta<br />
que la idea de «don» o «grado», que fundamenta la división y<br />
sistematización teológica, se ve completamente postergada por la<br />
experiencia manifestada mediante el término de «bodega», experiencia<br />
que no atiende tanto a esa separación sistemática como a la<br />
plenitud de lo que se vive. Por otra parte, los dones (sabiduría,<br />
inteligencia, ciencia, consejo, fortaleza, piedad y temor de Dios),<br />
tal como los distingue la teología, basándose en un texto del<br />
profeta Isaías (XI, 2), además de corresponder —como ya dijimos—<br />
a un número que no se refiere a la cantidad de los hábitos<br />
u operaciones, sino ante todo a la condición sobrenatural de los<br />
mismos, pues el siete fue antiguamente uno de los números sa-<br />
(91) <strong>SAN</strong>TIAGO RAMÍREZ: De dónis Spiritus Sancti deque vita mystica,<br />
tract. I, § 74.<br />
(92) Cántico, XXVI, § 3.<br />
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